El deseo. El equipaje
Enviado por luxw • 2 de Diciembre de 2012 • 373 Palabras (2 Páginas) • 342 Visitas
El deseo
Si de todo corazón deseas un cambio en tu vida y transformarte en una mejor persona y que has buscado diferentes recursos para despojarte de todo aquello que te daña, te esclaviza y te hace dependiente y que te hace vivir una existencia apagada, sin luz, siempre de espaldas a la vida, incluso dañar y destruir a quien más amas.
Es difícil aprender, incluso siquiera darse cuenta de que lo que acontece cuando te encuentras involucrado en la problemática, porque la misma inconciencia nos impulsa a delegar errores y responsabilidades en los demás. Sería lo que Cristo Jesús llamaría “ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio”.
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El equipaje
Juan Salabim sintió el impulso de alejarse de todo aquello que le recordaba sus pérdidas y fracasos. Quiso despedirse de su familia, pero se detuvo en seco cuando se percató de que la casa se encontraba vacía; sus hijos y su esposa no se encontraban.
Juan Salabim experimentó la angustia y la desesperación como nunca. No recordaba cuándo y a dónde habían partido; ni siquiera recordaba haberse despedido de ellos; no sabía dónde buscarlos, a quién llamar para saber sobre su paradero.
Como loco les buscaba por cada habitación, por cada rincón de la casa vacía, que hablaba de frío y soledad como un viejo castillo abandonado que lo hacía sentir prisionero, como un condenado encarcelado en viejas mazmorras, encadenado a un grillete que le desgarraba hasta el alma.
Era como si se hubiera liberado de lápidas y piedras cargadas en la espalda por toda una eternidad. Ese vacío había que llenarlo con algo; en medio de su confusión y dolor pensó en hacer su equipaje; quería alejarse de ese lugar donde cada espacio le reclamaba sus continuas y prolongadas ausencias, su estar y no estar, su indiferencia y hastío. Juan Salabim quería fugarse aun cuando sólo fuera geográficamente.
Juan Salabim tenía miedo de que los muros hablaran, de que le reclamaran sus ausencias y hasta los pensamientos que había cobijado en sus breves estancias en lo que su esposa y sus hijos llamaban hogar.
Casi sin darse cuenta, Juan Salabim se encontraba sacando enormes maletas de su armario: trajes, corbatas, diversos artículos de tocador. Todo lo hacía como automáticamente.
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