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La Eneida


Enviado por   •  7 de Mayo de 2013  •  2.944 Palabras (12 Páginas)  •  328 Visitas

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LA ENEIDA

INTRODUCCIÓN

Escrita antes del nacimiento de Jesucristo, La Eneida se suma a los escritos épicos donde los dioses ejercen su influencia y voluntad en los hombres. Para Virgilio, el destino se encuentra trazado de antemano. La influencia de Homero, Esquilo, Sófocles y Eurípides resulta más que notoria pues se sabe que la Eneida contiene frases o imágenes de los anteriores autores. La Eneida es para Italia, lo que el Popol Vuh para los mexicanos. En el poema se narran los orígenes divinos del pueblo romano. Escrita en doce libros, La Eneida cuenta las aventuras de Eneas, elegido por los dioses para cimentar a la futura Roma.

Desde su aparición, el largo poema épico de Virgilio fue considerado una obra maestra; elogiado por Ovidio, al paso del tiempo se comprobó que su excelente métrica ejercería su influencia hasta entrado el renacimiento. Sus imágenes y exhaltación del espíritu humano continúan emocionándonos hasta hoy.

RESUMEN

Libro I

El imperio troyano es destruido. Desde el hogar de los dioses se mantiene una pugna entre partidarios de griegos y troyanos. Eneas huye del sitio y junto con varios sobrevivientes toman embarcación y se hacen a la mar. La diosa Juno, enemiga de los troyanos los observa. Eneas es un predestinado que fundará en Italia un imperio que a la postre, destruirá el reino de Cartago protegido a su vez por Juno. Una tempestad azota las embarcaciones; las naves son dispersadas y los tesoros salvados de Troya flotan hasta perderse. Neptuno, el dios del mar, puesto que no le ordenó sacudirse, saca la cabeza a la superficie y entonces vuelve la calma. Los troyanos llegan a Libia y se internan por un bosque. En la bóveda celeste, Júpiter lo observa todo. Venus llora ante él por la suerte de su hijo Eneas. Júpiter la tranquiliza pues esos hombres serán los antecedentes del emperador Augusto. Eneas duerme mientras su destino lo espera. A la mañana siguiente, Eneas acompañado del leal Acate, salen a explorar la zona. Una cazadora les informa que se encuentran cerca de una ciudad recién construida y la historia de su fundadora. Una fenicia de nombre Dido, cuyo hermano Pigmaleón mató a su esposo Siqueo. Una noche; la sombra de Siqueo se le apareció a Dido, le dijo el nombre del autor del crimen y le ordenó marcharse. Dido huyó con varios enemigos de Pigmalión y algunas riquezas con las que fundo la ciudad. La cazadora se va no sin antes anunciarle que recuperará a sus hombres. Eneas observa a su madre. Una nube protege a Eneas y Acates cuando se internan por la ciudad. Junto a un templo dedicado a la diosa Juno, Eneas ve pintados los muros con la derrota de Troya. Eneas se reconoce en los frescos. De repente, Dido llega al templo y pide por los extranjeros. La cazadora tenía razón pues Eneas ve a sus antiguos amigos, quienes fueron apresados, llegar ante Dido. Sus hombres, ignorando que Eneas se encontraba ahí, se mantienen firmes a su lealtad. Dido pregunta por Eneas y este aparece rasgando la nube. Dido le manifiesta admiración y lo invita al palacio a un banquete. Desde el cielo, Venus desconfía de aquella ciudad, producto de las maniobras de Juno, y ordena a cupido hacer su labor en Dido. Cuando la hermosa Dido coge unos presentes, ve palidecer la imagen de Siqueo pues un nuevo amor se ha generado en ella. Los invitados le piden a Eneas que narre el sitio de Troya y lo que hizo después.

Libro II

Eneas narra. Los griegos habían dejado un inmenso caballo de madera en las playas de Troya. Algunos desconfiaban y otros lo consideraban una ofrenda. Finalmente, el caballo es introducido a la ciudad por un boquete que abrieron. Al caer la noche, del vientre del caballo, griegos armados son vomitados a la ciudad. El narrador mientras tanto dormía y cuenta haber escuchado que Troya se derrumbaba y había que buscarle nuevas murallas. Eneas despierta. Troya es violentamente tomada. Eneas tiene que huir. Él y su esposa Creusa, tratan de convencer al padre de Eneas: Anquises, pero éste se niega a huir. Anquises, quien fue herido por un rayo pues Júpiter detestaba que el mortal se jactara de haber estado con una diosa, termina cediendo. Durante la huida, Eneas carga a su padre Anquises y Creusa desaparece –pues no estaba destinada a acompañar a su esposo-. Eneas cuenta como regresó desesperado a Troya a buscar a su esposa pero sólo encontró su sombra que le predijo su llegada a Hesperia, a orillas del río Tíber y su enlace con una hija de un rey. Eneas y su grupo se internaron entonces por las montañas.

Libro III

Una vez construida la flota, Eneas cuenta su empeño en llegar a Hesperia y los numerosos episodios que paso: una vez, arrancó unas ramas que sangraron, un oráculo que le predijo que debe llegar a la tierra de los ancestros. Su padre Anquises recordó que los antepasados le dijeron que venían de Creta. Entonces se dirigieron ahí y construyeron la ciudad de Pergamo. Nuevamente sueña que debe de llegar a Hesperia. Eneas decide abandonar Creta, en el camino se enfrentaron a las arpías –aves con facciones de mujer y vientre lleno de mierda-. Una de ellas les predijo que alguna vez su hambre los obligará a comerse la mesa. Continuaron el camino. Encontraron a un antiguo amigo: Heleno, quien les predijo que dónde encuentren a una cerda amamantando a treinta lechoncitos, será el lugar donde se fundará su imperio. Heleno les sugiere otra ruta misma que es tomada. La flota arribó a Sicilia donde pelearon contra Polifemo el cíclope. Lejos de ahí Anquises muere. Nadie, termina de narrar Eneas, me predijo su muerte.

Libro IV

Dido, la reina de Cartago, se enamora del guerrero troyano. Confía su deseo a su hermana Ana quien la anima a iniciar una relación. Mientras tanto, Juno piensa en la manera de sacar provecho y propone a Venus que Dido se case con Eneas. Venus asiente. Durante una cacería en los alrededores del reino, Dido se refugia en una cueva con Eneas y se entrega a él. Surge entonces el escándalo en toda Libia. El rey Yarbas, prometido de Dido, le pide a Júpiter justicia. Júpiter manda entonces a Mercurio, mensajero de los dioses, quien encuentra a Eneas engolosinado con las bondades de Dido. Mercurio le reprocha haberse olvidado del carácter de su misión y Eneas, ordena a sus seguidores, salir esa misma noche, en secreto, del reino de Cartago. Sin embargo, al encontrarse con Dido, tiene que fingir una extrema frialdad para descorazonar a su apasionada amante. Dido, ofendida desde lo más profundo de su corazón, lanza ofensas e injurias contra su verdugo. Al ver su escaso éxito, pide ayuda a Ana para que el príncipe troyano dilate un poco su partida. Eneas se mantiene insensible. Dido escucha malos presagios y la voz de Siqueo. A la mañana siguiente, cuando la hermosa reina observó la flota partir, cogió la espada del ausente y la hundió en su pecho. Juno

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