Diálogos De Platón
Enviado por faaabs • 25 de Agosto de 2011 • 3.833 Palabras (16 Páginas) • 2.072 Visitas
Como ya es característico, en el compendio “Los Diálogos de Platón”, Sócrates es la figura principal de éstos, fungiendo como líder en el proceso de búsqueda de la verdad. El diálogo “Teetetes o de la Ciencia” no es la excepción. En este diálogo Sócrates se describe a si mismo como el asistente en el alumbramiento de las almas, aceptando humildemente que el no produce nada pero que gracias a su experiencia y conocimiento de la situación puede distinguir cuando un alma está fecunda y lista para producir. En ese momento, y solo si el alma esta dispuesta, él la ayudará a llegar a la verdad mediante el cuestionamiento continuo. En este proceso, conocido como Mayéutica, el alma no aprende nada de Sócrates sino que ella misma encuentra los conocimientos mediante este cuestionamiento y no mediante la adquisición. Este es el caso de Teetetes de quién Sócrates descubre su alma fecunda y lista para producir y, ante la disposición del muchacho y la advertencia sobre el dolor que produce la búsqueda de la verdad y la producción de algo nuevo, comienzan a conversar y poco a poco Sócrates comienza a cuestionarlo.
El centro de la conversación, la búsqueda de la diferencia entre el saber y la ciencia; el punto de partida, olvidar el creer lo escuchado para examinar los hechos y poder descubrir la verdad. Conceptos de gran importancia que han sustentado al Método Científico. La conversación parte de la palabra ciencia, a la que se le describe como todo lo que se puede aprender sobre un tema específico. Esta descripción produce, según la peculiar forma de examinar de Sócrates, un nuevo cuestionamiento; es difícil comprender el objetivo de un ciencia particular, si no se conoce qué es la ciencia en si. Me atrevería a sugerir que el pensamiento que Platón pretende propiciar, o describir, a través del cuestionamiento de Sócrates, es del tipo del Raciocinio Lógico Deductivo que Aristóteles definió, años mas tarde, como “la deducción lógica que va de lo universal a lo particular”.
Ahora se tiene claro el objetivo de Platón; descubrir qué es la ciencia y cuál es su naturaleza y esto lo lleva a otros cuestionamientos y exámenes. En este diálogo el examen se basa en tres diferentes opiniones ya existentes. La opinión de Teetetes quién afirma, influenciado por las lecturas que ha hecho sobre Protágoras, que “si se siente que se sabe una cosa, la ciencia no se diferencia en nada de la sensación” y la propia opinión de Protágoras quien dice que “el hombre es la medida de todas las cosas, de la existencia de las que existen, y de la no existencia de las que no existen”, es decir que las cosas son en relación a como el hombre las ve. La opinión de Heráclito quien dice que las cosas son producto del movimiento continuo. Y por último la opinión de Parménides quien afirma que “todo es uno y que ese uno es estable en si mismo, no teniendo espacio donde moverse”.
Es sabido que Platón afirmaba que “nuestros sentidos nos engañan” por lo que hace que Sócrates dirija su examen hacia las sensaciones, hacia como el hombre ve las cosas y hacia el movimiento y dice que lo que el ser humano percibe es una mezcla entre las sensaciones y el movimiento ya que este es el que rige lo que nos parece existir y que debido a nuestra ignorancia es necesario examinar si nuestros pensamientos se contradicen o si están de acuerdo; esto es, examinar y estudiar los diferentes aspectos bajo los que se presentan las cosas para así poder comprenderlas siguiendo tres principios básicos:
Nada crece o disminuye por si misma sino que permanece igual.
Si no se le aumenta o disminuye de manera deliberada, permanecerá igual.
Lo que existe ahora es producto de un proceso de formación inicial.
Dice Sócrates, utilizando la opinión de Heráclito, que efectivamente todo está en movimiento y que este puede ser activo o pasivo y de la interacción de ambos surgen la sensación y la sensibilidad, no pudiendo darse una sin la otra. La sensación se refiere a lo que nuestros sentidos captan y a nuestras emociones, mientras que la sensibilidad surge como consecuencia de la sensación; juntas producen una idea diferente cada vez que interactúan. Por lo que si todo está en movimiento y nada es estable y no pude solamente ser o existir, como diría Parménides, sino que más bien se hace, se engendra o se produce gracias a su interacción mutua y que el hombre también esta en movimiento y es cambiante, ya sea por el estado de vigilia o de sueño en el que se encuentre o por su condición de enfermedad o locura. Por esto es que las sensaciones son diferentes para cada ser humano debido a que este, influenciado por el movimiento, es diferente. Este movimiento o cambio hace que cada causa activa produzca distintos efectos sobre la causa pasiva, en este caso el hombre, con respecto a la causa activa. El ejemplo de Sócrates sobre el vino es bastante ilustrativo; en un estado de salud el vino producirá una sensación dulce, mientras que en un estado de enfermedad producirá una sensación amarga. El vino, la causa activa, produce diferentes efectos sobre Sócrates, la causa pasiva, como resultado del movimiento o cambio de la causa pasiva que se verá reflejado en el efecto que provoca la causa activa. Así que en efecto, nuestros sentidos nos engañan pero no solamente por que sí, sino porque hay una causa que produce este engaño.
Examinadas las tres posturas el paso siguiente será el de comprobar si estas son ciertas o si son producto de la fantasía y ante el titubeo de Teetetes, quien afirma que las tres posturas son verdaderas, Sócrates comienza un nuevo examen; ¿son las cosas producto de que existen en relación al hombre, o son producto del constante cambio o son producto de las sensaciones? El primer examen se centra en la opinión de Protágoras de quién Sócrates se mofa y refuta su idea desde dos ángulos. Primero, si la sensación es la medida de todas las cosas y tanto los hombres como los animales tienen sensación la conclusión lógica sería que no existe diferencia entre ambos y que el hombre no supera al animal. Segundo, si nuestras opiniones solo son producto de nuestras propias y únicas sensaciones, ¿cómo podemos saber que es verdad y que es mentira si todo es diferente para cada quien?, por lo que no existiría una verdad sino que muchas verdades. Aclarada de manera general la falacia sobre la existencia de que las cosas son como el hombre las ve, Sócrates examina la opinión de Teetetes acerca de la igualdad entre la sensación y la ciencia. De nuevo por medio del cuestionamiento, se acuerda que el recibir la sensación de algo o el sentir las cosas no significa el poderlas comprender; el ver las letras no significa el poder entender la lectura, ya que además de la sensación existe
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