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La Luz Azul


Enviado por   •  4 de Mayo de 2014  •  Resumen  •  1.658 Palabras (7 Páginas)  •  259 Visitas

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Cuento.

La Luz Azul

Había una vez en tiempos de guerras, un soldado que por muchos años sirvió a su rey fielmente. Pero cuando acabaron las guerras, ya no pudo servir más a causa de las muchas heridas que había recibido. El rey le dijo:

-"Debes volver a tu casa, ya no te necesito más, y no vas a recibir ninguna paga adicional, pues solamente se da el salario mientras se está en servicio."-

Entonces el soldado, que no sabía de qué otra manera ganarse la vida, se fue totalmente frustrado, y caminó todo el día, hasta que llegó a un bosque y entró en él. Cuando oscureció, vio una luz, y se dirigió a ella, y llegó a una choza donde vivía una bruja.

-"Por favor, dame posada por una noche, y un poquito de comida y bebida"- le dijo él a ella, -"o moriré de hambre."-

-"¡Ajá!"- Contestó ella, -"¿Quien le daría algo a un soldado despedido? Te tendré compasión y te dejaré entrar, si haces lo que deseo"-

-"¿Y qué es lo que deseas?"- respondió el soldado.

-"Que mañana me arregles totalmente mi jardín."- dijo la bruja.

El soldado consintió, y al día siguiente trabajó con todas sus fuerzas, pero no pudo terminar todo al llegar el atardecer.

-"Veo muy bien" dijo la bruja, -"que por hoy ya no puedes hacer más, pero te daré otra noche, y en pago por ello, mañana me picarás una carga de leña haciéndola compacta."-

El soldado gastó todo el día haciéndolo, y al atardecer la bruja le propuso quedarse una noche más.

-"Mañana solamente deberás hacerme un trabajito muy pequeñito. Atrás de mi casa hay un viejo pozo seco, donde ha caído mi linterna. Ella alumbra azul, y nunca se apaga, y debes traérmela de regreso."- dijo ella.

Al día siguiente la vieja lo llevó al pozo, y lo bajó en una canasta. Él encontró la luz azul, y le hizo una señal a ella para que lo subiera. Ella jaló la cuerda hacia arriba, pero cuando ya estaba cerca del borde, ella estiró la mano tratando de coger la luz azul, quitándosela a él.

-"¡No!"- dijo él, percibiendo su mala intención, -"No te daré la luz, hasta tanto no esté afuera con mis dos pies sobre el suelo."-

La bruja se molestó, soltó la cuerda y se marchó. El pobre soldado cayó sobre el húmedo fondo, sin herirse, y la luz azul seguía iluminando, pero, ¿De qué le serviría eso? Vio él que no podría escapar de la muerte. Se sentó por un rato muy acongojado, y de pronto exploró su bolsillo y encontró su pipa de tabaco, que aún estaba a medio llenar.

-"Este será mi último placer."- pensó.

La sacó, la encendió con la luz azul y comenzó a fumarla. Cuando el humo había circulado por toda la caverna, súbitamente apareció un duende negro parado frente a él, que le dijo:

-"Señor, ¿Cuáles son tus órdenes?"-

-"¿Y qué órdenes tengo que darte?"- replicó el soldado, bastante confundido.

-"¿Y qué órdenes tengo que darte?"- replicó el soldado, bastante confundido.

-"Yo debo hacer cualquier cosa que me pidas"- dijo el hombrecito.

-"Bien"- dijo el soldado, -"en primer lugar, sácame de este pozo."

El hombrecito lo tomó de la mano y lo llevó por un pasaje subterráneo, pero no olvidó de llevarse la luz azul consigo. En el camino, el duende le mostró los tesoros que la bruja había colectado y escondido allí, y el soldado tomó tanto oro como podía cargar. Cuando llegaron arriba, él le dijo al hombrecito:

-"Ve ahora y atas a la bruja, y la llevas ante la justicia."-

En unos momentos, pasó la bruja, tan rápido como el viento, dando escalofriantes gritos como un gato salvaje, e inmediatamente reapareció el hombrecito.

-"Todo está hecho"- dijo él, -"y la bruja ya ha sido juzgada. ¿Qué más se te ofrece, mi señor?"-

-"Por ahora, nada más."- contestó el soldado, -"Debes retornar a tu hogar, pero mantente siempre disponible a mi alcance, por si te convoco."-

-"No necesitas más que encender tu pipa con la luz azul, y yo apareceré ante ti de nuevo."- dijo el duende, y desapareció de su vista.

El soldado retornó al pueblo de donde había venido. Fue a la mejor posada, ordenó los mejores vestidos, y pidió al propietario que le alistara una habitación tan preciosa como fuera posible. Cuando ya estuvo lista y el soldado había tomado posesión de ella, invocó al pequeño negrito y le dijo:

-"Mira, yo serví muy fielmente a mi rey, pero él me despreció, y me dejó hambriento, y ahora es mi turno de tomar mi acción."-

-"¿Qué debo hacer?"- preguntó el hombrecito.-"Cuando ya esté entrada la noche, y la hija del rey esté en su cama, tráela dormida, y ella hará el trabajo de servidumbre para mí."- contestó.

-"Eso es algo muy fácil para mí, pero algo muy peligroso para ti, porque si eres descubierto, te podría costar un buen disgusto."- dijo el duende.

Cuando sonaron las doce de la noche,

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