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El Pais De Uno


Enviado por   •  5 de Mayo de 2014  •  3.265 Palabras (14 Páginas)  •  254 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Es difícil vivir en un país que tiene un gobierno que no está diseñado para favorecer a los grupos mayoritarios, por el contrario, se busca satisfacer a la gente perteneciente a los monopolios de la televisión, a quienes están sentados “legislando”, a los pertenecientes a un partido político cualquiera que sea su color. México es un país donde se saborea la pobreza, se respira la inseguridad, se ve la tragedia y se huele el miedo. Es aún más difícil encontrar un solo culpable de la situación del país, porque todos, tenemos parte de la responsabilidad de lo que ocurre en el lugar donde vivimos.

Políticos corruptos y ciudadanos inconformes, es el día a día de México; tal parece que el calificativo de ambos personajes no cambiará, es la perspectiva que hemos tenido por décadas y pocas veces hemos intentado modificar esa realidad. Una realidad que disgusta pero en la que estamos acostumbrados a vivir.

Considero que no deberíamos estar acostumbrados a vivir en la podredumbre de un sistema político que gobierna de acuerdo a los intereses de los grupos que poseen la mayor parte de la riqueza del país, jamás debemos acostumbrarnos a lo malo porque eso genera estancamiento, es una parálisis de la ciudadanía.

La Doctora Dresser muestra en su libro diversos temas que son de gran interés para los mexicanos, pero también hace reflexionar acerca de la forma de actuar de cada uno de nosotros. De conformarnos con los políticos “menos peores”, de la forma en que nos hemos dejado llevar por el populismo, las formas tradicionales de actuar en las urnas cada sexenio.

Resulta estrictamente necesario cambiar la visión que tenemos sobre nuestras capacidades para influir en el país, para involucrar poco a poco a las personas que nos rodean en el mundo de la política y la participación social; dejar de lado el miedo y la flojera para hacer una dinámica donde cada vez nos convenza un poco más la situación de nuestro país.

Reseña

Iniciando con los mayores problemas situados en nuestro país México Denise Dresser nos comenta sobre oligopolios que dominan las telecomunicaciones. Corrupción que está presente a lo largo y ancho de los gobiernos, desde los municipios, pasando por los estatales hasta el federal. Impunidad que incentiva la falta de cumplimiento de la ley. Y un aspirante a llegar a ocupar el cargo de mayor relevancia nacional apoyado y promovido por la televisión. Por otro lado una mayoría ciudadana indiferente, que en algunos sectores participa de la corrupción o la ve como cualquier otro rasgo de la identidad nacional. Todo ello constituye un largo alegato de lo que sucede en este país, el país de uno, el país que retrata Denise Dresser en esta pequeña reseña que concluye con algunas opiniones de lo que propone para cambiar a México.

Pederastas protegidos desde el poder por un gobernador estatal, monopolistas beneficiados desde la presidencia, concesionarios favorecidos con una ley a la medida de sus intereses desde el Congreso. Ciudadanos que tiene que pagar altas tarifas de servicio telefónico fijo y móvil o que tienen que aceptar como verdad la información que aparece en las pantallas de las dos televisores que en conjunto tienen más del 80% de la teleaudiencia, ante la falta de alternativas que son posibles. Legisladores que ante el fallo de la Corte derogando la llamada Ley Televisa, siguen sin legislar en materia de concesiones de televisión y radio para beneficio de todos los mexicanos.

Facturas elevadas de los servicios telefónicos. Deficiente regulación de la autoridad en la materia. Ciudadanos consumidores resignados en su mayoría a pagar las elevadas tarifas para seguir contribuyendo al crecimiento de la fortuna de uno de los hombres más ricos del mundo en un país de una de las mayores desigualdades del orbe. “El país de uno”.

Ciudadanos detenidos, procesados y sentenciados sin que hayan conocido al juez que los juzgó y sentenció siendo inocentes. Bandas de criminales exacerbadas en las calles de algunos pueblos y ciudades otra hora tranquilos. El ejército como pretendida solución ante la incompetencia y corrupción de cuerpos policiacos. Ciudadanos inocentes víctimas de fuegos cruzados y llamados desde la máxima posición de poder político formal como “daños colaterales”. Ex gobernadores que saquearon las finanzas de sus entidades, que persiguieron hasta el crimen a sus opositores y que disfrutan de lo mal habido y de la impunidad que el sistema del que forman parte les garantiza.

Y, hoy precisamente, la ejecución del mismo guion de hace varios sexenios. La cargada a favor de un tipo con copete “Peña Nieto” cuyo imagen es remachada por una televisora que se formó a la sombra del poder político. La pretensión de volver a la casa presidencial de un representante de esa élite para que, en una aparente alternancia, todo siga igual. Muchos beneficios para unos cuantos, hasta la cima del poder económico. Y la inmensa mayoría de mexicanos en la angustia de qué hacer para tener el alimento del día. El país de uno.

Denise Dresser, que nos mira desde la portada, llama a la participación, inclusive con el voto en blanco. Recomienda ser ciudadanos exigentes de su gobierno y de las empresas que les otorgan los servicios o les venden bienes a elevados precios, algunos por arriba de los establecidos en el primer mundo de a de veras. Llama a unirse a otros ciudadanos para exigir que la televisión y la radio se democraticen. Propone que sean los ciudadanos los que determinen el rumbo a seguir y no una oligarquía que se mantiene dónde está, indiferente de sus conciudadanos. Llama a hacer el país de uno.

Quizá no se pueda coincidir en algo o en mucho con las propuestas de la autora. Es acertada su crítica fuerte a quienes gobiernan y a quienes detentan el poder económico. Es un retrato del país de uno al inicio de la segunda década del tercer milenio, después de más de una década de la alternancia en el poder ejecutivo. No hay cambio. Tampoco es la solución que regresen al poder quienes lo detentaron durante más de siete décadas del siglo pasado. Sería el gran retroceso.

Sin duda el libro abona al debate necesario para pensar cómo queremos que sea el país de uno. La gran oportunidad de cambio viene ya. Y la autora nos advierte, nos previene de no dejarnos seducir por el encanto de la pantalla. Finalmente cada quien decide. La decisión nos afecta o beneficia a todos. Y es mejor que sea benéfica.

En este libro se hace una remembranza de lo que hemos sido o más bien de lo que hemos aceptado ser guiados por nuestra idiosincrasia conforme, sin aspiraciones futuristas de

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