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EL MONJE QUE VENDIO SU FERRARI


Enviado por   •  5 de Junio de 2012  •  1.561 Palabras (7 Páginas)  •  693 Visitas

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EL MONJE QUE VENDIO SU FERRARI

Bien dicen que la vida se trata de los pequeños detalles. Hay que hacer caso a la intuición, la vida la hacemos por las opciones que tomamos. El pasado es un maestro, no hay que arrepentirnos de nada, aunque a veces tomemos las opciones equivocadas, tanto los errores como el dolor, debemos sufrirlo para poder aprender y seguir mejorando.

Y conforme vamos aprendiendo de los errores y de la vida, tenemos que pasar nuestros conocimientos, de nada nos sirve quedarnos con ellos.

Tanto trabajar, el ritmo acelerado de hoy en día, las posesiones materiales, la ambición, la búsqueda del éxito; todo esto puede ir acabando con nuestra vida sin que nos demos cuenta, tarde o temprano nos darán una puñalada en la espalda.

Las posesiones materiales son nada en comparación con la riqueza espiritual, la salud, la plenitud.

Muchas veces, no nos damos cuenta del error que tenemos todas las personas, de primero ver las riquezas en vez, de ver las cosas que hay en el interior, la verdad todos somos ambiciosos, no hay ninguno que se salve de esta palabra.

El libro El Monje que Vendió su Ferrari nos relata la historia de dos amigos abogados: Julián Mantle y John. Aunque el personaje central es Julián. El era un abogado exitosísimo, tenía todas las posesiones materiales que cualquiera pudiera desear, se paseaba en su Ferrari del año, en los mejores restaurantes, con las más guapas mujeres.

Pero no era feliz, y un día, después de pasar por un ataque al corazón, decidió renunciar a su firma de abogados, vendió todas sus posesiones y emprendió un viaje por la India para aprender de una cultura misteriosa que vivía en un lugar escondido en las cumbres del Himalaya.

Y con determinación y coraje, y sin nada que perder, emprendió la búsqueda de ese lugar lleno de sabios llamado Sivana.

Después de varios días lo encontró y los sabios le cambiaron la vida. Le dieron una serie de consejos, le enseñaron rituales y técnicas para encontrarse a si mismo y mejorar su vida, pero a cambio de recibir todos esos conocimientos, él debía volver a su país y pasar los conocimientos que aprendiera a todo el que lo necesitara.

Y así lo hizo, volvió a su país y le contó todo lo que aprendió a su viejo amigo John, quien estaba maravillado ante tal transformación, de un abogado arrogante y exitoso, a un yogui de Sivana.

Si bien, el autor nos menciona que debemos ocupar mas tiempo en las cosas que de verdad nos importan, como la familia o los amigos, ser abiertos a lo que la vida nos traiga, invertir en nosotros mismos, también tenemos que encontrarle el sentido a la vida y seguir teniendo metas y ambiciones, pues esto también nos ayuda a lograr lo que queremos.

No es lo mismo tener un beneficio, que tener bienestar, pues el primero solo nos da una satisfacción esporádica, pero el bienestar es estar en paz, que haya una conexión cuerpo, mente, alma y que tengamos éxito interno, pues solo así, el éxito externo valdrá también la pena.

Todos venimos a este mundo en busca de la felicidad, y para tenerla debemos buscar la serenidad, la armonía, tener una buena alimentación, una vida sencilla. Debemos buscar mejorar nosotros mismos, pues al mejorar cada uno, mejoramos la vida de quien nos rodea.

Según los sabios de Sivana, una fabula mística contiene las siete virtudes para una vida plena y feliz. La fabula es un poco rara, pero si contiene esas siete virtudes que cualquiera puede aplicar en cualquier momento de su vida y si las aplica correctamente obtendrá cambios casi milagrosos.

“Sentado en mitad de un esplendido y exuberante jardín, lleno de flores espectaculares. El entorno es extraordinariamente tranquilo y callado. Hay todo el tiempo del mundo para disfrutar ese oasis.

Pero al mirar alrededor se puede ver que en mitad del jardín mágico hay un imponente faro rojo de seis pisos de alto.

De repente, el silencio del jardín se ve interrumpido por un chirrido fuerte cuando la puerta del faro se abre. Aparece entonces un luchador de sumo japonés que mide casi tres metros y pesa cuatrocientos kilos, y avanza indiferente hacia el centro del jardín.

El luchador de sumo esta desnudo casi completamente, solo un cable de alambre color rosa cubre sus partes.

Cuando el luchador de sumo empieza a moverse por el jardín, encuentra un reluciente cronógrafo de oro que alguien olvido muchos años atrás. Resbala y al momento cae con un golpe sordo.

El luchador de sumo queda inconsciente en el suelo, inmóvil. Cuando ya parece que ha exhalado su último aliento el luchador despierta, quien sabe si movido por la fragancia de unas rosas amarillas que florecen cerca

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