Didáctica Magna
Enviado por wichosa • 1 de Mayo de 2013 • 22.882 Palabras (92 Páginas) • 474 Visitas
CAPITULO PRIMERO
EL HOMBRE ES LA CRIATURA POSTRERA, LA MÁS ABSOLUTA,LA MÁS EXCELENTE DE TODAS LAS CRIATURAS
Nosce te ipsum, (conócete a ti mismo),
CAPITULO II
EL FIN DEL HOMBRE ESTÁ FUERA DE ESTA VIDA
Los dictados de la razón nos afirman que criatura tan excelsa como lo es el hombre, debe estar necesariamente destinada a un fin superior al de todas las demás criaturas;
Vivimos aquí una vida triple: vegetativa, animal e intelectiva o espiritual, la primera de las cuales jamás se manifiesta fuera del cuerpo; la segunda se dirige a los objetos por las operaciones de los sentidos y movimientos; la tercera puede existir separadamente, como ocurre en los Ángeles.
Todas las cosas que hacemos y padecemos en esta vida demuestran que en ella no se consigue nuestro último fin, sino que todas ellas tienden más allá, como nosotros mismos. Cuanto somos, obramos, pensamos, hablamos, ideamos, adquirimos y poseemos no es sino una determinada gradación, en la que, lanzados más y más allá, alcanzamos siempre grados superiores, sin que jamás lleguemos al supremo.
Nuestras acciones, en un principio, son tenues, débiles, rudas y en extremo confusas, y paulatinamente se desarrollan después las potencias del alma con las fuerzas del cuerpo, de tal manera que mientras tenemos vida, no nos falta qué hacer, qué proponer, qué emprender, y todo esto, es un espíritu generoso, siempre se dirige más allá, pero sin que se vea el término.
los romanos, según asegura Festo, llamaban a la muerte viaje, y los griegos empleaban frecuentemente la palabra marchar, en vez de fallecer o morir.
En el primero recibimos la vida solamente con el movimiento inicial y el sentido; en la segunda, la vida, el movimiento, el sentido con las primicias del entendimiento; en la tercera, la plenitud absoluta de todas las cosas.
CAPITULO III
ESTA VIDA ES TAN SÓLO PREPARACIÓN DE LA VIDA ETERNA
Cualquiera que sea la parte del Mundo visible que examinemos nos llevará a la conclusión de que no ha sido creado para otro fin más que el de servir de:
Generación . . . . . . . . . . . . .
Crianza . . . . . . . . . . . . . . al género humano.
Ejercicio. . . . . . . . . . . . . . .
CAPITULO IV
CONOCERSE, REGIRSE Y ENCAMINARSE HACIA DIOS, TANTO A SÍ PROPIO COMO TODAS LAS DEMÁS COSAS CON UNO MISMO, SON LOS TRES GRADOS DE LA PREPARACIÓN PARA LA ETERNIDAD.
Demente es y dañoso en gran manera el que, deseando ser hombre, se preocupa más de los adornos que de la esencia humana.
CAPITULO V
LA NATURALEZA HA PUESTO EN NOSOTROS LA SEMILLA DE LOS ELEMENTOS ANTEDICHOS (ERUDICIÓN, VIRTUD Y RELIGIÓN)
Propio es de la divina sabiduría no hacer nada en balde, o sea sin fin alguno y sin los medios proporcionados para conseguirle. Por lo tanto, todo cuanto tiene existencia existe para algo y está dotado de los órganos y elementos necesarios para obtener su determinado fin;
El hombre ha sido llamado por los filósofos microcosmo, compendio del Universo, que encierra en sí cuanto por el mundo aparece esparcido. Ya en otra parte demostramos la verdad de esta afirmación. El entendimiento del hombre al venir a este mundo ha sido comparado muy acertadamente a la semilla o germen; en el cual, aunque en el momento no exista la figura de la hierba o árbol, en realidad de verdad hay en él un árbol o hierba,
Pitágoras acostumbraba decir que era tan natural al hombre el saber todas las cosas, que si interrogamos con habilidad a un niño de siete años acerca de todas las cuestiones de la Filosofía podrá responder acertadamente a todas ellas;
Aristóteles comparó el alma del hombre a una tabla rasa, en la que nada hay escrito, pero en la que pueden inscribirse muchas cosas. Y de igual modo que en una tabla limpia puede escribirse lo que el escritor quiere o pintarse lo que desea el pintor conocedor de su arte, así en el entendimiento humano puede, con igual facilidad, fijarlo todo aquel que no ignore el artificio de enseñar. Y si esto no se realiza no será ciertamente por culpa de la tabla (a no ser que esté estropeada), sino por ineptitud del pintor o escritor. Conviene tener en cuenta que en la tabla no se pueden trazar más líneas que las que permita su extensión, mientras que por más que se escriba o grabe en el entendimiento jamás se hallará término, porque (como antes hemos dicho) es ilimitado.
Nuestro entendimiento está sediento de objetos, los desea con ansia, trata siempre de investigar, y recibe, mejor dicho devora, todas las cosas; siempre infatigable, con tal de que se le ofrezcan a su consideración ordenadamente una detrás de otra sin ofuscarle con simultánea multitud.
Dos son las razones en que nos fundamos para asegurar que son innatos en el hombre ciertos gérmenes de virtudes: primero, que el hombre se complace con la armonía, y segundo, que el mismo hombre no es sino armonía por dentro y por fuera.
El hombre mismo no es sino armonía, tanto respecto del cuerpo como del alma.
el hombre. En cuanto a su cuerpo, formado con maravilloso ingenio, su primer móvil es el corazón, fuente de la vida y de todas las acciones y del cual reciben los demás miembros el movimiento y el ritmo de este movimiento. La pesa que causa los movimientos es el cerebro, que sirviéndose de los nervios como de cuerdas, atrae y separa las demás ruedas (los miembros). La variedad de las operaciones internas y externas es la misma ordenada proporción de los movimientos.
La rueda principal en los movimientos del alma es la voluntad; las pesas que la mueven son los deseos y afectos que la inducen hacia uno u otro lado. La razón es el muelle que detiene o impide el movimiento y regula y determina qué, adónde y en qué medida debe aproximarse o separarse.
Todos los hombres tienen idea de los dioses y todos ellos asignan el lugar supremo a una cualquiera de las divinidades, escribe Aristóteles en el libro I, de Coelo.
Platón se expresa de este modo: Dios es el sumo bien sobre toda substancia, toda naturaleza y a quien todas las cosas se dirigen.
Sabido de todos es aquello del poeta venusino:
Nadie es tan fiero que no pueda amansarse,
Con tal que aplique a su cultura paciente oído.
CAPITULO VI
CONVIENE FORMAR AL HOMBRE SI DEBE SER TAL
Nadie puede creer que es un verdadero hombre a no ser que haya aprendido a formar su hombre; es decir, que esté apto para todas aquellas cosas que hacen el hombre. Esto se demuestra con el ejemplo de todas las criaturas que, aunque destinadas a usos humanos, no sirven para ello a no ser que nuestras manos las adapten. Por ejemplo: Las piedras, que nos son dadas para construir nuestras casas, torres, muros, columnas, etc.; pero
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