Los Reyes De Roma Entre La Leyenda Y La Historia
mtxkhrn22 de Agosto de 2013
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DISCUSIONES
La época monárquica romana constituye sin duda un interesante tema
de estudio en el que por la lejanía en el tiempo y las dificultades documentales
que ello conlleva, resulta difícil —por no decir imposible— conciliar
las diferentes opiniones, aun cuando estas sean de carácter general.
Quízá una de las raíces del problema se encuentre en la imposibilidad
material de aplicar un método rígido que conduzca a conclusiones por
completo satisfactorias. La naturaleza de las fuentes de información disponibles
impide tratarlas de forma similar a las pertinentes a otras épocas de
la historia de Roma, donde ya es posible manejar testimonios más o menos
directos, o en todo caso no sometidos a una permanente duda sobre su
valor histórico. Bajo condiciones tan particulares, de hecho resulta casi
inevitable que el estudioso que se enfrenta a la Roma primitiva no se deje
seducir por hipótesis mal o poco contrastadas, por un exceso de imaginación
y, en no pocas ocasiones, por la pasión del investigador novel al pretender
descubrir la panacea que ponga fin a todas las incertidumbres. Esta
es probablemente una de las lacras que pesa con mayor gravidez sobre
estos estudios, pero al mismo tiempo, y de manera un tanto paradójica,
sirve también de estímulo para avanzar en los conocimientos y no caer en
una oscura desesperanza. Por todo ello, el especialista en este ámbito de la
historia romana no sólo debe permanecer atento a las novedades que se
suceden, tanto documentales como metodológicas, sino que asimismo ha
de vigilar su propia conciencia como historiador.
Gerión ISSN: 0213-0181
2001, n.º 19: 689-707
Los Reyes de Roma entre la leyenda y la historia*
JORGE MARTÍNEZ-PINNA
Universidad de Málaga
* Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación PB 97-0297 financiado por
la DGESIC del Ministerio de Educación y Ciencia.
Es en este contexto donde se sitúan las últimas contribuciones de Jacques
Poucet al problema histórico de la Roma primitiva. En 1985 nos sorprendió
este autor con una densa y muy documentada obra sobre los orígenes
de Roma que en momento alguno pretendía ser un nuevo intento de
reconstrucción histórica, sino que revestía una acentuada impronta metodológica1.
Siguiendo la estela dejada por esta obra, J. Poucet nos ofrece
ahora una exposición sistemática de sus ideas ampliada al conjunto de la
época monárquica, pero con especial interés en los tres últimos reyes que
cierran la lista tradicional, a saber los dos Tarquinios y Servio Tulio, y el
nacimiento de la República2, obra que constituye el motivo central de este
comentario. El esquema es muy similar en una y otra, pues en ambas J.
Poucet aborda el problema de la tradición analística como fuente de conocimiento
histórico para los orígenes y primeros siglos de Roma. En ellas el
autor afronta abiertamente la supuesta historicidad del relato tradicional y
analiza los factores que determinaron su composición, lo que le permite
considerar con ojo crítico diferentes aproximaciones metodológicas puestas
en práctica por los historiadores modernos en el uso de esas mismas
fuentes.
Si en la primera de estas obras J. Poucet negaba a la tradición toda posibilidad
de reflejar la verdad histórica, ahora, al integrar en el ámbito de su
estudio la época arcaica romana, las cosas cambian ligeramente, pues los
analistas podían disponer de fuentes de información más fiables y diversas,
situación que todavía mejora con la llegada de la República y las primeras
manifestaciones de la historiografia pontifical. Pero en cualquier caso predomina
idéntíco principio metodológico: para ser aceptado como vehículo
de verdadero conocimiento histórico, el relato de los antiguos debe ser
sometido a la prueba de datos independientes, ajenos por completo a ese
mismo relato. Aquí se incluye no sólo la arqueología, cuyo testimonio
constituye un vivo retrato de la época, sino también otras informaciones
procedentes de fuentes no analísticas, de la toponimia, de la religión, del
derecho, etc. Para llegar a este punto, Poucet desgrana con precisión las
enormes dificultades que, por razones de su composición, presenta el texto
Jorge Martínez-Pinna Los Reyes de Roma entre la leyenda y la historia
1 J. Poucet, Les origines de Rome. Tradition et histoire, Bruxelles, Facultés Universitaires
Saint-Louis, 1985.
2 J. Poucet, Les Rois de Rome. Tradition et histoire, Bruxelles, Académie royale de
Belgique, 2000, 517 pp.
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analístico como supuesto portador de una realidad histórica. Y ciertamente
no se puede negar que tiene razón, pues en muchos aspectos la narración
que se lee en Livio o en Dionisio de Halicarnaso tiene un valor más literario
que propiamente histórico, como es comúnmente aceptado. En este sentido,
la intención de Poucet es muy positiva, pues supone una continua y
fundamentada advertencia ante la realidad de los excesos en los que tan
fácilmente se incurre a la hora de proponer una interpretación sobre la historia
más antigua de Roma. La postura que adopta Poucet ante esta cuestión
es extraordinariamente firme, alegando que el método de la crítica histórica
no puede diferir a tenor de la época objeto de estudio: «S'il [el
historiador moderno] veut suivre les régles de la critique historique appliquées
dans tous les autres secteurs, il ne peut échapper á une conclusion
inquiétante, qui est de devoir refuser aux récits sur les origines et les premiers
siécles le statut de source historique fiable»3. Al hilo de estas consideraciones,
J. Poucet critica en otro momento la actitud adoptada por no
pocos autores al aceptar la historicidad global del relato tradicional: «Mais
cette intime conviction que les récits traditionnels doivent contenir de
l’Histoire est en réalité un postulat, qu'on accepte comme point de départ,
sans éprouver la besoin de le démontrer»4. En definitiva, todo lo que transmite
la tradición analística debe ser confirmado por otros medios antes de
su aceptación como hecho auténtico.
Nadie puede negar que una posición de este tipo es perfectamente
lícita, pero en mi opinión resulta a la vez un tanto exagerada. En efecto, si
se modifica el punto de observación, es posible volver el argumento en
sentido contrario, pues no estaria fuera de lugar que en vez de negar de
entrada la validez de todo el relato tradicional, habría que demostrar previamente
su falsedad. Y este último objetivo, si la tradición es comprendida
de manera global, es prácticamente imposible de alcanzar, pese a los
esfuerzos que parece dedicar J. Poucet a tales propósitos. Cierto es que
debido a las condiciones que han determinado la composición del texto
analístico, perfectamente analizadas por nuestro colega belga, y como éste
ha llegado hasta nosotros, su historicidad levanta serias dudas en muchísimos
de sus elementos. Sin embargo, esta constatación no puede llevarnos
a una actitud de absoluto agnosticismo de cara a la tradición. Totalmente
Jorge Martínez-Pinna Los Reyes de Roma entre la leyenda y la historia
3 J. Poucet, Les Rois de Rome, p. 93.
4 J. Poucet, Les Rois de Rome, p. 132.
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cargado de razón señala Poucet numerosos casos de falsedad histórica que
se encuentran en los textos antiguos, y a esta lista se pueden añadir muchos
ejemplos más. Pero es indudable que junto a estos es posible situar otros
que presentan apariencia de verdad, si bien esta última puede presentarse
más o menos disfrazada por las propias circunstancias que concurren en la
elaboración de la tradición. Se hace por tanto necesario demostrar primero
la falsedad de estos hechos que no rechazarlos a priori como fabulaciones
de los antiguos.
Hace escasas líneas transcribía la razonada y pertinente afirmación de
J. Poucet de que el historiador de los orígenes de Roma no puede ampararse
en las caracteristicas de la documentación y situarse así al margen de los
criterios que rigen la crítica histórica. Sin embargo, no es menos cierto que
ese mismo hístoriador, aun afanándose igualmente en el principio fundamental
de la búsqueda de la verdad histórica, no puede pretender idénticos
objetivos concretos que el resto de sus colegas, pues en definitiva no dispone
de suficientes elementos de juicio. Y si los canales de información
son diferentes, también el método de trabajo ha de exigir determinadas
peculiaridades. De ahí la idea según la cual el estudio sobre los orígenes de
Roma tiende casi a convertirse en una subespecialidad dentro del campo
general de la Historia Antigua, a lo cual Poucet no parece ser totalmente
ajeno5. Un ejemplo que viene al caso del asunto que ahora discutimos se
encuentra, según creo, en la cuestión de si los reyes cuyos nombres
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