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Revoluciones Politicas Inglesas


Enviado por   •  30 de Enero de 2014  •  3.443 Palabras (14 Páginas)  •  243 Visitas

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REVOLUCIONES POLÍTICAS INGLESAS

Los cambios del régimen político en Inglaterra durante siglos van consolidando un sistema de equilibrio de poderes. El

Parlamento fue ganando su importancia política como mediador entre el rey y el pueblo. La relación entre estas dos institu-

ciones fue, desde el siglo XIII, compleja y variada. El desarrollo económico origina nuevas fuerzas políticas sociales que

pretenden tomar parte en las decisiones del reino.

En el siglo XVI parecía que el frágil equilibrio logrado se rompería con el aumento de la autoridad del rey y la comple-

jidad de la lucha hegemónica europea, obligaba a la toma de decisiones rápidas, asegurándole un margen de autoridad.

Eso le permite a Enrique VIII ( 1509–1547 ) rompe con Roma en 1534 ( Carta de Supremacía ). La Carta es mucho más

que la reforma religiosa, es un medio para reafirmar el poder del rey ante las estructuras políticas y legales que le han

restado atributos. Así, Enrique VIII se libera de las limitantes político diplomáticas impuestas por el papa en Europa.

El rey se convierte en el jefe de la iglesia nacional inglesa, anglicana. Otro aspecto que lo beneficia es la reafirmación de

su autoridad ante los otros poderes y las leyes, que le restan autoridad. Con la Carta se inicia una etapa de cambios

políticos ( la reforma religiosa es parte del conflicto político ), sociales y, por supuesto, religiosos.

Lo que queda del feudalismo inglés desaparecerá a medida que se transforma la estructura política y económica. En ese

lapso Enrique VIII e Isabel I establecen gobiernos personales fuertes con la riqueza expropiada a los católicos. Así pueden

controlar a la nobleza, al clero anglicano y a la burguesía, pero no a las instituciones que regulan al Estado, especialmente

a la Cámara de los Comunes. El caso de Isabel I muestra hasta donde es posible llegar en la recuperación de sus atribucio-

nes enfrentando al Parlamento. La reina llega al poder con riqueza y fuerza, que incrementa con su capacidad de manejo

de la política. Pero no puede someter al Parlamento, menos cuando está de por medio la toma de decisiones que afectan

al reino. Para Isabel es fundamental consolidar al anglicanismo como religión oficial e instrumento de su poder. Un sector

de los parlamentarios son concientes de eso y se oponen al crecimiento de la autoridad real y constantemente tratan de

‘ regular las decisiones de la reina en aspectos fundamentales como la religión, la sucesión, libertad de expresión, seguir-

dad del reino’: ( Trevor–Roper, 1988. p. 323. ) “ … de la persona de la reina ”, es decir, la elección del príncipe consorte.

Isabel I muere en 1603 sin dejar heredero por lo que la corona pasa de la casa Tudor a la Estuardo. Jacobo VI de Escocia

( 1566–1625 ), hijo de María Estuardo, se convierte en rey de Inglaterra como Jacobo I. Gobernó Escocia con el principio

de derecho divino de los reyes y pretendía hacer lo mismo en Inglaterra. Eso lo lleva a enfrentar al Parlamento; especial-

mente con la Cámara de los Comunes opuesta a la supremacía de la corona. El rey reina en constante lucha con el

Parlamento, instituciones semiautónomas, leyes e iglesias. Como el Parlamento se negaba a darle el presupuesto que le

pedía, lo disuelve varias veces. Para gobernar Inglaterra Jacobo se convierte al anglicanismo y pretende que todos sus

súbditos lo hagan. Con esto aviva el radicalismo de los puritanos y la protesta de las otras iglesias del reino, especialmente

de los católicos que pretendían recuperar los bienes quitados a la iglesia y nobles católicos, así como sus títulos. Inglaterra

estaba en un proceso de transformación social y económica que enfrenta los ingleses. Los Estuardo introducen el factor

político que agudiza los conflictos que llevan a la guerra.

En 1625 muere Jacobo I y le sucede su hijo Carlos. La postura de Carlos I es abiertamente absolutista con lo que polariza

a los sectores políticos y sociales ingleses. El rey pretende recuperar los atributos que ha perdido ante las leyes y el Parla-

mento. Éste, a su vez, no está dispuesto a perder las facultades legislativas, legales y políticas ganadas a la corona.

En 1628 dos acontecimientos llevan a la ruptura del rey con el legislativo. El primero es el intento de que el rey acepte

la autoridad de las cámaras jurando la Petition of Righits. Leyes que impiden al rey afectar los derechos de sus súbditos.

Por ejemplo no puede aprobar y recaudar impuestos solo, se requiere que lo haga con el parlamento. Tampoco puede

ordenar arrestos sin la orden de un juez, afectar las libertades, ni ordenar el exilio de nadie sin un juicio previo.

El otro acontecimiento que enfrenta a los dos poderes es el asesinato del duque de Buckingham, Primer Ministro. El rey

acusa al Parlamento por el asesinato de su ministro y lo disuelve asumiendo el gobierno, ahora reina y gobierna. Carlos I

toma el control del gobierno, de los impuestos, pretende disminuir los derechos del pueblo, especialmente los que otorgan

autonomía a ciertos sectores de la sociedad, y trata de imponer el anglicanismo en sus reinos. Lo único que logra es profun-

dizar las diferencias con los católicos, puritanos y presbiterianos.

La política de unificación religiosa de Carlos I lleva a la guerra con Escocia ( presbiteriana ) en 1638. Esta pretensión es

apoyada por Guillermo Laud arzobispo de Canterbury y el Primer Ministro conde de Estrafford. Así la guerra se convierte

en problema político, religioso y financiero para la corona en Inglaterra, ya que el rey por sí solo no pude aumentar o crear

nuevos impuestos. La guerra no favorece a Carlos I que se ve obligado a convocar al Parlamento, Corto, en 1640 para obte-

ner recursos y poder seguir la guerra. La falta de recursos no se deben únicamente a la guerra, los ingleses dejan de pagar

impuestos destinados a la armada. El Parlamento aprueba los recursos que pide el rey y éste ordena su disolución; los

Comunes se oponen, representan los intereses de los burgueses, opuestos a una guerra que paga el pueblo, es decir, ellos.

Las políticas de Carlos I dividen y debilitan la posición del reino en la política europea a favor de Francia, España y

Roma. Los católicos ingleses reciben el apoyo de esas potencias para debilitar aún más al Estado británico. El panorama

se complica cada vez más y los Comunes se van

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