La insurgencia: orden, memoria y estrategias
Enviado por plumablanca • 19 de Febrero de 2018 • Reseña • 3.812 Palabras (16 Páginas) • 205 Visitas
Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá
Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)
Curso: La insurgencia: orden, memoria y estrategias
Profesor: Mario Aguilera Peña
Elaborado por: Paula Andrea Cárdenas Silva
Fecha de entrega: 13/Feb/18
Reseña:
*Gutiérrez Sanín, Francisco. ¿Una historia simple? Informe comisión de 43 pág.
**Robinson, James A. La Miseria en Colombia. Revista desarrollo y Sociedad No. 76 Enero-junio de 2016. Universidad de los Andes, pag. 9-88.
*Gutiérrez Sanín en el informe ¿Una Historia Simple? se pregunta sobre las causas y persistencias del conflicto armado en Colombia: ¿Porqué varias guerrillas surgen en América Latina en 1960 y porque sobreviven, entre estas, las colombianas? ¿Porqué entró nuestro país en guerra? ¿Porqué se prolongó ésta de una manera tan extraordinaria? ¿y Cómo lo hizo?
Para avanzar en la respuesta a estos interrogantes, Gutiérrez periodiza la guerra civil en Colombia en dos momentos, a saber: primero, el periodo de la violencia de 1940 a 1960 y; segundo, la guerra contrainsurgente de 1960 hasta hoy. Además, el autor identifica que ambos momentos se asemejan orgánicamente y se diferencian frente a sus protagonistas, sus motivos y las lógicas que le subyacen.
Así también, encontramos que el autor divide este último periodo la guerra civil en Colombia en dos grandes momentos: el primero lo ubica en la creación de guerrillas con una inspiración marxista; el segundo lo ubica a finales de 1970 con un estado de guerra civil a nivel nacional. Ahora bien, antes de empezar, el autor resalta que no obstante sus exclusiones temáticas y por ende argumentativas, cualquier explicación del conflicto armado en Colombia sobrepasa la discusión de la influencia del Neoliberalismo a causa de que fue implementado en varios países y ninguno cayó en una guerra prolongada como el nuestro. Así también, vemos los impactos negativos de la puesta en marcha de teorías de seguridad nacional y de políticas contrainsurgentes, aplicadas también en distintos países latinoamericanos con desenlaces radicalmente diferentes a nuestro panorama nacional, agrega Gutiérrez. (Parafraseo, pág. 3).
A continuación, gracias a estas exclusiones diferenciadoras, Gutiérrez se dedicara exclusivamente al clima (condiciones únicas) colombiano, a los orígenes y al desarrollo, longevidad y persistencia del híbrido: democracia-conflicto; abordado desde algunas particularidades subnacionales y desde eventos anuales y períodos presidenciales consecutivos de interés.
Gutiérrez abarca los orígenes del conflicto a partir de cinco factores: herencias de la violencia, desigualdad agraria por asignación política de derechos de propiedad, exclusiones institucionales del campesinado por debajo del régimen político, dinámicas centrífugas y bloqueadoras dentro del sistema político y, la reapertura del acceso a la provisión privada de la seguridad.
En esta dirección, el autor agrega otros cinco factores a propósito de la persistencia del conflicto mencionando sus interacciones con los anteriores, a saber: narcotráfico, patrones de violencia de la guerrilla contra los civiles, masiva provisión privada de la seguridad, articulación de la seguridad privada a estrategias de agencias nacionales y, articulación densa de actores legales e ilegales dentro del sistema político. En la última parte del informe, Gutiérrez describe las consecuencias irradiadas sobre la población civil: Victimización.
Dentro de los orígenes vemos como las guerrillas colombianas incipientes, se van formando, apartadas ideal, demográfica y territorialmente de los debates centrales de un país afanado en materia de urbanización-modernización y, de un pueblo que visiblemente empezó a movilizarse. Así, encontramos una guerrilla que hasta inicios de 1960 protagonizaba una guerra invisible* pero que sobrevivió o mejor vivió de manera muy real: gracias a la tradición y experticia con la que atraviesa un año de dictaduras homicidas de las cuales reciclan prácticas de combate analógicas (Parafraseo, Gutiérrez y cita de Broderick*, pág. 5-6).
Ahora bien, las condiciones sociales eran favorables para la formación de guerrillas, pues como resalta el autor en palabras de Rojas Pinilla, los Grandes odios y pequeñas rencillas, despertaron el deseo de venganza de un pueblo que despojado de sus tierras y bañado en sangre, se sometía a un aparato estatal sustentado por decretos reciclados de un estado de emergencia, por lo cual, la guerrilla llegó como escudo, alivio o respuesta para algunas de las poblaciones martirizadas por la violencia que buscaban ya su propia supervivencia.
En cuanto a la concentración de la tierra, que se vuelve una práctica recurrente tanto para el estado como para las guerrillas, Gutiérrez explica, que se articulan y aparecen para ambos actores estas tendencias: primero, el uso de la violencia, segundo, los contactos políticos y tercero, la competitividad y manipulación judicial y política. El autor sugiere que el conflicto armado asume prácticas de guerra en torno a la presencia y en torno a la ausencia del estado en el territorio, éste último pensado como espacio geográfico y demográfico.
Para continuar, Gutiérrez retoma el concepto de Desigualdad Horizontal de Steward, al hablar del sesgo anti campesino que violenta y excluye los intereses del campesinado y toda acción encaminada a establecer una interacción real con el estado; como lo fue la creación de la ANUC en 1968 que en el pacto de Chicoral de 1972 se anula. Y así, se ubica este grande segmento de la población en una yuxtaposición de inequidades, proclive a ser el llamado caldo de cultivo de un profunda desconexión con la institucionalidad y reforzando la rebelión que propiciara el conflicto.
Sumado a lo anterior, el autor describe la nocividad de la provisión privada de seguridad y coerción, donde el sistema político central provee de policías a niveles subnacionales los cuales forman alianzas partidistas, y con redes civiles radicalizadas coordinándolos y legitimándolos y todo esto se traduce en violencia para la población civil no simpatizante. Por lo cual, se pensó en poner fin a toda la violencia bipartidista con la creación del Frente Nacional en 1959, sin embargo, la reforma policial que se establece da vida a la figura de autodefensa, lo cual supone que el remedio es pero que la enfermedad, pues de aquí en adelante el mismo Estado será el que coordina y habilite bizarros ataques contra la población civil.
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