Análisis Del Cautivo
Enviado por DLTA • 12 de Enero de 2013 • 1.113 Palabras (5 Páginas) • 8.991 Visitas
Análisis del discurso narrativo en El cautivo de Jorge L. Borges.
A pesar de su brevedad, en el texto El cautivo de J.L. Borges están presentes algunas de las características más relevantes de la narrativa del autor rioplatense. En primer lugar, señalamos la ambigüedad en el género, que contiene aspectos de la narración pero que denota también rasgos del ensayo. Otra característica borgeana es el tema del tiempo, y más precisamente, el tiempo cíclico, y la memoria. El estilo, por su parte, pone en evidencia la síntesis y la precisión en el manejo de la lengua, que no se pierde en inútiles rodeos formales. Pero el rasgo sobre el que nos queremos detener es el del manejo de la modalidad discursiva, que se relaciona con otra constante de la obra de este autor: el texto que revela su propia construcción.
Ante todo, es preciso destacar que el texto, comprendido en un solo párrafo (no hay ni un punto y aparte que lo divida), permite reconocer dos partes caracterizadas por un diferente tipo de discurso: la primera, de tipo narrativo (desde el principio hasta la penúltima oración inclusive.) y la segunda, con un discurso de tipología diferente. En efecto, a partir de Yo querría saber qué sintió… etc., etc. el texto abandona el relato y se centra en una expresión de deseo que es, al mismo tiempo, una reflexión y un comentario a propósito del hecho narrado. También pueden diferenciarse los dos fragmentos porque el primero está construido en tercera persona (la única vez que aparece la primera persona es un un apartado entre paréntesis); mientras que el segundo está construido alrededor de un yo). La parte narrativa, a su vez, desde el plano de la historia puede dividirse en una introducción, un conflicto y un desenlace; pero si bien la introducción y el desenlace están presentados a grandes rasgos, sin detallar los hechos y subrayando más bien la duda con respecto a cómo realmente sucedieron las cosas, el fragmento central, el del conflicto, está concentrando el interés.
El relato está conducido por un narrador en primera persona, un yo que, sin embargo, va contando con el cuidado de no comprometerse con la veracidad de los hechos que refiere. De esa manera, el narrador presenta una historia, pero sin comprometerse con la autencidad o no de la misma, y revelando en las líneas finales (donde se explicita el pronombre “yo” varias veces, a pesar de que gramaticalmente no resulta necesario en una lengua como el español) que lo que realmente interesa de esa historia al narrador es la posibilidad de reflexionar sobre el tiempo y la memoria, la anulación temporal en la fusión del pasado y del presente en un solo instante. En efecto, a lo largo del relato se advierte la presencia de marcadores de duda, ya sea en el plano léxico, ya sea en el plano sintáctico, a través de categorías y funciones. El narrador no se limita a relatar los hechos sino que a medida que lo hace va reflexionando, opinando, dialogando con el receptor y elaborando al mismo tiempo un discurso metanarrativo: el texto que revela su propia construcción, como se decía más arriba. Se pasa a analizar, a continuación, las partes más sobresalientes.
En el primer enunciado se advierte ya al lector que la historia que se va a presentar es una historia recogida de otra parte, no es una historia que el narrador haya inventado o protagonizado o de la cual haya
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