Reforma Educativa 1833
Enviado por crrs • 19 de Mayo de 2013 • 898 Palabras (4 Páginas) • 439 Visitas
Mora reconoció más tarde el valor de un plan de reforma presentado por Lucas Alamán en 1830, cuando era ministro. Habría dividido la instrucción en cuatro ramas, y en cada uno de los colegios existentes se alojaría una de las ramas; se introducirían nuevas materias y se suprimirían las inútiles cátedras de teología. El plan de Alamán fue breve y moderado, pues como él mismo dijo, el gobierno de Bustamante creía que, en todos los asuntos, era mejor reformar que crear de nuevo. De tal modo, la antigua universidad subsistiría junto a los nuevos establecimientos. Mora dijo, sarcásticamente, que Alamán en 1834, no rechazó la reforma liberal, de hecho, "en su defensa (Alamán) no disimula sus pretensiones a ser el autor de sus bases". El tono de Mora lo lleva a uno a sospechar que había algo de verdad en las pretensiones de Alamán. Por lo menos, esto constituye otro indicio más de que en las ideas de los dos hombres existieron puntos de afinidad.
Las reformas educativas de corta vida constituyeron el meollo de lo que Mora calificó a menudo de "Revolución de 1833". Todos los testimonios indican que, aunque nunca fue oficialmente ministro de Educación, Mora fue el arquitecto principal de los cambios. Formó parte del comité para la enseñanza nombrado por Gómez Farías (20 de septiembre de 1833) que más tarde se convirtió en la Dirección General de Instrucción, el nuevo organismo gubernamental consagrado a la enseñanza. Las reformas fueron revolucionarias por cuanto la universidad y la mayoría de los antiguos colegios del Distrito Federal quedaban abolidos y sustituidos por seis "establecimientos" controlados por el Estado, dedicados cada uno de ellos a una rama de la enseñanza. El gobierno nombraría a los profesores y directores. La nueva legislación, por supuesto, se dirigía contra la universidad, entendida como corporación, pero aún más contra la gran influencia que ejercía el clero a través de la educación. Por esta razón, en parte, El Indicador reimprimó los ensayos educativos de Jovellanos, que en su mayoría fueron escritos después de que dejó de ser ministro de Justicia en 1797, cuando la Iglesia se opuso a su plan de reforma. "Jovellanos es el mejor testigo de la inmensa dificultad de caminar en la instrucción pública”, escribió Mora. A pesar de los esfuerzos conscientes que hizo por ser radical, por ejemplo eliminando los antiguos términos de “universidad” y de “colegio” en favor del término neutro “establecimiento”, la reforma se mantuvo perfectamente dentro de las tradiciones hispánicas.
Mora, Zavala y los periódicos reformistas guardaron su más afilada retórica anticlerical para atacar el antiguo sistema de la educación superior. “La educación de los colegios -escribió Mora- es más bien monacal que civil”. La vida de los estudiantes estaba llena de “devociones más bien de la vida mística que de
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