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Juvenilia


Enviado por   •  3 de Mayo de 2014  •  1.577 Palabras (7 Páginas)  •  386 Visitas

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El titulo de la obra

Ya en las primeras oraciones de Juvenilia su autor confiesa: " ...nunca pensé trazar esos recuerdos de la vida de colegio en otra cosa que en matar largas horas e tristeza y soledad, de las muchas que he pasado en el alejamiento de la patria , es hoy la condición normal de mi existencia". Estas palabras nos acercan, pues a una definición de su obra -memoria- y determinan el tiempo -sus años de niñez y de adolescencia en el bachillerato(1863-1868)- y el ambiente -Buenos Aires y Colegio Nacional, en que se desarrollan los hechos.

El título de la obra proviene del adjetivo latino juvenilis-juvenile,que significa 'propio de la juventud o de los jóvenes y podría traducirse como 'cosas de la juventud' '.

El libro aparece en Viena, en 1884 .

. . . ¿por qué publico estos recuerdos, destinados a pasar sólo bajo los ojos de mis amigos? En primer lugar, porque aquellos que los han leído me han impulsado a hacerla, a llamarlos a la vida después de dos años de sueño ... Pero, con lealtad, en el fondo hay esta razón suprema que los hombres de letras comprenderán: los publico porque los he escrito.

Estructura:

Consta de una introducción y de treinta y seis capítulos en los que Cané determina claramente el límite entre su niñez-adolescencia, llena de "imágenes sonrientes y serenas", y su adultez, impregnada de una "suave tristeza". La nostalgia de la evocación hace nítido su objetivo: revivir y dar unidad a esas desperdigadas experiencias de los tiempos de colegio. Indudablemente, el punto de vista del narrador es el "yo-protagonista" ("he dicho", "recuerdo", "escribo"). Nos dice que la ha escrito sin un plan previo, guiado sólo por la remembranza.

Juvenilia no es una novela, pues no encontramos en ella continuidad argumental, ni una auténtica autobiografía, pues no siempre prevalece el "yo", sino también el "no¬sotros", la vida estudiantil. El narrador la llama "recuerdos infantiles", "memoria de mi infancia" , "charla", "cuadros" del pasado .

El tema de la obra es la evocación de los años de estudiante del narrador, internado en el Colegio Nacional de Buenos Aires tres meses después de la muerte de su padre:

El Colegio Nacional acababa de fundarse sobre el antiguo seminario, con una nueva organización de estudios.

Su ingreso en "los oscuros y helados claustros del antiguo convento" no es feliz:

Silencioso y triste, me ocultaba en los rincones para llorar a solas. recordando el hogar, el cariño de mi madre, mi independencia, la buena comida y el dulce sueño de la mañana.

El régimen disciplinario del establecimiento le resulta arduo, demasiado severo e in¬transigente:

Durante los cinco años que pasé en esa prisión, aun después de haber hecho allí mi nido y haberme connaturalizado con la monotonía de aquella vida, sólo dos puntos negros per¬sistieron para mí: el despertar yla comida.

Entonces trata de sofocar su desolación, su fastidio, con lecturas que lo sumergen en un "mundo de aventuras, amores, estacadas, amistades sagradas, brillo y juventud".

Así lee Los tres mosqueteros y Luis XIV y su siglo, de Alejandro Dumas, "multitud de novelas españolas" y tantas otras obras que enriquecen su imaginación. Pero también llega la hora de las travesuras, de las "escapadas nocturnas", de las "cenas furtivas".

Junto al arrollador ímpetu de la edad, la serena costumbre de velar noche a noche al primer rector del Colegio, el canónigo Eusebio Agüero, "hombre de alma buena, pura y cariñosa", quien, tendido "sobre un inmenso sillón", escucha atentamente la lectura de "la vida de un santo" hasta adormecerse.

Más tarde, la llegada de un nuevo rector pone fin a la caótica organización interna del establecimiento y al deplorable estado de sus estudios. Se llama Amedée Jacques y es -a sus ojos- "el hombre más sabio que hasta el día haya pisado tierra argen¬tina". Todas las páginas que le dedica en Juvenilia reflejan esa veneración y ese respeto profundos que sólo despiertan los grandes hombres dotados de inteligencia y pureza espiritual: "Su influencia se hizo sentir inmediatamente entre nosotros".

M. Jacques era áspero, duro de carácter, de una irascibilidad nerviosa, que se traducía en acción con la rapidez del rayo, que no daba tiempo a la razón para ejercer su in¬fluencia moderadora.

Jacques, "irritado como Neptuno contra las olas", sofoca la "revolución" que orga¬nizan contra la "tiranía" del vicerrector José M. Torres y expulsa al narrador, su cabeci¬lla, con inquebrantable firmeza. Pero, a pesar de su mal genio, siempre lo tienen a su lado; si falta algún profesor, él da la clase -química, física, matemática, retórica, his¬toria, literatura, latín- "sin vacilación, con un método admirable", y atrapa la incons¬tante atención de los jóvenes, quienes hasta renuncian al codiciado recreo para seguir escuchándolo. Por

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