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La Verdad De Las Mentiras


Enviado por   •  18 de Octubre de 2014  •  2.238 Palabras (9 Páginas)  •  221 Visitas

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El ser humano, por naturaleza es un ser social, debido a que desde su aparición se ha visto en la necesidad de establecer relaciones con otros de su especie, por ello, requiere de sus pares para satisfacer sus necesidades; se desarrolla en sociedad y a su vez contribuye a la evolución de ésta, es un todo social que no puede desintegrarse en particularismos. Para ello, ha utilizado una de las facultades que lo diferencia del resto de los animales, ésta no es otra sino el lenguaje, con el cual puede expresar sus sentimientos e ideas, bien sea de forma oral, gestual o escrita.

En este sentido, se puede decir que, requiere estar en interacción, comunicarse constantemente; de aquí la importancia de poseer un lenguaje rico en vocablos, claro, preciso, argumentativo y esto es alcanzado a través de textos literarios que desarrollan una sensibilidad crítica, inconformista ante la vida, lo que hace al hombre infeliz, insatisfecho cuando es capaz de contrastar el fantástico mundo expresado en la literatura con el real, pero le da fuerza a ese espíritu aguerrido para materializar lo deseado.

Asimismo, se cree que ese mundo de palabras por sí solo, no representa la Literatura, debido a que ésta se produce en el momento de encuentro entre el texto literario y el lector, es decir, cuando éste último se apropia de la esencia del primero y lo hace parte de la vida social.

La literatura cultiva el espíritu, enriquece la conciencia, el intelecto, mejora en gran medida al ser humano, indiferentemente de su género (femenino o masculino). Sin duda, debe disfrutarse tanto como el cine, paseos a la playa, a la montaña, juegos de mesa, juegos deportivos, entre otros.

Desde los primeros años de vida ha de ser vista como una forma de recreación, de disfrute, de esparcimiento para lo cual contamos con literatura infantil (cuentos); mientras se alimenta el alma, el espíritu crítico de cada individuo, aspectos esenciales para examinar constantemente el mundo en el que vive y en el que quisiera hacerlo.

Los textos literarios poseen una característica que es fundamental y es que ésta expresa un discurso connotativo que va a permitir diversas interpretaciones a un mismo texto, siendo alto el grado de ambigüedad para dejar esos “vacíos” que llenará el lector con sus aseveraciones y experiencias previas. Cada una de las palabras que comprende un texto literario está dispuesta de una forma y no de otra porque así lo decidió el autor y por muy inocente que parezca, está cumpliendo una función en ese proceso de construcción de significados. A diferencia del lenguaje científico que se esmera por reducir al mínimo el grado de ambigüedad.

La literatura desde hace mucho tiempo atrás permite darle plena libertad a la imaginación creando mundos donde todo es posible, donde las inflexibles leyes se quebrantan permitiendo contrastarlo con el mundo verdadero de cada persona. Es una de las actividades necesarias en la formación del ciudadano para conformar una sociedad democrática, libre, con criterio, argumentativa, con capacidad de discernir por lo que resulta fundamental darle el valor que tiene en el mundo actual, en el que vivimos.

La literatura como una manifestación artística es la manera como los hombres se relacionan con los demás, para dejarles un testimonio de todo lo que los pueblos han hecho en la construcción de su identidad, como bien plantea Mario Vargas Llosa “la literatura nos retrotrae al pasado… aviva ese sentimiento de pertenencia a la colectividad humana a través del tiempo y el espacio”

Lamentablemente, la realidad en las aulas escolares venezolanas, en relación a la literatura, es pobre, pues desde los primeros niveles y/o modalidades del sistema escolar pareciera dársele insignificante atención a tan importante aspecto para la vida humana, desconociendo su gran “poder”, lo enriquecedor –en todos los aspectos- que resulta encontrarse en la magia de la literatura y apropiarse de ella, pues es gracias a ésta que los seres humanos se reconocen y dialogan.

De lo ya expresado se evidencia que la responsabilidad del docente es mayor de lo que pudiera creerse, pues éste es el que hace vida en el aula junto a sus estudiantes, es quien tiene en sus manos la posibilidad y oportunidad de desarrollar en cada aprendiz el gusto por la literatura, para convertirlos no en seres con conocimiento sino con criterio, a través de la misma, ampliar su intelecto, abrir su imaginación y como se expresó en líneas anteriores, “pulir” su vocabulario, encontrar la expresión acertada para cada idea o emoción, lo que significa que puede estar mejor preparado para pensar, enseñar, aprender, dialogar, comunicarse, refutar; pues queda claro que una persona que no lee o lee poco cuenta con un repertorio mínimo y deficiente de palabras siendo esto una limitación no sólo verbal sino intelectual lo que se presenta como un factor que reduce la visión, el horizonte imaginativo del individuo.

Cada docente debe recordar, intermitentemente, que la literatura es el empuje o motor de aquellos hombres y mujeres de espíritu emprendedor, reflexivo, indócil, inconforme con la vida que lleva, hambriento de cambios positivos para su entorno, al que le falta algo para ser feliz, siendo éstos, muy probablemente, los que darán el todo por el logro del objetivo común, una sociedad libre y democrática, a diferencia de aquellos cuya “hambre literaria” (deseos, conocimientos, espíritu de libertad, criterio, intelecto) se encuentra satisfecha.

Es función del profesional de la docencia despertar en esta comunidad las ansias por incrementar potentemente conciencia reflexiva, crítica e insaciable, cuestionadora de cada situación que ocurra a su alrededor ampliando así su horizonte y posibilidades pues se quiere y requiere la formación de ciudadanos independientes, difíciles de manipular, en permanente movilización espiritual, que sean esa “chispa” que desemboca en un incendio indetenible, para ello los maestros podríamos valernos, entre otras cosas, de buenas lecturas a lo largo de la permanencia en el sistema educativo de los individuos, pues hay textos literarios que marcan vidas, historias, formas de pensar y terminan por forjar la propia identidad del hombre . Una vez adquirido y desarrollado el hábito, la literatura será en sus vidas una necesidad para alimentar el alma e intelecto y luchar contra la simplicidad humana (visión y pensamiento limitado).

Es oportuno recordar a la literatura en su carácter sedicioso (levantamiento contra la autoridad que gobierna. Rebelión), posible razón, pero no la única, por la cual ésta ha ido haciéndose nula en el currículo escolar de Venezuela y si vamos más allá de lo básico, de lo que se presenta a simple vista notamos con facilidad que no conviene ni interesa a ningún gobierno con deseos

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