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Enviado por   •  15 de Mayo de 2014  •  4.309 Palabras (18 Páginas)  •  336 Visitas

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INVENTARIO DEL CASCO HISTORICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Arquitecto Carlos, Pernaut

Alumno: Claros Castellon, Juan Carlos

Matricula: 3801 2243

FADAU

FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO, ARTE Y URBANISMO.

INVENTARIO DEL CASCO HISTORICO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

2.2. PREINVENTARIO

2.2.1. REGION.

AREA METROPOLITANA DE BUENOS AIRES

La Ciudad de Buenos Aires, denominada de esta forma o como Ciudad Autónoma de Buenos Aires según su constitución desde 1996,4 es la Capital de la República Argentina,5 título este que junto con el de Capital de la Nación le otorgan la Constitución Nacional y las leyes de federalización. De manera no formal se utiliza también la denominación de Capital Federal.

Junto con su área metropolitana (Gran Buenos Aires) es la segunda ciudad más grande de Sudamérica y uno de los mayores centros urbanos del mundo. La ciudad está ubicada en el hemisferio sur del continente americano.

Se extiende sobre un terreno llano a la orilla derecha del Río de la Plata de 19,4 Km. de n orte a sur y 17,9 Km. de este a oeste.

2.2.2. TERRRITORIO

Historia de la Ciudad de Buenos Aires

Dibujo de Buenos Aires, poco después de su primera fundación

Fue fundada por primera vez el 3 de febrero de 1536 por el español Pedro de Mendoza, bajo el nombre de Nuestra Señora del Buen Ayre. La ciudad fue abandonada y arrasada por los indios en 1541, y nuevamente fundada el 11 de junio de 1580 por Juan de Garay con el nombre de Ciudad de La Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre.

Buenos Aires tuvo un escaso desarrollo hasta que en 1776 fue nombrada capital del Virreinato del Río de la Plata. Desde ese momento comenzó a evolucionar rápidamente debido al empuje comercial que la benefició, principalmente gracias al contrabando, desarrollándose no sólo económicamente sino también culturalmente. La llegada de ideas liberales y fundamentalmente la ocupación de España por el ejército napoleónico, permitió la creación de movimientos emancipadores, que desataron en 1810 la Revolución de Mayo y la creación del primer gobierno patrio.

Durante el largo proceso que llevó a la creación del Estado Nacional Argentino, Buenos Aires fue elegida lugar de residencia del Gobierno Nacional, aunque éste carecía de autoridad administrativa sobre la ciudad, que formaba parte de la provincia de Buenos Aires. La necesidad del gobierno nacional de federalizarla, sumada al movimiento de tropas ordenado por el gobernador de la provincia, Carlos Tejedor, produjo en 1880 una serie de enfrentamientos que terminarían con la derrota de la provincia de Buenos Aires y la federalización de la ciudad. Posteriormente, la Provincia de Buenos Aires cedió los partidos de Flores y Belgrano, los cuales fueron anexados al territorio de la Capital Federal. A cambio de ello, la Provincia de Buenos Aires recibió una compensación económica.

Palacio del Congreso de la Nación Argentina en 1910

En 1882 el Congreso Nacional creó las figuras del intendente y el Concejo Deliberante de la Ciudad. El intendente no era elegido por voto popular, sino que era designado por el Presidente de la Nación en conformidad con el Senado. El primero en ejercer el nuevo cargo fue Torcuato de Alvear, designado en 1883 por Julio A. Roca.

Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX la ciudad sufrió una transformación importante; la prosperidad económica que atravesaba el país sumada a las preparaciones para el I Centenario que se celebraría en 1910 permitieron que la infraestructura urbana se desarrollara. Esto incluyó no sólo la construcción de nuevos edificios, plazas y monumentos, sino también un mejoramiento general en los servicios públicos que le permitió contar en 1913 con el primer subterráneo de Iberoamérica.

Durante el siglo XX experimentó un gran crecimiento demográfico que la situó entre las mayores ciudades del Mundo, no solo a nivel demográfico, sino también artístico, cultural y económico.

Tras la Reforma de la Constitución Argentina de 1994 la ciudad pudo contar con su propia Constitución y con un gobierno autónomo de elección directa. El 30 de junio de 1996 se celebraron las elecciones que designarían al Jefe de Gobierno de la Ciudad, así como a los legisladores que sancionarían la Constitución de la Ciudad. En las elecciones del Poder Ejecutivo resultó ganadora la fórmula de la Alianza para la Justicia, el Trabajo y la Educación de Fernando de la Rúa, convirtiéndose de esta forma en el primer Jefe de Gobierno. Tras dos meses de deliberaciones, la Convención Constituyente finalmente sancionó el 1 de octubre de 1996 la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.

En la primera fundación Pedro de Mendoza llamó al sitio Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire para cumplir la promesa que hiciera a la Patrona de los Navegantes que se hallaba en la Cofradía de los Mareantes de Triana y de la que él era miembro. En efecto, “Buen Aire” es la castellanización del nombre de la Virgen de Bonaria, es decir, de la Virgen de la Candelaria a quien los padres mercedarios habían levantado un santuario para los navegantes en Cagliari, Cerdeña, y que era venerada también por los navegantes de Cádiz, España.

Por muchos años se le atribuyó el nombre a Sancho del Campo, de quien Ruy Díaz de Guzmán en su obra La Argentina recogió la frase: ¡Qué buenos aires son los de este suelo!, que pronunció al bajar. Sin embargo Guzmán era de recoger leyendas y fabular. En 1892 Eduardo Madero realizó exhaustivas investigaciones en los archivos españoles y concluyó que el nombre estaba íntimamente relacionado con la devoción de los marinos sevillanos por Nuestra Señora de los Buenos Aires.

En la segunda fundación, Juan de Garay le da al nuevo asentamiento el nombre de Ciudad de la Santísima Trinidad. La razón sería que la festividad más importante cercana a la fecha había sido la de la Trinidad o, según algunos historiadores, porque la nave ancló el día de dicha festividad. Pero para el puerto Garay conservó el nombre dado por Pedro de Mendoza, lo siguió llamando Puerto de Buenos Aires. Sin embargo los designios del vizcaíno no tuvieron éxito ya que a pesar de que jamás hubo disposición oficial alguna que cambiara su nombre, el uso inapelablemente consagró desde el primer momento el nombre de Buenos Aires para la ciudad.8

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