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Sociologia Politica

joanita5632 de Marzo de 2014

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EL CONOCIMIENTO SOCIOLÓGICO Y LA SOCIOLOGÍA POLÍTICA

Dr. Jorge Hernández Martínez

Entre las esferas específicas o subsistemas que conforman la sociedad, la política es, probablemente, la que mayor atención ha recibido por las ciencias sociales y la que cuenta con mayor antigüedad en su definición como objeto de la reflexión científica. En su estudio convergen diversas disciplinas como la filosofía política, ciencia política, psicología política, antropología política y la sociología política. En rigor, se trata de abordajes que, por encima de las diferencias entre las teorías y conceptos de partida, comparten la certeza de que para comprender el comportamiento social del hombre, su ligazón con la sociedad global y con las demás esferas o subsistemas -como por ejemplo, la economía y la cultura-, es necesario entender antes el universo político.

Con independencia de las diferentes adscripciones teóricas e ideológicas, podría decirse que cuando se habla de la política como objeto del conocimiento social se coincide en que se trata de una región de la totalidad social en la que se expresan posiciones de poder, intereses económicos, relaciones y diferencias de clase, entramados de dominación, símbolos de autoridad, niveles de jerarquía y subordinación, prácticas de control o represión. Como regla, se asume también la presencia protagónica en esa esfera de cuerpos institucionales, como el Estado, el Derecho, los partidos y grupos de presión, y aunque no ocurre siempre, cada vez más se incluye en ese universo a fenómenos como la llamada sociedad civil, la socialización, la cultura y la ideología políticas. A pesar de las diferencias entre las propuestas de corrientes clásicas en las ciencias sociales, como el positivismo, el neokantismo y el marxismo, no hay duda acerca de la pertinencia que todas le reconocen al poder, las clases sociales, la dominación, la autoridad y al Estado, como espina dorsal que sostiene y dinamiza los distintos sistemas políticos que han existido, desde la sociedad esclavista hasta la actualidad. Con disímiles conceptos y ponderaciones, esa podría ser la conciencia común de autores clásicos, cuyas orientaciones teóricas son bien diferentes, como Comte, Marx y Weber.

Sobre la base de esta constatación, y asumiendo la perspectiva de que la política es un fenómeno histórico, con un carácter contradictorio, cambiante y sumamente complejo, el presente ensayo se propone una meta limitada: explorar el proceso mediante el cual la política se convierte en objeto de atención para la sociología, argumentando la particularidad de la mirada con que esta disciplina -a diferencia de otras ciencias sociales define su posición científico-epistemológica y se acerca a los fenómenos que estudia, incluidos los de connotación política.

Las notas que siguen no tienen pretensión alguna de exhaustividad ni de sentido conclusivo. Más bien se ubican en el terreno de la búsqueda, la polémica y el intercambio con otros estudiosos. Su intención única es presentar puntos de vista que se derivan de la experiencia docente e investigativa de su autor, acumulada en el estudio de la historia de la sociología, la teoría y la metodología sociológica y politológica, por requerimientos de la enseñanza universitaria, y de la investigación de procesos sociopolíticos vinculados a las relaciones internacionales, por imperativos de la práctica social.

I

El debate acerca de las características diferenciales, las semejanzas, puntos tangenciales o de superposición de las diferentes ciencias sociales (sobre todo de las particulares) no es algo nuevo, pero tampoco algo terminado. Es lógico que así sea, toda vez que, en definitiva, todas comparten el campo de estudio en su sentido más amplio (la sociedad), si bien cada una de ellas se detiene en alguno o algunos de sus componentes. Esa discusión, referida tanto al objeto como al método y funciones cognoscitivas de la filosofía de la historia, la ciencia histórica, la sociología, antropología, ciencia política, psicología social, antropología cultural, se manifiesta también, desde luego, en aquellas especializaciones dentro de cada una de las disciplinas citadas, que verticalizan sus indagaciones en determinados problemas. En su mayoría, ellas contienen, en tal sentido, vertientes que se ocupan, por ejemplo, de la familia o de la economía, con lo cual se habla y se defienden esferas de competencia teórica y metodológica determinadas para una psicología de la familia, y una sociología de la familia; o para una historia económica y una sociología económica.

Antes de llegar a estas especificaciones, en el caso que nos concierne se impone, al menos, comprometer el criterio de partida con el que este ensayo asume la demarcación de la sociología como ciencia social. Con razón, decía Lucio Mendieta y Núñez que “lo que distingue a la sociología de las otras ciencias sociales es la extrema complejidad de los fenómenos que estudia (...). La sociología estudia lo que es común a todos los fenómenos sociales y cómo se hallan relacionados entre sí los elementos no comunes de esos fenómenos. Esto no se encuentra en ninguna otra ciencia de la sociedad (...). Para lograr el conocimiento científico de la sociedad era necesario que se ocupara de estudiarla en su conjunto, como un todo, como resultado de un entretejido de los fenómenos sociales

investigados por cada una de las diferentes ciencias sociales; que estudiara la forma en que los diversos fenómenos colectivos se integran en la vida social; pero no desde un punto de vista filosófico, trascendente, puramente especulativo, sino desde el punto de vista de las realidades concretas científicamente captables y comprobables. Así ha llegado la sociología, en la actualidad, a la cabal determinación de su objeto y contenido, como ciencia autónoma de la realidad social”.

Bajo esta comprensión -a la que se adscriben las presentes notas-, queda claro que la sociología se interesa legítimamente en la diversidad de fenómenos y procesos que acontecen en la sociedad, tanto desde el punto de vista histórico y demográfico, como étnico, psicológico, económico y cultural. Lo que le brinda al conocimiento sociológico su especificidad no lo es, por consiguiente (como ocurre con otras ciencias sociales particulares, con la excepción de la historia) la aprehensión de tales o cuales aspectos, sino la visión de conjunto, el enfoque abarcador, holístico, que busca y establece el entramado de interrelaciones entre los distintos factores, fenómenos, procesos, que coexisten -en una

relación dialéctica, en la que se excluyen y presuponen mutuamente- en la sociedad, asumida ésta como un todo, o sea, como un sistema o formación social, definido por coordenadas histórico-concretas, en términos espacio-temporales.

Como disciplina científica que procura independizarse dentro del mosaico de las ciencias sociales, la sociología nace en Europa, entre las décadas del cuarenta y del cincuenta del siglo XIX, como una forma discursiva consustancial a la modernidad. Echando mano a los métodos de las ciencias naturales en boga, y a las concepciones que daban cuenta del dinamismo e interrelación de los fenómenos bajo estudio, compromete sus visiones del mundo y su vínculo intelectual con la realidad a partir de intereses de clase, de identificaciones políticas, en una escena posterior a la revolución francesa, definida por el ascenso del capitalismo, oscilando entre las pretensiones de legitimación del orden burgués, de una parte, y de su subversión revolucionaria, de otra.

En la medida en que los efectos de la mencionada revolución burguesa se consolidaban, y se abría paso luego un proceso de expansión de derroteros parecidos por los distintos países europeos que establecían de modo ejemplar el modo de producción capitalista en Francia, Inglaterra, Alemania (que algo después se expresaría también en América del Norte, como consecuencia de la guerra civil en Estados Unidos, en los decenios de 1860-70), la sociología aparece a través de dos versiones contrapuestas. Por un lado, el positivismo social de Comte, que hace suyo el imperativo de estudiar las instituciones, colocando el estudio del orden y el progreso en el centro de la teoría sociológica, junto al despliegue de la metodología basada en la observación, la comparación y la experimentación.

Heredera del conservadurismo, se apegaba a la defensa y justificación del orden establecido, a la perpetuación del joven Estado burgués. Sus fundamentos remitían al idealismo filosófico, la metafísica, el reduccionismo gnoseológico. Su aspiración de objetivismo subestimaba los aspectos subjetivos. Por otro lado, la concepción de la historia aportada por Marx, empeñada en el examen de las relaciones sociales, servía de base a una sociología de base filosófica materialista y método dialéctico, argumentaba la necesidad y posibilidad de cambiar el orden social vigente y proponía una alternativa afincada en los intereses de la clase obrera, que conllevaba arrebatar el poder estatal a la burguesía. Su sentido de la objetividad no respondía a la adopción del rasero cognoscitivo de la biología y la física, sino a una asunción de condicionamiento social del conocimiento, que replanteaba el enfoque de la subjetividad.

De esta manera, desde su nacimiento, la sociología como ciencia social autónoma -o al menos, relativamente independiente-, aparece en el horizonte del pensamiento social como una suerte de bifurcación intelectual, en cuya estructuración se afianzan, de modo prácticamente paralelo, en medio de un proceso que no es lineal y que hasta cierto punto

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