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El Sueño Del Pilar Errante


Enviado por   •  20 de Agosto de 2011  •  2.680 Palabras (11 Páginas)  •  651 Visitas

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Pronto no solo la nieve se deslizaba por la frágil superficie de la roca caliza, ríos de sangre corrían y los cuerpos se acumulaban. Marius, como comandante de la séptima legión de Ugon, no era ningún debilucho. Y a pesar de que no era joven como la mayoría de los soldados a su cargo, tenia grandes dotes, experiencia y... equipo. Entre sus muchos viajes por las tierras de Tamriel y sus muchas aventuras con los elfos lunares, consiguió tesoros que le sirvieron en su ascenso a Comandante de la mas ruda de las Legiones de Ugon. Un pagano con turbante que solo le deja al descubierto los ojos lo ataco de espaldas con sus dos cimitarras apuntando a los pulmones, el movimiento de las armas iba en sentido ascendente esperando atravesar entre sus costillas... pero las espadas apenas tocaron la armadura de Marius se deslizaron como si estuviera empapada en aceite... el "regalo" de un elfo oscuro muerto. Marius se giro rápidamente e hizo un barrido con la diestra que empuñaba una larga y delgada espada, el guerrero de Heildor lo esquivo con dificultad agachando la cabeza y preparando su segundo ataque, esta vez a la cabeza... pero no vio que la mano derecha de Marius ya lo había sentenciado. Poseía un guantelete de un metal negro y oscuro que disparo inmediatamente, y sin recitación, un chorro de flamas azules, que aunque a corta distancia, le prendieron el turbante y derritieron su rostro. Ese lo había comprado a un Goblin en las oscuridades de las cavernas del inframundo en el que viven los Drows y los Dwarfs oscuros... seguramente le perteneció a un Dwarf oscuro que lo utilizaba para calentar el metal en la forja, pero el le había encontrado un mejor uso. Las llamas del enemigo abatido lo habían convertido en un blanco para los increíbles arqueros de Heildor, un monje oscuro que era protegido por los gigantes de las cadenas hechizo la flecha del arquero y al dispararla esta surco el cielo con increíble fuerza hasta meterse en trayectoria con la cabeza de Marius, este había visto como el arquero preparaba su disparo.. solo tenia una milésima de segundo para esquivarla, ya que esas flechas podían perforar armaduras y escudos... pero en vez de esquivarla levanto su mano derecha para protegerse, en ella tenia un brazal ancho que servia como un pequeño escudo, la flecha simplemente se detuvo con suavidad al tocar el metal de la armadura. Del brazal una aura mágica había crecido hasta formar un escudo circular hecho de magia y bastante grueso como para limpiar la flecha de la magia que la impulsaba. Ese había sido el regalo de una elfa lunar, una hechicera de mas de 300 años que a la que le había hecho bastantes favores. EL arquero se sorprendió de lo que había visto, y por lo que habían oído ese era el Comandante de la séptima legión... todos los arqueros le apuntaron. Docenas de flechas se dirigieron en su contra, eran tantas que el escudo mágico no podía bloquearlas a todas, algunas rozaron su cabeza dejando heridas a su paso. Pronto sus compañeros lo ayudaron intentando protegerlo con sus escudos... pero estos eran perforados por las flechas e incluso alcanzaban a cortar sus armaduras lo suficiente como para perforar la piel, Los arqueros habían advertido a sus compañeros con las saetas encantadas y las estelas mágicas que dejaban a su paso, estas eran como un faro de luz en medio de todo el caos y los guerreros siguieron las luces para rematar al Comandante. Los arqueros remataron a uno de los soldados que lo protegían y abrieron una brecha hasta Marius, pero una flecha metálica se estampo en el pecho del arquero que lo tenia en la mira. Marius volteo a ver a Leonidas, el templario de la tercera legión que había rematado al arquero con su flecha metálica, este le guiño el ojo y siguió con su tarea de eliminar a los molestos arqueos. Marius salio de la ráfaga de flechas como poseído, dos sarracenos intentaron cortarle el paso pero sus cimitarras fueron repelidas fácilmente por el escudo mágico y por su espada, se metió entre ambos y realizo un giro cortandole la garganta a uno con el escudo mágico y decapitando al otro con la espada. Pero sin dejar de moverse tomo el cuerpo como escudo para protegerse de una embestida por uno de los sarracenos, mientras el cuerpo se estampaba en su espada Marius atravesó su garganta con su espada mientras se defendía de las flechas con su escudo mágico. La batalla avanzaba y parecía que los Ugonianos ganarían... pero era una ilusión cruel ya que solo se habían enfrentado con una pequeña fracción de las tropas que se dirigían hacia esa dirección, ademas al calor de la batalla el hechicero que cuidaba provocar el derrumbe había perdido su posición y los sarracenos ahora cruzaban a paso veloz los peligrosos desfiladeros para rodear las tropas de Marius.

Después de unos minutos una batalla que parecería una victoria ajustada se inclinaba completamente hacia la derrota... los soldados mas fuertes de Marius tenían grandes problemas contrarrestando las poderosas cadenas de los gigantes de ébano, que las ondeaban a velocidades de vértigo. Por otro lado todos los arqueros los había eliminado el Templario Leonidas, quien había enterrado ya varias flechas metálicas en el cuerpo de los gigantes de cadenas, pero estos simplemente no caían... eran demasiado resistentes. Y poco a poco los iban cercando mas y mas.

Leonidas- ALGUIEN QUE DERRIBE LA MONTAÑA!!! - gritó con fuerza, esperando que el hechicero pudiera oírlo. Marius bloqueo algunos ataque mientras retrocedía, atravesó a un adversario mientras esquivaba las cadenas de los grandulones, Al girar la cabeza vio al hechicero con una flecha entre los ojos. - Maldita sea... Soldados!!!! - gritó levantando la moral, y un segundo grito de guerra se escucho por toda la montaña. Un tercer grito, este de muerte, se escucho en la retaguardia de ambas fuerzas sarracenas. Marius casi no lo creía, pero alcanzo a ver una nube rosada que giraba como un remolino... y en medio de este Ange aparecía empapado en sangre. Marius sonrió y guió a sus soldados a la victoria con sus gritos de guerra que los hacían reaccionar, para que no abandonaran las esperanzas.

Soldados- LOS PERROS DE CAZA!!!!! - gritaban todos al escuchar los gritos de agonía de los sarracenos.

Chocaron sus espaldas mientras uno remataba al del otro.

Ange- No puedo creer que te estén dando una paliza -

Marius- No puedo creer que tardaras tanto hijo de... - Dos espadas giraron protegiéndose mutuamente, las cadenas se rompían con los ataques en conjunto de Marius y Ange, Leonidas flanqueo a uno de los sacerdotes y lo fulmino en el pecho. as cadenas perdían poder con cada sacerdote que dejaba de rezar. Ange dio un salto esquivando y bloqueando las cadenas afiladas, cayendo justo en medio de tres sacerdotes, llevo su mano a su espada y esta se movió tan rápido, como un borrón destrozo todo

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