LA CUIDAD GENERICA
Enviado por 0984308403 • 7 de Julio de 2013 • 8.959 Palabras (36 Páginas) • 300 Visitas
INTRODUCCIÓN
1.1. ¿La ciudad contemporánea es como el aeropuerto contemporáneo -
"todos iguales"? ¿Es posible teorizar esta convergencia? ¿Y si es así, a qué
configuración final se está aspirando? La convergencia sólo es posible a
costa de despojarse de la identidad. Generalmente eso se ve como una
pérdida. Pero a la escala en la que ocurre, debe significar algo. ¿Cuáles son
las desventajas de la identidad, y a la inversa, cuáles son las ventajas de
la inexpresividad [blankness]? ¿Y si esta homogeneización aparentemente
accidental -y usualmente lamentada- fuese un proceso intencional, un
movimiento consciente alejándose de la diferencia hacia la semejanza? ¿Y
si estamos siendo testigos de un movimiento global de liberación "¡abajo el
carácter! [lo típico, lo característico]"? ¿Qué queda después de que se ha
despojado de la identidad? ¿Lo Genérico?
1.2. Dado que la identidad es derivada de la sustancia física, de lo
histórico, del contexto, de lo real, en cierto modo no podemos imaginarnos
que algo contemporáneo -hecho por nosotros- contribuya a ella. Pero el
hecho de que el crecimiento humano sea exponencial implica que el
pasado en un cierto punto se volverá demasiado "pequeño" para ser
habitado y compartido por aquellos [que están] vivos. Nosotros mismos lo
agotamos. Hasta tanto la historia encuentre su depósito en la arquitectura,
inevitablemente las cantidades humanas actuales reventarán y reducirán la
substancia previa. La identidad concebida como esta forma de compartir el
pasado es una propuesta destinada al fracaso: no sólo hay -en un modelo
estable de continua expansión de la población- proporcionalmente cada vez
menos que compartir, sino que la historia también tiene una ingrata vida a
medias -como se abusa más de ella, se vuelve menos significativa- al
punto que sus derogatorios panfletos se tornan insultantes. Esta disolución
es exacerbada por la masa de turistas en constante aumento, una
avalancha que, en una búsqueda perpetua de "carácter", va moliendo las
identidades exitosas [hasta convertirlas] en un polvillo insignificante.
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http://betatest.ubp.edu.ar/0010/0010_3.htm 07/09/20091.3. La identidad es como una trampa para ratones en la que más y más
ratones tienen que compartir la carnada original, y que, inspeccionada más
de cerca, puede haber estado vacía desde hace siglos. Cuanto más fuerte
es la identidad, más encarcela, más resiste la expansión, la interpretación,
la renovación, la contradicción. La identidad se vuelve como un faro -fijo,
sobredeterminado: puede cambiar su posición o patrón que emite
solamente a costa de desestabilizar la navegación. (París sólo puede
volverse más parisina -ya está en camino de convertirse en hiper-París,
una pulida caricatura. Hay excepciones: Londres -su única identidad [es]
una carencia de identidad clara- está perpetuamente volviéndose aun
menos Londres, más abierta, menos estática.)
1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia, un punto. Su tragedia
se da en simples términos geométricos. Mientras la esfera de influencia se
expande, el área caracterizada por el centro se vuelve más y más grande,
diluyendo desesperanzadamente tanto la fuerza como la autoridad del
núcleo [core]; inevitablemente, la distancia entre el centro y la
circunferencia se incrementa hasta el punto de ruptura. En esta
perspectiva, el reciente y tardío descubrimiento de la periferia como una
zona de valor potencial -una especie de condición prehistórica que podría
finalmente ser digna de la atención arquitectónica- sólo es una disimulada
insistencia sobre la prioridad y dependencia del centro: sin centro, no hay
periferia; el interés en el primero presumiblemente compensa por el vacío
del último. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora
por el hecho de que su madre todavía está viva, robándose el show,
acentuando las deficiencias de la cría. Los últimas vibraciones que emanan
del exhausto centro impiden la lectura de la periferia como una masa
crítica. No sólo el centro es, por definición, demasiado pequeño para
realizar sus tareas [obligations] asignadas, tampoco es más el centro real
sino un espejismo marchito camino a la implosión; aun así, su presencia
ilusoria deniega al resto de la ciudad su legitimidad. (Manhattan denigra
como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan apoyo
infraestructural para entrar en la ciudad, y les hace pagar por ello.) La
persistencia de la actual obsesión concéntrica nos hace a todos gente de
puente y túnel, ciudadanos de segunda clase en nuestra propia civilización,
privados de ciudadanía [disenfranchised] por la muda coincidencia de
nuestro colectivo exilio del centro.
1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su
juventud en Amsterdam, la ciudad de la última centralidad) la insistencia
en el centro como el núcleo del valor y el significado, fuente de toda
significación, es doblemente destructiva -no sólo el volumen siempre en
aumento de las dependencias es a fin de cuentas una tensión intolerable,
supone también que el centro tiene que ser constantemente mantenido, es
decir, modernizado. Como "el lugar más importante", paradójicamente
tiene que ser, al mismo tiempo, el más viejo y el más nuevo, el más fijo
beta_test_#0010:La ciudad genérica Página 2 de 22
http://betatest.ubp.edu.ar/0010/0010_3.htm 07/09/2009[estático] y el más dinámico; soporta la adaptación más intensa y más
constante, la cual luego se ve comprometida y complicada por el hecho de
que tiene que ser una transformación inadvertida, invisible al ojo desnudo.
(La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa en la
vuelta a una suerte de arqueología en reversa: capa sobre capa de nuevas
modernidades [modernities] -shopping centers, estacionamientos, bancos,
bóvedas, laboratorios- se construyen debajo del centro. El centro ya no se
amplía hacia fuera o hacia el cielo, sino hacia el interior, hacia el centro de
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