DEL MUERTO AL REZO
Enviado por abdulsaire • 6 de Julio de 2014 • 1.814 Palabras (8 Páginas) • 199 Visitas
DEL MUERTO AL REZO
Por: Luis Benjamín Covarrubias Rivera.
Obviamente no se puede discutir, entregar una opinión, ni mucho menos dar a conocer un punto de vista sin antes entrever las causas y efectos de un determinado suceso; sin embargo, dentro del ámbito ambiental, lo primero que se observa es el efecto y sin más ni menos, únicamente se estudia los resultados, mas no la causa ni por qué se suscitan tales hechos.
Durante muchos años, décadas, siglos, hasta milenios, el ser humano ha sido dueño y señor de la madre naturaleza, y dentro de esa facultad concebida únicamente por él, de una manera egoísta y egocéntrica, ha realizado tanta acción, como palabras pueda pronunciar, y todas al unísono sin conocer las consecuencias de ello. Esto ha conllevado que generación en generación, se desnaturalice la concepción de sistema internatural o plataforma ambiental.
La tendencia depredadora de la naturaleza, conlleva a que el propio ser humano, esté alimentándose de sus pies, en un círculo vicioso, sadomasoquista y necia, bajo el título de innovación, superación, modernización, desarrollo o cuanta falsa denominación o palabra mal interpretada pueda usarse, en bienestar de unos cuantos y con la ceguedad de muchos otros.
Galeano, manifiesta y enriquece a las grandes culturas que precedieron antes de la conquista española; sin embargo, no toma en cuenta que la necesidad de satisfacer el instinto superior del hombre, ha sido motivo suficiente para que éste disponga de los bienes naturales de una manera indiscriminada, haya o no haya conquista. No se puede negar el sentido más racional de estos actos en aquel entonces, pero tampoco se puede dejar de lado el instinto humano de querer ubicarse en la cima de la cadena ambiental, sobre cualquier otro ser vivo o natural.
En el incanato, pese a que se mantenía muy “rigurosamente”, el respeto hacia los animales, los astros y otros elementos naturales, no se dejaba de someter otros tantos bienes, que no eran materia de adoración, siendo así que algunos animales (en su mayoría) eran cazados como parte de la diversión inca, y otros (muy pocos), eran venerados por la capacidad que tenía éste al enfrentarse a los tentáculos y vicios humanos. Como en cualquier otra cultura a nivel mundial, desde tiempos inmemoriales siempre se ha visto la necesidad del ser humano en poder ser algo más, querer demostrar que él estaba por encima de todo lo que le rodeaba, habiendo inclusive justificado su conducta en forma positiva y jurídica, al autodenominarse sujeto y todo lo demás objeto (que en términos ligeros y literales, es una cosa sin esencia ni valor).
Galeano mucho manifiesta que los conquistadores, los amantes religiosos, los desmerecedores de las coronas, los grandes piratas, los maestros del poder y dueños de los innumerables y ahistóricas sectas masónicas, y otros tantos “señores”, fueron los causantes de la degradación natural, pues ellos supuestamente incitaron al hombre a dejar de lado el respeto por la naturaleza y los tantos rituales que mantenían, atribuyéndoles actos satánicos o antimorales. Pues, personalmente no estoy de acuerdo con dicha teoría, ya que el hombre siempre busca la satisfacción de su instinto sádico-subjetivo, mediante la destrucción de cosas, objetos o simplemente recursos naturales.
Eduardo Galeano hace mucho hincapié, y prácticamente culpa en forma directa a los invasores de ser los causantes de la depredación natural en nuestro país, pues estos grandes invasores, no fueron exactamente los que propinaron estos actos, que hoy en día los denominamos “barbáricos”. Tanto se habla de un respeto a lo natural por parte de nuestros antepasados, que no pueden ver que hasta ellos, en esta época hubiesen sido catalogados de barbaros.
La naturaleza en sí, no debería ser considerada como un “Dios creador de vida” ni como un “elemento de provecho económico”, pues ambas teorías estarían simplemente desnaturalizando el equilibro que debe mantenerse en el ambiente. Lastimosamente el mundo se ha dividido en esas dos pragmáticas situaciones, creando los economistas ambientales y los defensores naturalistas, que únicamente y valga la redundancia, buscan saciar su deseo de superioridad. Ninguno de ellos, por más bueno que parezca, trata de analizar la crisis ambiental, únicamente tratan de demostrar que su teoría es mejor que la otra, y siendo este un punto muy controversial muchos otros han escapado del problema, estableciendo una teoría ecléctica de “Desarrollo Sostenible”, para así no ser culpables de las posibles consecuencias que traerían sus teorías puras, sin bases ni principios.
El hombre como manifestación e imagen de Dios, ha logrado ubicarse de manera violenta y agreste en la cadena alimenticia, y para poder ocultar sus vicios subjetivos y negativos (que hoy más que nunca van exponiéndose) ha establecido parámetros y límites para sus acciones, ¿Pero cuántas de estas normas de carácter internacional destinados a cuidar el ambiente se promueve?, pues obviamente ninguna, pues las normas han sido hechas para ser cumplidas a su cabalidad, o simplemente ser negadas en su integridad, no existe término medio en las aplicaciones legales ni morales.
Todas las personas de hoy, incluyendo a tantos autores, y como el que es materia de análisis, únicamente buscan encontrar culpables, tanto en empresas multinacionales, transnacionales, en gobiernos, en burgueses, aristócratas, en el sistema económico o tal vez en la desmesurada imaginación humana, para limpiar y expiar su culpabilidad
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