El Futuro De Las Prisiones

Desde siempre se ha sabido, que las cárceles han sido escenarios de grandes brutalidades, violencia y conflictos raciales. La prisión es, en la práctica, el poder que el estado ejerce sobre un ciudadano. Este libro trata de abordar el papel apropiado que debe tener una prisión en la sociedad, la forma que debe tener y el funcionamiento de la comunidad carcelaria.

Las cárceles, al fin de cuentas, el mayor poder que el estado ejerce en la práctica de modo regular, sobre sus ciudadanos. Estas ofrecen condiciones sumamente variadas que van desde ambientes cómodos y otros de sufrimiento. Su base histórica se remonta desde la antigua roma, china, india y otros países y estaba firmemente establecida en Europa hacia el renacimiento. La prisión se aplicaba ampliamente a una gran población de delincuentes menores, enfermos mentales, ebrios y vagos.

La prisión constituyo un invento norteamericano, un invento de los cuáqueros de Pennsylvania en la última década del siglo XVIII con su modelo de “penitenciaria”.

Los cuáqueros hallaron una guía teórica para la penitenciaría no solo con las propias convicciones teológicas y morales que ellos tenían sino que también se basaron en el libro de Beccaria “De los delitos y de las penas” que había sido publicada en 1764.Segun para Beccaria, la cárcel era la alternativa necesaria de la pena capital; que constituía en un apartamiento del sistema vigente de justicia capital, Beccaria menciona raras veces la prisión, salvo como sustituto de la pena de muerte.

Las prisiones crecieron y florecieron por toda Norteamérica, y después por todo el mundo y los cuáqueros tienen el mérito o la culpa de haber inventado o reinventado la prisión, su invención y su iniciativa dieron paso a los modelos de las instituciones penales su llamado “complejo de edificios”. Después de todo lo que ya se había creado se dieron cuenta que la pena de prisión era el horror para un sistema carcelario y se crearon los caminos para el abatimiento de la pena de prisión.

Para ello se cree que existen tres caminos que conducen al abatimiento de la pena de prisión. Primero, deben reducirse los excesos de las leyes penales. Segundo, quienes de otro modo se enviarían a la cárcel deberían ser sometidos a otros mecanismos de control social y en tercer lugar, debe depositarse mayor confianza en los correctivos de base comunitaria. Este exceso de ley penal había transformado a todos en unos hipócritas y había llenado de presidiarios las cárceles, los centros de reclusión y los reformatorios en gente que no debía estar allí.

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