Cuento
Enviado por noeeeliiiaa • 25 de Mayo de 2014 • Resumen • 612 Palabras (3 Páginas) • 215 Visitas
Recuerdo que el miércoles estaba muy aburrida en casa esperando a mi esposo cuando se me ocurrió ir a dar un paseo a la plaza de la ciudad, hace mucho tiempo no la visitaba y necesitaba un respiro en esta vida. Creo que la última vez que anduve por esos lados fue con mi abuelo antes de fallecer, o sea hace unos 10 años.
Cuando llegué a la plaza me llamó la atención el cambio que había sufrido el lugar y hay que decirlo, estaba millones de veces más lindo de lo que recordaba. Había mucha gente, yo pensaba que el lugar se había convertido en un desierto, se escuchaban muchos niños corriendo, riendo, siendo felices, eso inmediatamente me llenó de alegría.
Inspeccionando el lugar vi a una estatua, pero después me di cuenta de algo, ¡Se movía! Un turista con pinta de gringo le dejaba una moneda en el sombrero que estaba en el suelo y la estatua hacia unos movimientos maravillosos, creo que quienquiera que estaba debajo de ese disfraz es bastante talentoso.
Seguí caminando y una cantidad enorme de palomas sobrevolaron mi cabeza, al principio me asusté pero luego me pregunté ¿De dónde vienen tantas palomas? Mire a mi alrededor y encontré mi respuesta, un caballero le estaba dando alimento a las aves, él se veía muy contento al ver que las palomas disfrutaban de la comida.
Continué con mi paseo por la plaza, no recordaba que fuera tan grande, a la vez que avanzaba me encontraba con muchas curiosidades. Unos malabaristas estaban en la esquina de la plaza junto al semáforo practicando, seguramente esperaban a que éste se pusiera rojo y hacer su show para ganar unas monedas.
Al otro extremo de la plaza me pareció ver a una hip-hopera bailando, que manera de moverse, ¡Creo que ni en mis mejores tiempo pude moverme así!
Miré a mi derecha y un ola de recuerdos vinieron a mí, las ramas del gran árbol en el que me colgaba cuando pequeña estaba enfrente mío, que lindos recuerdos. De pronto una señora con una gran manguera se acercó al árbol y comenzó a regarlo, un niño se tuvo que bajar de él para no mojarse y ganarse el reto de su madre.
Un mimo se me acercó y empezó a burlarse de mí, la verdad me reí mucho, le dí una moneda, el mimo me lo agradeció y siguió su camino. Inmediatamente un vendedor ambulante me habló, creo que noto que andaba con mi monedero y pensó que tal ves le compraría algo. Me ofreció una botella de agua y no tuve que pensarlo, estaba muy cansada y necesitaba hidratarme.
Mientras tomaba agua recordé que mi marido ya debía estar por llegar a casa así que comencé a tomar mi camino. Todo el camino a casa lo hice con una gran sonrisa en mi rostro, necesitaba ese respiro y además recordé todos los hermosos momentos que viví en ese lugar. Creo que volveré más seguido para volver a sentirme una niña.
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