REVOLUCION
Enviado por claupp90 • 12 de Abril de 2013 • 2.658 Palabras (11 Páginas) • 277 Visitas
Revolución francesa
"La Libertad guiando al pueblo", Eugene Delacroix.
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Se conoce como Revolución francesa al proceso social y político ocurrido en Francia entre 1789 y 1799, cuyas principales consecuencias fueron:
— El derrocamiento de Luis XVI, perteneciente a la Casa real de los Borbones
— La abolición de la monarquía en Francia
— La proclamación de la Iª República
El mismo año de 1789, cuando los colonos norteamericanos publicaban su Constitución, estallaba la Revolución en Francia. Esta tuvo una repercusión tal, que se la considera como el inicio de la época Contemporánea.
Causas
Luis XVI, Rey de Francia.
Las ácidas críticas de los escritores de la Ilustración al sistema político imperante; el descontento general ante el fracaso de la política exterior que obligó a entregar el Canadá a Inglaterra, y las aspiraciones de la alta burguesía a intervenir en el gobierno de la nación, prepararon un clima propicio a la revolución. Ella estalló al agudizarse la crisis económica que venía sufriendo el país desde el final de 1763.
Las causas más influyentes fueron:
— La incapacidad de las clases gobernantes (nobleza, clero y burguesía) para hacer frente a los problemas de Estado
— La indecisión de la monarquía
— Los excesivos impuestos que recaían sobre el campesinado
— El empobrecimiento de los trabajadores
— La agitación intelectual alentada por el Siglo de las Luces
— El ejemplo de la guerra de la Independencia estadounidense
Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por:
— Largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV
— Mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV
— Las cuantiosas pérdidas que acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763)
— El aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783).
No tardaron en constituirse en toda Francia gobiernos provisionales locales y unidades de la milicia. El mando de la Guardia Nacional se le entregó al marqués de La Fayette, héroe de la guerra de la Independencia estadounidense. Luis XVI, incapaz de contener la corriente revolucionaria, ordenó a las tropas leales retirarse. Volvió a solicitar los servicios de Necker y legalizó oficialmente las medidas adoptadas por la Asamblea y los diversos gobiernos provisionales de las provincias.
María Antonieta y sus hijos. El temperamento frívolo de la reina concitó contra ella la animosidad del pueblo francés
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En agosto de 1774, el rey nombró controlador general de Finanzas a Anne Robert Jacques Turgot, un hombre de ideas liberales que instituyó una política rigurosa en lo referente a los gastos del Estado. Sin embargo, la mayor parte de su política restrictiva fue abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio obligado a dimitir por las presiones de la nobleza y el clero, apoyados por la reina, María Antonieta de Austria. Su sucesor, el financiero y político Jacques Necker, tampoco consiguió realizar grandes cambios antes de abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición de los mismos grupos.
La censura quedó abolida durante la campaña y multitud de escritos que recogían las ideas de la Ilustración circularon por toda Francia. Necker, a quien el monarca había vuelto a nombrar interventor general de Finanzas en 1788, estaba de acuerdo con Luis XVI en que el número de representantes del tercer estado (el pueblo) en los Estados Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos llegó a establecer un método de votación.
A pesar de que los tres estados estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación requería una transformación fundamental de la situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron la unidad de acción en los Estados Generales, que se reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789.
Las delegaciones que representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara rechazando los nuevos métodos de votación presentados.
El pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea de notables formada por representantes del clero, la nobleza y el tercer estado), cuya última reunión se había producido en 1614, y el rey Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas elecciones nacionales en 1788
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Las clases sociales que carecían de propiedades deseaban acceder al voto y liberarse de la miseria económica y social, y no tardaron en adoptar posiciones radicales. Este proceso, que se extendió rápidamente por toda Francia gracias a los clubes de los jacobinos, y de los cordeliers, adquirió gran impulso cuando se supo que María Antonieta estaba en constante comunicación con su hermano Leopoldo II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
La precipitación de los acontecimientos
Para solucionar los problemas económicos, el débil monarca Luis XVI convocó a los Estados Generales del Reino (una asamblea consultiva) que no se reunían desde 1614.
Esta convocatoria fue exigida por los "privilegiados" (clero y nobleza) quienes se negaban a pagar los tributos indispensables para conjurar la crisis económica. Los burgueses se aprovecharon de estas circunstancias y, ante la amenaza de la nobleza armada que pretendió mantener sus privilegios, movilizaron a toda la nación.
El pueblo salió a las calles de París y el 14 de julio de 1789, se apoderaron de la Bastilla. Esta prisión era el símbolo del absolutismo político y del régimen que se deseaba cambiar. En esta jornada, una muchedumbre de artesanos, obreros, tenderos, estudiantes y funcionarios se impusieron a las tropas reales.
El pueblo de París respondió con la insurrección ante estos actos de provocación; los disturbios comenzaron el 12 de julio, y las multitudes asaltaron y tomaron La Bastilla —una prisión real que simbolizaba el despotismo de los Borbones— el 14 de julio.
Durante el transcurso de los diez años siguientes a estos acontecimientos, los ideales revolucionarios demostraron su fuerza. Se obtuvo la libertad política, la dictación de una Constitución que dividía los poderes del Estado para garantizar la libertad individual, para asegurar la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y para permitir la expresión de la soberanía
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