Ensayo - La Vida De Lazarillo De Tormes

Introducción:

Lazarillo es un joven que nació en el río Tormes, siendo de ahí donde toma su nombre. Su padre fallece cuando él tenía 8 años y su madre comienza a trabajar en una hacienda, donde conoce a un hombre en las caballerizas con quien comienza sus romances. De inicio Lázaro no ve con buenos ojos la relación de su madre, de la cual nace su hermano, pero que con el tiempo y viendo que en el hogar no les hacía falta que comer, comienza por aceptar.

Al tiempo el padrastro de Lázaro se ve en problemas y es acusado de robo en el lugar donde trabajaba, pues todo lo que llevaba a la casa lo robaba de ahí.

La madre de Lázaro se fue a trabajar a un mesón para poder mantener a sus hijos, en ese mismo lapso Lázaro se convierte en mozuelo y después entregado por su madre a un ciego, pensando ella que mejor vida le habría de dar al pobre de Lazarillo. Es así como comienza su vida de mozuelo y todas las cosas que tiene que penar por sus 7 amos que en su vida tuvo.

La historia es contada en primera persona, quien a veces ríe de sus propias travesuras y otras tantas se calla por vergüenza. La trama está llena de sentimiento, a veces de compasión y otras tantas de comedia.

Desarrollo de la historia:

El primer amo de Lazarillo resulta ser un ciego, el cuál sobrevive de la caridad de las demás personas y de su habilidad que dice tener para conocer todas las hierbas y remedios conocidos, tanto que decía saber de medicina más que el propio Galeno. Sus consultas recurrentes son a mujeres que desean tener hijos y no han podido y mujeres en cinta. Además de hacer oraciones a quien se las pagase, aunque cuanta lazara que no todas las oraciones terminaban, hacía trampa en cuento no lo vieran.

Con este su primer amo Lázaro tiene su primer mal sabor de boca, pues este se detiene frente a un toro de piedra y el ciego le dice que pegue su oído al toro y escuchará sonidos dentro. Lázaro le obedece y acerca su cabeza al enorme toro de piedra, el ciego tomo la cabeza de lázaro con su mano y la estrelló sobre la piedra. Al pobre mozo le quedó un gran dolor que le duró por tres días mientras que el ciego moría de risa diciéndole que el mozo de un ciego debe siempre de estar un punto más adelante que el diablo, entonces Lazarillo así lo entendió.

Es con éste su primer amo que Lazarillo comienza a padecer hambres, pues aunque muy bien le iba al “hierberito” poco satisfacía el hambre de Lázaro y éste de sus mañas se hacía para engañar al ciego y romper, sin que éste se diera cuenta, el saco donde las provisiones guardaba. Cuenta Lázaro que una de sus travesuras con el ciego fue tomar vino de su jarro, introducía una paja larga de centeno y con eso tomaba grandes tragos hasta que el ciego lo descubrió y optó por tapar la taza con su mano después de cada sorbo.

Así Lázaro, ya enviciado por el sabor de la bebida alcohólica se las ingeniaba para seguir bebiendo, hasta que una vez descubierto por su ciego amo, éste le revienta la taza en la boca, reventándola, sangrándola y tirándole los dientes. Y es curado por las mismas manos de su amo por el mismo vino que el Lazarillo tanto saboreaba con solo ver como el siego daba sus sorbos.

Es de esa manera que el Lazarillo pasa por tantos malos tratos de quien le dice que lo único que en vida le puede dejar son sus enseñanzas, que escuche y aprenda. Y en una de las ocasiones que el mozo es descubierto comiendo de la carne de su amo, éste lo obliga a que abra la boca para olerla y corroborar que el mozo le había tomado la carne, cuando el ciego se percata del olor de la carne le da al Lazarillo una fuerte golpiza que no lo soltaba hasta que se lo quitaron de las manos, entonces cuando todos del mozo se querían compadecer el ciego les contaba de las travesuras que él le hacía entonces los demás comprendían diciéndole “castígale, castígale”.

Es así como Lázaro decide dejarlo, abandonarlo debajo de la lluvia y engañándole para que el ciego, creyendo que iba a cruzar un arroyo y debía brincar tomando vuelo, fue a estamparse sobre un poste que desmayado lo dejó.

Después de haber abandonado

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