Helen Keller

El libro de Helen Keller es una gran historia, puesto que relata su vida en un libro. La vida Helen Keller fue muy complicada desde pequeña, pues ella tan solo tenía 19 meses de vida cuando una terrible enfermedad la había dejado sorda y ciega, y por consiguiente muda, ya que no podía ni ver ni escuchar, y pues no aprendió a hablar. La familia de Helen sufría mucho por este terrible acontecimiento, su familia estaba desecha, pero guardaban su dolor y sufrían en silencio. Conforme pasaba el tiempo la niña fue creciendo, era una hermosa niña, pero muy berrinchuda y grosera, destruía todo lo que encontraba a su paso. Sus padres ya no sabían qué hacer, ya la habían llevado con mucho doctores para que la revisaran y les digieran si había una posibilidad de que su hija pudiera volver a ver, pero todos les decían lo mismo, les decían que no había nada que hacer, que todo era inútil. Ya no sabían cómo educarla, toda su familia le concedía siempre sus caprichos, pues sentían tanta lastima por lo que le había ocurrido a la pequeña, que pensaban que nada les costaba concederle lo que ella quisiera ya que eso la hacía feliz, y para tranquilizarla cuando la niña estaba inquieta y hacia sus berrinches le metían un caramelo a la boca, ya que eso la tranquilizaba.

Una noche el capitán Arthur Keller y su esposa Kate Keller leían como de costumbre, cundo la señora Keller leyó un artículo muy interesante y se lo mostro a su esposo. Era un artículo hablaba de una institución para ciegos llamada Institución Perkins. Donde los niños ciegos aprendían a leer y escribir por un sistema de puntos en relieve. Los padres se emocionaron mucho pues había una posibilidad de que su pequeña pudiera ser educada. Los señores Keller escribieron una carta al doctor Anagnos director del Instituto Perkins. El cual no tardo en responderla y les dijo que se ocuparía de la educación de su hija la señorita Ana Sullivan.

La vida de Helen Keller dio un giro total, cambio por completo con la llegada de Ana Sullivan. Ana Sullivan era una joven 20 años recién graduada; ella había sufrido mucho durante su infancia, ella creció en un hospicio con su hermano Jimmi, donde el falleció debido a las condiciones de vida que llevaban ahí, pues eran muy poco saludables, el pasado de Ana era aterrador. Esta joven fue quien se dedico con gran paciencia a la educación de de la pequeña Helen Keller. Ana Sullivan educaba a la niña deletreando las palabras de todo cuanto tocaba en sus manos con sus dedos. A Ana Sullivan le costaba mucho poder educar a la pequeña ya que a ella no le agradaba que alguien no la cediera a sus berrinches y no la dejara hacer lo que quisiera, pues la niña huía de esa persona que le ponía impedimentos y le decía no a todo los berrinches de ella. Ella se sentía amenazada no le agradaba que esta persona quisiera ponerle impedimentos y corría con su madre, la cual sentía lastima por su hija y cedía a sus caprichos. Ana Sullivan sentía que no podía educar a la niña si sus padres interferían, o si la niña se sentía protegida por ellos, ya que la niña corría con ellos para que interfirieran por ella y no la dejaran con ella.

Un día mientras Ana Sullivan daba un paseo por la casa, encontró una pequeña cabañita enfrenta de la casa. Al regresar a la casa la señorita Sullivan les pidió tiempo a solas para proseguir con la educación de Helen, les pidió que la dejaran llevársela a esa cabañita, que la niña ya no sintiera la protección de sus padres, que dependiera de ella mientras se quedaba con ella. Les dijo que podrían verla mientras la niña no sintiera que estaban ahí. Ellos aceptaron y le dieron un corto plazo. La llevaron a dar un largo recorrido a caballo para que la niña no supiera donde estaba y creyera que estaba lejos de su casa.

La señorita Sullivan llevaba a la pequeña a dar paseos y le continuaba deletreando todo en la mano, pero la niña seguía sin entender el significado de estos extraños movimientos que le hacía en la mano la señorita Sullivan. Se termino el plazo que los papas de Helen le habían dado y por más que suplico que la dejaran más tiempo con ella sus padres no cedieron a dicha petición. La señorita Sullivan ya había logrado grandes cambios en el comportamiento de Helen, ya no era la niña grosera y maleducada que se había llevado.

Pero cierto día se dio el milagro Helen había comprendido el alfabeto manual, lo comprendió un día que llenaba un jarron de agua, ya que

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