Espacio Publico, Ciudad Y Ciudanania

El espacio público es la base de la ciudad, es una especie de radiografía de la sociedad, de su calidad, de su nivel de desarrollo, en pocas palabras mediante el espacio público se cualifican las ciudades. Es el lugar donde todas las personas son iguales, es decir que el espacio público es un puente que une diferencias entre los ciudadanos, es el sitio de intercambio de una sociedad multicultural y como lo expresa Jordi Borja “El espacio público: ciudad y ciudadanía”: “el espacio público es el conjunto de puntos de encuentro”, “donde las relaciones entre los habitantes y entre el poder y la ciudadanía se materializan.” El espacio público actúa como el elemento articulador de la ciudadanía donde se cumple a cabalidad el derecho a expresarse libremente, donde los ciudadanos se apropian de su entorno.

Pero existen acciones que deterioran o que impiden que la función de unir y de homogeneizar del espacio público, se cumpla en su totalidad, la privatización, la delimitación ozonificación de este espacio, crea barreras invisibles entre los ciudadanos, barreras que trascienden la sociedad y que aíslan toda posibilidad de integración social, ocasionando conflictos.

Público es eso, abierto a todo mundo, sin exclusiones, aunque lo que se vive en la actualidad es que cada vez se está tergiversando el concepto y se le está rezagando a determinado grupo humano. La principal inquietud es saber si con el paso de los años, la ciudad en términos sociológicos ¿evoluciona o involuciona?, ¿estará destinada a la total fragmentación? o por el contrario se evocara la concepción del espacio público como eje principal de la ciudad. Pero si bien es cierto, el horizonte no es muy alentador, dado que todo esto va ligado a una economía, una globalización y una expansión que por su acelerado crecimiento esta deshilvanando los hilos del tejido urbano. El espacio público juega un papel importante al hacer ciudad; ya que esta permite la relación de los ciudadanos con la ciudad, por eso este espacio debe ser bien concebido.

El desarrollo de las ciudades no sólo está sustentado en la infraestructura y la oferta de bienes y servicios que faciliten y promuevan la productividad local, regional y nacional –y por la manera en que ello tenga un impacto en la calidad de vida de las personas que la habitan-, sino fundamentalmente, por las múltiples dinámicas sociales que se generan alrededor de ellas y que les dan sentido más allá de ser lugares de asentamiento y de operación de lo urbano[1].

De acuerdo con lo anterior, pensar la ciudad en tanto territorio implica reconocer que son las personas las que la construyen a través de la interacción y de la puesta en juego de la variedad de perspectivas, expectativas e ideas de mundo que los constituyen como seres humanos y sujetos políticos, así como de las relaciones que existen entre ellas y el aparato gubernamental, que a su vez, pueden llegar a determinar las formas de apropiación de la ciudad, ya no como lugar de realización de lo individual, sino como horizonte de sentido de la vida colectiva.

En este sentido, la construcción de la ciudad tiene en el espacio público su escenario privilegiado dado que es justamente allí donde se elabora, visibiliza y se reconstruye el sentido y el significado que cada individuo le otorga a ésta, no sólo en términos de filiación a un territorio –entendida como identificación por la carga afectiva que puede ligar a las personas adeterminado lugar-, sino como el ámbito físico donde le es posible materializar sus apuestas vitales, esto es, dejar una “marca en el suelo”[2] y procurar satisfacer sus deseos.

El espacio público es escenario, y al mismo tiempo, referente de encuentro de la diversidad de manifestaciones humanas alrededor de la ciudad. Es el lugar en el que los dilemas sociales se hacen explícitos en la medida en que confluyen cotidianamente configurando y reconfigurando las formas en que se relacionan los sujetos consigo mismos y con el mundo desde los espacios

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