ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Sabiduría Sin Promesa, De Christopher Domínguez


Enviado por   •  22 de Mayo de 2015  •  1.514 Palabras (7 Páginas)  •  186 Visitas

Página 1 de 7

Tensiones de un lector heterodoxo Christopher Domínguez Michael, La sabiduría sin promesa, Joaquín Mortiz, México, 2001, 352 pp.No sé si exista algún método efectivo para leer el libro escrito por un crítico literario. Sobre todo si el que lee es escritor o pretende serlo. Quizás sería conveniente acercarse cautelosamente a la obra como quien se aproxima al ideario de una autoridad. No lo creo. Siempre será más grato comenzar una lectura con el menor número de prejuicios posible. Y si bien tampoco existe un método, es sensato adelantar un principio: la crítica literaria es también una ficción. Me parece que sería ingrato ofrecerle un estatuto distinto. Y como toda ficción, posee una mínima responsabilidad frente al lector. Evitar que éste, abrumado por el tedio, abandone sus páginas. No creo tampoco que deba prestársele demasiada atención al hecho de que el crítico intente valerse de su posición o su conocimiento para ensayar un canon. Después de todo, esta manía le otorga un interés adicional a sus juicios. ¿Qué haríamos sin la presencia de aquellos que intentan señalarnos el camino? ¿Cómo podríamos desviarnos del sendero ortodoxo para descubrir rutas alternativas? Es hasta cierto punto divertido presenciar cómo, por ejemplo, el profesor de Yale Harold Bloom intenta levantar una iglesia basada en la palabra de Shakespeare. Sus argumentos son consecuencia de su pasión, lo que de ningún modo invalida su pertinencia ni tampoco su habilidad argumental. Incluso pienso que a veces es mejor que los críticos sean descaradamente canónicos a que nos demuestren una mustia sutileza. Aunque a veces, como en el caso de Bloom, tengamos que soportar sus atléticas metáforas donde los escritores corren empujándose entre sí en pos de la medalla de oro. Jamás debería escribirse pensando en igualar o superar a nadie. Que además el profesor cometa el dislate de afirmar que Shakespeare ha sido más importante para la cultura occidental que Aristóteles y Platón nos muestra no sólo la ignorancia, sino el desprecio que ciertos críticos cultivan hacia la filosofía (con todos ellos podría integrarse también una escuela del resentimiento). Quizás se deba a una cuestión de orden práctico: ¿cuántas novelas dejaría de leer un crítico si le prestara la debida atención a obras de contenido filosófico? Pero sus juicios, según nos confirma su habitual pedantería, están sustentados sólo en la ciencia de sus lecturas. Los críticos desean ahorrarse las minucias filosóficas para construir una exégesis respaldada en los vaivenes de su experiencia. Tienen derecho siempre y cuando cuestionen —señal de salud intelectual— cotidianamente su papel pontificio.

Aun con estos ingratos antecedentes me propuse leer los ensayos y reseñas que reunió el crítico mexicano Christopher Domínguez Michael en La sabiduría sin promesa, un conjunto de ficciones donde los personajes son escritores que actúan en el escenario de la historia. No ha sido sencillo acostumbrarse a ese estilo accidentado en el que a un párrafo escrito con destreza narrativa y claridad conceptual le sigue otro de características contrarias. La necesidad de condensar las vicisitudes de un siglo en un párrafo escueto, sumada a un descarado derroche de citas, nos propone una lectura cautelosa: en este libro no se puede ir a buen paso a riesgo de perder el camino. ¿Pero qué estilo es, como deseaba Anatole France, breve, claro y transparente? Toda obra, por más traslúcida o inmaculada formalmente que sea, lleva consigo una desagradable mancha: el escritor. Esta mancha, sin embargo, es síntoma de humanidad. Sería ingenuo pensar que un escritor es capaz de desaparecer oculto en el follaje de su escritura. No sólo ingenuo sino también decepcionante, pues deseando encontrarnos con una obra sucia, mancillada por el estilo personal e ineludible del escritor, nos encontramos con la mano asexuada e insípida de un ángel literario.

Domínguez Michael nos confiesa en el prólogo de su libro que si bien algunos ensayos son evidentemente canónicos, otros son el resultado de travesías curiosas por el librero. A esta reunión heterodoxa de ensayos le acompaña entonces un ortodoxo deseo de permanencia. Es natural: el azaroso recorrido por el librero tiene sentido sólo porque existen autores que son definitivos. ¿Qué otra manera de asirse a tierra firme en una época de indiscriminada producción literaria? Y, a pesar de todo, no deja uno de sentirse como un escolar recitando el novenario clásico: que un escritor ocupe un lugar para siempre en la historia, que una obra sobreviva a su tiempo para convertirse en canon. No sé quién puede escribir alimentando estas preocupaciones. Ojalá tuviéramos

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (9 Kb)
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com