El Suicido

El suicidio, la RAE lo define como “Acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la realiza.” Pero ¿De dónde deriva el suicidio? Se tiene claro que este puede depender de diversos factores, como la depresión o las adicciones, pero aún sigue la duda ¿De dónde provienen estos hechos? La sociología los trata como un “hecho social”, término usado por Emile Durkheim en su libro “El suicidio” publicado en 1897, donde señala que los suicidios son fenómenos individuales que responden a causas sociales. En su libro, Durkheim explica tres tipos de suicidios, los cuales son: el suicidio altruista, egoísta y anomico; cada uno con diferentes características, pero siempre involucrándose con el tema social y como este afecta a cada uno de los individuos que se ven impulsados a cometer suicidio.

El suicidio egoísta, Durkheim comienza explicando este tipo de suicidio con una comparación entre religiones, se dio cuenta de que en países puramente católicos la tasa de suicidios era muy baja, no así en países protestantes, esto se debe posiblemente a que en las iglesias protestantes se tiene menos inserto al individuo, por lo que este se ve más libre y puede llegar a cometer suicidio sin importarle el resto. Además el suicidio egoísta se observa desde un plano más familiar, donde se creyó que la tasa de suicidios era menor en personas solteras que casadas, pero no era así; la verdadera causa de los suicidios era la edad de las personas, no su estado civil en sí. Dado las cifras se desprendieron ciertas leyes, la primera “Los matrimonios muy precoces ejercen una influencia agravante en el suicidio, sobre todo en lo que se refiere a los hombres” (Durkheim, 1897, p.86). Esto se debía evidentemente a razones sociales, porque si la razón fuese la inmadurez del organismo, la mayor tasa de muertes estaría dada por las mujeres y no por los hombres como consecuencia de la maternidad, “los matrimonios prematuros determinan un estado moral, cuya acción es nociva, sobre todo en los hombres” (Durkheim, 1897, p.86).

La segunda dice que “A partir de los veinte años, los casados de ambos sexos se benefician con un coeficiente de preservación con relación a los solteros” (Durkheim, 1897, p.87).

La tercera “El coeficiente de preservación de los casados en relación con los solteros, varía según los hechos” (Durkheim, 1897, p.87). Y la cuarta “La viudez disminuye el coeficiente de los esposos de ambos sexos, pero frecuentemente no lo suprime por completo” (Durkheim, 1897, p.87). Los viudos se matan más que nos casados pero menos que los solteros.

Finalmente llamamos suicidio egoísta “(…) al estado en que se encuentra el yo cuando vive su vida personal y no obedece más que a sí mismo.” (Durkheim, 1897, p.116). Esto quiere decir que cuando un individuo no está bien inserto en una sociedad y no se ve fuertemente comprometido con ella y su propia vida, el suicida queda libre para elegir o no el suicidio.

El suicidio altruista se producía ya que la persona que cometía este acto no se sentía útil en su entorno social, como pasaba con los guerreros de antiguos pueblos, por ejemplo los guerreros daneses, donde morir en cama, de vejez o enfermedad era un acto repudiado por la sociedad y por ellos mismos, por lo que se suicidaban para escapar de este rechazo; existía también una práctica barbárica, donde las mujeres que enviudaban estaban obligadas a suicidarse; también cuando moría un príncipe o un rey, sus servidores estaban obligados al suicidio, sus armas y atuendos también debían ser enterrados o quemados con el cuerpo.

Del suicidio altruista se desprenden tres categorías, suicidios de hombres al borde de la vejez o enfermos, suicidios de viudas y de servidores de príncipes o reyes (todo esto en el contexto de pueblos primitivos). Durkheim habla de que para que la sociedad pueda llevar a la gente al suicidio, esta debe condicionarlos

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