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X. CICERÓN Y LOS JURISCONSULTOS ROMANOS.


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  5.588 Palabras (23 Páginas)  •  1.858 Visitas

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X. CICERÓN Y LOS JURISCONSULTOS ROMANOS.

A COMIENZOS del siglo I a. C. los procesos políticos comenzados en la conquista de Oriente por

Alejandro estaban casi completos. Todo el mundo mediterráneo se había fundido y había llegado a

ser, en grado no pequeño, una sola comunidad. La ciudad-estado había dejado de contar y no había

naciones políticamente conscientes, tales como las que ha producido la Edad Moderna. Era ya

visible es el sor de Macedonia, así como Egipto y de los reinos asiáticos, sería Roma, y que el

mundo civilizado conocido se uniría bajo un solo dominio político, como ocurrió en el curso del siglo

siguiente. Por otra parte, a comienzos del siglo I la filosofía estoica había difundido las ideas de

justicia natural, estado universal y ciudadanía también universal, aunque esos términos tenían más

bien sentido ético que jurídico. Estaba preparada la escena para que se pudiera producir un ulterior

desarrollo y clarificación de esas ideas filosóficas. Perduraba la ética más negativa de epicúreos y

escépticos-la identificación de la "naturaleza" con el egoísmo individual-, pero el futuro, al menos

inmediato, pertenecía a las ideas desarrolladas por los estoicos. Éstas se habían dispersado tanto

que había perdido su identificación con un sistema filosófico y habían llegado a ser patrimonio común

de todos los hombres educados.

Ésas ideas comprendían una serie de convicciones de importancia ética o religiosa, pero no

dotadas de un grado muy alto de precisión filosófica. La tendencia cada vez mayor de las escuelas a

tomar conceptos elaborados por otras, había perdido incluso algo de precisión que tenían en el

estoicismo de Crisipo, cosa lógica al llegar a ser corrientes en una cultura sustancialmente tenía

ámbito universal. Comprendía la creencia en que el mundo está sujeto al gobierno divino de un dios

que es, en algún sentido, razonable y bueno y que, en consecuencia, se encuentra con los hombres

en una relación comparable a la de un padre con sus hijos. Comprendía la creencia en que todos los

hombres son hermanos y miembros de una común familia humana en la que su realidad les hace-en

cuatro especies-semejantes a Dios y, en cierto modo fundamental, semejantes entre sí, aún tomando

en cuenta las diferencias creadas entre ellos por la diversidad de lenguaje y de costumbres locales.

De ahí que existan algunas normas de moral, justicia y racionalidad de la conducta, obligatorias para

todos los hombres, no porque estén incluidas en el derecho positivo o porque su relación vaya

seguida de una pena, sino porque son intrínsecamente justas y merecedoras de respeto. Por últimoy

ello es acaso la más vaga de todas las nociones estoicas-se consideraba que todos los hombres

son, por naturaleza, fundamentalmente "sociales". Esta idea no tenía una precisión comparable a la

etapa superior de su desarrollo en la civilización de la ciudad-estado. No hacía sino seguir el respeto

a las leyes de Dios y de los hombres es un don innato de la naturaleza humana y que, siguiendo la

guía de esa reverencia innata, el hombre perfecciona su propia naturaleza, en tanto que se degrada

y decide hacer lo contrario.

El desarrollo de estas ideas en el siglo I a. C. y en los dos o tres inmediatamente posteriores

siguió dos líneas principales. La primera continúa la dirección de indicada por la influencia del

estoicismo en los comienzos de la jurisprudencia romana; tuvo como resultado introducir el derecho

natural en el aparato filosófico del derecho romano. La segunda estuvo relacionada con las

consecuencias religiosas y en la idea de que el derecho y el gobierno tienen sus raíces en el plan

formulado por la divina Providencia para guía de la vida humana. En ambos casos el desarrollo de

una filosofía política fue algo incidental. El único de los escritores que es necesario considerar y que

trata de formular una teoría política fue Cicerón, y su esfuerzo por estudiar los problemas políticos de

la República romana es la parte menos importante de su obra. Pero aunque la teoría política no era

más que incidental una serie de finalidades más generales que en el primer caso, la construcción de

un sistema de derecho y jurisprudencia y en el segundo, la construcción de una teología en

organización eclesiástica-, las formas de pensamiento político de ella resultantes se separaron

mucho del punto de vista que había predominado en la teoría política griega y ejercieron una

profunda influencia sobre la reflexión política de los siglos siguientes. La presunción de que el estado

es una criatura del derecho y no debe estudiarse como hecho sociológico o como bien ético, sino en

términos de competencia jurídica y de derechos-el "juridicismo"-apenas había sido en el

pensamiento griego; ha sido parte intrínseca de la teoría política desde la época romana hasta

nuestros días. La relación del estado con las instituciones religiosas y de la filosofía política con la

teología, que apenas habían sido problemas para los griegos, plantearon las cuestiones principales y

tiñeron las discusiones de todos los problemas durante la Edad Media y hasta bien entrada la

Moderna. Por consiguiente, los cambios introducidos en la historia de la tierra política en la época

inmediatamente anterior al comienzo de la era cristiana y la que siguió fueron de importancia

fundamental, aunque no dieran por resultado ningún tratado de filosofía política.

Ese capítulo y el que sigue se ocupan, respectivamente, de las dos tendencias, la jurídica y la

teológica. Por lo que se refiere a las fechas, son casi paralelas. Acaso se necesiten algunas palabras

de explicación del por qué de colocar a Cicerón en la primera y a Séneca en la segunda, violando la

disposición cronológica y pasando por alto la ruptura que podría suponer reducida con el

advenimiento del cristianismo. El motivo de incluir a Cicerón en el mismo capítulo de los

jurisconsultos no es, desde luego, que fuera un gran jurista-que no lo era-, ni que los otros

jurisconsultos leyeran sus obras. No es sino de sus ideas políticas parecen tener tono secular por

ello una afinidad relativamente íntima con las de los jurisconsultos. Por otra parte, Séneca y premio a

su filosofía una tendencia decididamente religiosa. Al incluir a Séneca en el mismo

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