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Causas y consecuencias y posibles enfermedades de los desastres naturales


Enviado por   •  12 de Junio de 2013  •  Ensayo  •  1.882 Palabras (8 Páginas)  •  601 Visitas

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CAUSAS Y CONSECUENCIAS Y POSIBLES ENFERMEDADES DE LOS DESASTRES NATURALES.

La trasmisión de enfermedades contagiosas inmediatamente a desastres naturales puede ser influida por seis factores:

a) Las enfermedades existentes en la población antes del desastre y los niveles endémicos que la misma padecía; b) los cambios ecológicos provocados por el desastre (creación de nuevos sitios de cría de veptores); c) los desplazamientos demográficos; d) el daño a edificios de servicios públicos; e) el desquiciamiento de los programas de control de enfermedades y f) la alteración de la resistencia individual a las enfermedades.

Enfermedades preexistentes en la población

En todas las épocas, la guerra, el hambre y los disturbios sociales han guardado intima relación con epidemias de tifus por piojos y fiebre recurrente, peste, viruela, cólera, shigelosis y otras disenterías, fiebres tifoidea, y paratifoidea y tuberculosis. Hasta comienzos de este siglo el número de muertes atribuibles a enfermedades ocasionadas por las guerras quizá era mayor que el producido por la propia actividad militar; durante el hambre en Europa, hasta mediados del siglo pasado, y en los países en vías de desarrollo en la actualidad, los efectos de la inanición por lo común han sido agravados o rebasados por los efectos de la enfermedad.

Tal vez por el principio de asociación mencionado se piensa todavía que las epidemias que surgieron en épocas pasadas constituyen un peligro general para la población afectada por desastres naturales. Después de muchas calamidades importantes de este tipo acaecidas tanto en países industrializados como en vías de desarrollo, entre los supervivientes se propagan rumores de epidemias (típicas de entidades bien conocidas, como peste, fiebre tifoidea, cólera y rabia). A este respecto, es importante mencionar que las organizaciones de auxilio han orientado muchos de sus esfuerzos a planear y llevar a la práctica programas de vacunación preparados de prisa y casi todos orientados contra la fiebre tifoidea y el cólera.

A pesar de lo expuesto, el peligro de que surja una epidemia posteriormente a un desastre guarda relación con los niveles endémicos de enfermedades en la población y si un agente infeccioso no exista en ella antes de la calamidad, por lo común no hay peligro de que se produzca un brote de tal padecimiento. En el presente siglo y en el nivel mundial, han cambiado en grado sumo los patrones de aparición y la trascendencia de diversas enfermedades, dicho cambio ha modificado considerablemente los peligros de su manifestación seguidamente de desastres naturales. En los países industrializados, los mejores niveles económicos y de vacunación contra enfermedades comunes, la mejora en los abastos de agua y otras providencias adoptadas en materia de salud pública, así como el acceso general a servicios curativos eficientes, han eliminado seculares brotes de padecimientos y disminuido de forma impresionante la importancia de otros más. En países en vías de desarrollo, los niveles de frecuencia de enfermedades contagiosas aún son altos, y, en términos generales, siguen siendo la causa principal de muerte y morbilidad. Sin embargo, incluso en estos últimos países, los cambios ecológicos y actividades de salud pública han modificado de forma determinante los patrones de enfermedad. Se ha erradicado alguna, por ejemplo, la viruela; otras, como el tifus por piojos y la fiebre recurrente, han sido reducidas a zonas relativamente pequeñas y a regiones remotas; y hay casos se puede mencionar dentro de ellos el paludismo en los cuales se ha logrado su erradicación en algunas áreas y su control parcial en otras.

Los cambios mencionados en el patrón de aparición de enfermedades después de catástrofes, en diversas regiones del mundo, han derivado en dos consecuencias directas destinadas al control de las mismas: 1) la probabilidad de que surja un brote con posterioridad a una calamidad puede ser mayor en los países en vías de desarrollo que en los industrializados; y 2) en muchos países subdesarrollados, que a veces sufren desgracias naturales, el principal peligro no proviene de enfermedades previamente asociados con "desastres". Las entidades que revisten más importancia son aquellas que aparecen comúnmente se atribuyen a la pobreza y a los niveles bajos de salud pública, como sucede en los países subdesarrollados; dichas enfermedades incluyen muchos tipos de diarrea y disentería de diversos orígenes, sarampión, tos ferina y difteria, infecciones de vías respiratorias, meningitis meningocócica, parasitosis intestinales, sarna y otras dermatosis, tuberculosis, y en muchas regiones del mundo, paludismo

Obviamente, la posibilidad de padecimientos epidémicos, como el tifus por piojos, la fiebre recurrente y el cólera, se manifestarán en zonas en las cuales, tales enfermedades presentan un carácter endémico, por ejemplo, dichos trastornos fueron la causa de muchas muertes durante la hambruna de 1972/73 en Etiopía [20]. En muchas zonas del mundo, las enfermedades mencionadas constituyen un riesgo mínimo o nulo posteriormente a desastres naturales.

Cambios ecológicos resultantes de los desastres naturales

Las calamidades de índole natural pueden modificar las posibilidades de diseminación de enfermedades al alterar los diversos factores del entorno ecológico. En esta situación las más importantes son las trasmitidas por vectores, como los mosquitos, y por el agua.

Las enfermedades trasmitidas por vectores, de las cuales la más importante quizá sea el paludismo, pueden aumentar en frecuencia a resultas del mayor número de criaderos de zancudos y por la mayor exposición de la población a tales vectores, al quedar a la intemperie por pérdida de sus moradas en la práctica, las diversas situaciones susceptibles de surgir con posterioridad a un desastre y la gran variación en los patrones de multiplicación y picadura de las especies de Anopheles que pueden trasmitir el paludismo revisten características tales que es imposible formular generalizaciones respecto de ellos. Por ejemplo, Western [37] ha destacado que las lluvias torrenciales en la costa del Caribe, en América Central, disminuyeron el número de A.aquasalis

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