México Barbaro

Porfirio Díaz, uno de los presidentes de México más satanizados por la sociedad, pero a la vez con un avance tecnológico y en cuanto a infraestructura se refiere, enorme. A pesar de que este puede ser considerado como uno de los presidentes que más hizo avanzar al país, se puede juzgar que este adelanto se llevó acabo en un ambiente de injusticia política, social, y económica, donde como es sabido, las tierras solo le pertenecían a los ricos, y los pobres eran los más discriminados, cosa que se justificaba con la arquitectura de estilo francés, el ferrocarril, o el telegrama que se traía a México.

Para el pueblo del México de ese tiempo, un avance tecnológico, no era suficiente, también se exigía un trato digno, salarios razonables, pero en algunos casos su libertad, pues a pesar de todo en este país, el maltrato a los hombres mexicanos, era una calamidad.

A pesar de los testimonios de la gente de ese tiempo, una evidencia más de lo mal que la pasaba el pueblo de ese tiempo, es el libro de John Kenneth Turner, el reporte que plasma en su obra, “México Bárbaro” en el cual relata sus travesías dentro de este país, en el cual, la gente se vendía como muebles, como animales, sobre todo en el estado de Yucatán, donde la industria del “henequén” era la dominante, estado en el cual, los hacendados eran dueños de terrenos tan grandes que podrían albergar tanta gente que podrían hacerse mini ciudades, haciendas donde los esclavos, eran tratados de una manera inhumana, trabajando de sol a sol, separados de sus familiares que morían en el trayecto a las haciendas, con una comida al día, basada en una tortilla, una taza de frijoles y algo de pescado hediondo, además de un aperitivo de masa cruda. Las víctimas, personas de un grupo denominados “yaquis” que venían del norte del país, y algunas personas de origen maya, que por sus facciones y forma de vestir, sin preguntar siquiera, eran capturados y vendidos como animales, en lotes, o por cabeza, ¿escapar? Algo imposible, pues sus documentos eran administrados, para su fácil identificación, atados con el simple hecho de deber algo, una mínima cantidad a un hacendado, que a veces endeudaba a generaciones de familias con tal de hacerlos sus esclavos. Llevados a pie, al “valle de la muerte” donde eran azotados sin compasión, eran golpeados por antojo, o por no cumplir su cuota de hojas de henequén, donde las personas de edad adulta o los moribundos eran enviados a los “hambrientos” que no eran otra cosa que caimanes. Turner nos describe un país en el que el pobre era más que eso, donde el rico era el que tenía la sartén por el mango, donde las hermosas ciudades de estilo Francés, ocultaban la esclavitud que incluso los miembros del ejército padecían, país donde la política, es un mito, donde los antojos de una persona, eran los que decidían el rumbo de este.

Turner da a conocer su obra,

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