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Revolucion


Enviado por   •  22 de Marzo de 2013  •  2.360 Palabras (10 Páginas)  •  331 Visitas

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1. El proceso revolucionario de 1811-1830 teniendo en cuenta la participación de los diversos grupos sociales y políticos.

Como todo proceso, el que comenzó en las provincias del antiguo Virreinato del Río de La Plata en 1810 contó con la participación de diversos actores sociales y políticos cuya actuación conjunta dio forma al movimiento revolucionario, debido esto a que ninguna etapa puede ser comprendida sólo desde la óptica del accionar de algunas figuras importantes, sino que hay que tener en cuenta el contexto socio-político que permite la emergencia de estas personas, al tiempo que da cuenta de la formación de sus caracteres principales. Al buscar la participación de los distintos actores, hay que pensar en sus motivaciones, qué los llevó a actuar de determinada manera, contextualizados siempre dentro de la sociedad en que se encontraban (y teniendo en cuenta los límites que esta les imponía). Desmitificadas ya las ideas sobre un nacionalismo primigenio que pudiera guiar el actuar de las personas, hay que ahondar un poco más para descubrir por qué los grupos sociales y políticos obraron como lo hicieron: ¿Por qué es distinta la participación de la campaña bonaerense a la de la de la Banda Oriental o de Salta? ¿Por qué las elites también son distintas? ¿Cómo participa el ejército? ¿Cómo actúan las clases subalternas de la ciudad? ¿Cuáles son las diferencias políticas entre los grupos más moderados y los más radicalizados, y a qué se deben? Es la intención de este trabajo hacer un análisis de estas cuestiones ya que puede servir para aclarar este asunto, de manera de lograr una mejor comprensión del proceso revolucionario en su totalidad, considerando todos los grupos que actuaron en él así como sus motivaciones.

Para comenzar, sería prudente realizar una enumeración de los principales actores sociales que formaban parte de la realidad tardo colonial, es decir, de la época que puede ser tomada como los albores del proceso revolucionario: los años 1806-1810, donde ocurrieron algunos sucesos (invasiones inglesas, desmoronamiento de la monarquía española) que serían determinantes en los años siguientes. Se trataba esta de una sociedad de antiguo régimen, estamental, esquemáticamente formada como una pirámide: en su cúspide se encontraban los comerciantes ligados con la metrópoli, en su mayoría peninsulares, cuya riqueza económica se debía a su posicionamiento monopolizante dentro del comercio que abarcaba desde el alto Perú hasta el puerto de Cádiz. También peninsulares, los seguía debajo en la pirámide el conjunto formado por la burocracia colonial y escolástica, de un alto reconocimiento social. Luego, aparecía la elite comercial criolla, de menor envergadura, vinculada a la anterior. Eran todos estos los miembros principales de la sociedad colonial, seguidos por un heterogéneo grupo de personas que conformaban los sectores medios (pulperos, hacendados, curas, etc.) y finalmente por la plebe urbana, el sector subalterno alejado de la toma de decisiones políticas, materialmente pobre, que abarcaba desde jornaleros y lavanderas hasta gente sin ocupación fija (se encontraban todos los estamentos mencionados dentro del ámbito urbano, habiendo más estamentos en el ámbito rural como ser los hacendados y la plebe rural) (1). Las invasiones inglesas de los años 1806 y 1807 determinaron la formación de los primeros cuerpos de milicias formados por nativos, lo que fue un suceso muy importante para las clases subalternas, ya que les permitió acceder a un lugar de reconocimiento social antes inexistente; al tiempo que funcionaba como centro de redistribución económica, ya que era la elite la encargada del mantenimiento económico de estos cuerpos.

La descomposición de la monarquía y la consiguiente formación de la primera Junta de gobierno en 1810 constituiría un hecho crucial en la vida de las ex –colonias del Río de La Plata. Al tratarse de un proceso revolucionario, consecuente con los sucesos de toda América, la guerra independentista llevada en contra de las tropas realistas (y en contra de propios hermanos americanos mayoritariamente) tomaría un lugar central: la revolución sólo se mantendría con el ritmo de la guerra, revistiendo esta la categoría de asunto central en las políticas del nuevo gobierno. Es de esta manera como se puede observar que la elite económica, sostenedora de la guerra y principal afectada por la descomposición del antiguo virreinato (y del antiguo mercado), véase posponer sus prerrogativas ante el mandato de la nueva elite política criolla en ascenso: un nuevo grupo de patriotas ilustrados surgidos en el proceso revolucionario, portadores de un conjunto de ideas más radicales o más moderadas que irían delineando el panorama futuro. Pero estas diferencias no eran menores, y el enfrentamiento entre radicales (entre quienes se encontraban Moreno, Castelli y Artigas entre otros) y los moderados (con Saavedra a la cabeza) podrá leerse como una de las claves para el mantenimiento de la dinámica revolucionaria, al concretarse en luchas facciosas por el poder. Con respecto a esto, es significativa la apelación que hacen estas facciones a las clases populares: mientras los más moderados aprovecharán de la movilización de las clases populares (propugnándola a través de los alcaldes por ellos manejados, como se ve en los hechos del 5 y 6 de marzo de 1811) pero se cuidarán de controlar los límites del proceso, los morenistas congregarán sólo a los intelectuales ya movilizados miembros de la elite ilustrada, en torno a reuniones en clubes o sociedades (el Café de Marco, o la Sociedad Patriótica), y tenderán a educar para extender los derechos reivindicados, pero moderadamente: serán llamados jacobinos por tener ideas de instaurar un mundo nuevo reconociendo valores de igualdad, libertad, pero sin caer en la manipulación popular. Distinto será el accionar de Artigas en la Banda Oriental, quien deberá construir sus bases apelando a todo aquel que adhiera a sus peticiones (por demás progresivas y radicales, como ser la formación de una confederación o el reparto de tierras), más allá de que sean quienes tengan menos para perder quienes finalmente lo sigan; y distinto será también el actuar de Güemes en Salta, quien sí construirá su apoyo en un ejército de gauchos, sin miembros de la elite. En todos los casos se observa cómo las elites revolucionarias deberán actuar según las necesidades coyunturales se lo impongan, acudiendo o no al apoyo popular, para vencer dentro de las luchas intra-elite.

Por otra parte, la posición de la elite pro-peninsular se vio cambiar luego de la revolución: en Bs. As. fue desplazada de los centros de poder y ampliamente resistida por la sociedad (su expulsión fue lo que motivó a las clases populares a movilizarse en abril de 1811), aunque en la Banda Oriental y en Salta

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