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Filosofia Y Psicologia


Enviado por   •  4 de Agosto de 2013  •  6.045 Palabras (25 Páginas)  •  312 Visitas

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Guía 1 Filosofía y Psicología. 3 Medio.

INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA.

I.-) La Psicología.

Palabras preliminares sobre la naturaleza de la psicología:

La palabra “psicología” es una palabra compuesta que proviene del griego antiguo: por una parte, de ψυχή, (psykhé), que significa primordialmente “vida” (aliento vital, alma, espíritu, etc.), y, por otra, de la partícula –λογία, (logía), que se traduce normalmente por “estudio” o “investigación”.

Psicología, en sentido estricto, es el estudio de la naturaleza humana en general: el ser humano, en su multiplicidad de facetas, es, pues, lo que denominamos el objeto de estudio de esta disciplina. Sin embargo, actualmente entendemos por psicología solamente las investigaciones que, desde el siglo XIX en adelante (En 1879 Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio de psicología del mundo), intentaron comprender al ser humano con pretensión de cientificidad tomando como modelo el método científico de la ciencia moderna - principalmente del ejemplo de la física y la ciencia de la experiencia en general-. Sin embargo, y a pesar de que tal pretensión impera en toda la amplia dirección de la psicología, el panorama actual nos muestra a una psicología dividida en una multiplicidad de escuelas y distintas posturas frente al problema del ser humano, como por ejemplo el conductismo, el psicoanálisis, el estructuralismo, el cognitivismo, etc. Esta situación no debe, empero, desconcertarnos. En general, podríamos decir que la razón fundamental de la división de la psicología estriba en la naturaleza compleja de su objeto, es decir, el ser humano. Ahora bien, mientras por un lado el problema acerca de qué es el ser humano pertenece a la filosofía como tal –siendo, todavía, objeto de mmaristotélico- del ser humano como animal racional y lo aborda indistintamente de manera cuantitativa –explicativa- y cualitativa –interpretativa-. De esta manera, el animal racional, pensado como un complejo de cuerpo y pensamiento, puede ser objeto tanto de la ciencia de la experiencia, explicativa y positiva, como también de la interpretación sociológica, antropológica o filosófica. Conforme a la división epistemológica moderna de las ciencias en ciencias humanas y ciencias de la naturaleza –establecida por el filósofo Dilthey- , el ser humano, como objeto de la psicología, se encuentra en el justo medio, y es estudiado más o menos indirectamente por ambas concepciones científicas. Esto constituye la interdisciplinariedad de psicología. La psicología, entonces, como unidad, corresponde entonces más bien a la visión integradora de todas las disciplinas científicas y escuelas psicológicas en tanto que refieren al problema del ser humano.

Introducción.

Sin embargo, y como consta de lo dicho, la pretensión de científica de la psicología presupone una cierta forma de comprender la realidad humana (a saber, el ser humano como animal racional) así como también una cierta metodología –el método científico moderno-. Es indudable, en ese sentido, que antes de XIX existieron concepciones o conceptualizaciones más o menos determinantes acerca de la naturaleza del ser humano, tanto en general como en cada cultura. Estas concepciones se manifiestan en el arte, la religión y, fundamentalmente, en la filosofía, y preparan o allanan interpretativamente una comprensión de sí mismo –psicología- que hace época y da sentido a las distintas sociedades de la historia humana.

La pregunta por la naturaleza humana. Presupuestos filosóficos.

Es difícil precisar qué es el ser humano. Frente a la pregunta ¿qué es el hombre?, enmudecemos y dudamos si acaso sea posible encontrar algo así como una respuesta. Podemos saber con seguridad y certeza muchas cosas: que 2 más 2 son 4, que la Revolución Francesa fue en el año 1789, cómo construir una silla o un telescopio, etc., pero ante el ser humano que somos nosotros mismos nos surge una especial incertidumbre e inquietud. Tal vez, en el fondo, dudamos de que el ser humano sea una cosa susceptible de ser conocida como conocemos las demás cosas. Es dudoso, ya en primer término, que el ser humano sea algo así como una cosa, sin más. Pero más allá de eso, es decir, del reconocimiento de que el ser humano no es una cosa, cualquier afirmación acerca de la naturaleza del ser humano epistémicamente es precipitada y acrítica.

Heráclito, filósofo griego del período pre-clásico –es decir, anterior a Sócrates, Platón y Aristóteles- sentenció (B45) en cierta ocasión: “Si vas a los límites del alma no los encontrarás, aunque recorras todo su camino: tan profundo es su logos”. Esto, sin embargo, no quiere decir que la búsqueda de los límites del alma, que es lo más profundo -y a causa de esa misma profundidad-, sea totalmente infructuosa o en todo caso algo que no se logra, un fin inalcanzable. Esa interpretación da la impresión de que la mencionada búsqueda es inútil y por lo tanto algo carente de sentido. Sin embargo, una búsqueda así jamás hubiese siquiera comenzado. Quizás más acertado es interpretar que la búsqueda es “inagotable”, en el sentido de infatigable, pues se resiste a “descansar” en una determinada respuesta y vive en continua revolución y cuestionamiento de sí. Nietzsche, filósofo del siglo XIX, por su parte, nos dice (Aurora, aforismo 48): Conócete a ti mismo: a esto se reduce toda la ciencia. “Sólo cuando el hombre haya adquirido el conocimiento de todas las cosas podrá conocerse a sí mismo. Pues las cosas no son sino las fronteras del hombre”. En ese sentido, el cuestionamiento que recorre el camino del alma humana para alcanzarse y conocerse se renueva siempre a sí mismo, sin detenerse en un extremo como en su final, puesto que ella misma no es un resultado, es decir, un término o límite objetivo a partir del que la cosa es conocida, sino que el alma es la conciencia o la relación misma que va siempre más allá del límite: es el movimiento trascendente y negativo de la conciencia que, como crítica y reflexión, rebasa y socava el ámbito de lo positivo y objetivo. En efecto, según Nietzsche, las cosas o la naturaleza y su conocimiento son la frontera y el límite más allá del cual recién comenzaría el ámbito del alma humana: allende el mundo objetivo, por tanto, se halla el plano o la esfera de lo propiamente humano.

Y es que “el mundo objetivo” de los entes o cosas que son sería del todo algo desconocido e indiferente si, de manera trascendente a lo que sencillamente “es” y está ahí como algo presente ante la mano, no existiera, como otra manera de ser, un horizonte de apertura en donde se refleje, comprenda y represente aquello

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