Las dos Españas
Enviado por Jersaín Pasarán • 8 de Enero de 2024 • Apuntes • 836 Palabras (4 Páginas) • 81 Visitas
Las dos Españas
Ricardo Mella
1909
hablar, naturalmente, a título de patriota; percerlo, allá va una pequeña digresión a tal propósitopreocupación a otra preocupación, un prnada resuelve ni nada corrige. La afirmación de fuerza o de derecho, nada o poco tiene afirmación de la patria, estado afectivo. Se pueden cosas de la tierra y ser tan cosmopolita negar las patrias, expresión de antagonismos menester que demos de bruces en el exclusivismo xcelente, todo lo distante; y malo, más bien por la sola razón de referirse a la patria prser patriota al revés, es decir, patriota de tratar desapasionadamente cualquier asunto ealidad de la patria se refiera, hay que estar curado ejuicios, igualmente dañosos.
ese supuesto, hablar un anarquista de cualquier en él, y examinar, sin parti pris, las condiciones
censurables del mismo? Creo que la respuesta que parezca, así se me tache de patriotero, amparado
en un derecho, que tengo por indiscutibleseguido, lo que pienso de ciertos juicios y de eferentes a España.Hay, pues, una España que no es la España de Torquemada, como
hay una Francia que no es la de la hiena Thiers.
Los tormentos de Montjuich no se repetirán, no se repiten ahora
mismo, a causa de la acción constante de esa España nueva, pues digan
lo que quieran amigos o adversarios, —aquellos que no pueden
vivir sin forjar novelas—, la reacción actual no osa dar la batalla de
frente. Reta con las palabras, es cruel e hipócrita en los hechos, pero
también cobarde con relación a sus ansias de exterminio contenidas
por la amenaza de mayores males que presiente y rehuye.
Lo que ocurre, en realidad de verdad, es que los reaccionarios de
acá hinchan el perro revolucionario, con los fines que son de suponer,
y los revolucionarios de allá Inflan el perro reaccionario con
los mismísimos fines, pero en sentido contrario. Y me dan ganas de
gritar: ¡embusteros todos! De esta reacción no blanda ciertamente,
ni rastro quedará dentro de unos meses. Se abrirán las escuelas clausuradas,
se reanudarán las propagandas, se reorganizarán centros
y sindicatos, se creará nueva prensa y acaso, acaso, ni aun presos
quedarán en las cárceles. ¿De qué nos serviría, si no, esta indómita
independencia y esta testarudez indómita que nos distingue de
otros pueblos?
Quedan unos cuantos Torquemadas, pero son a millares los rebeldes.
Yo me río cuando veo a gentes graves organizar campañas
truculentas alrededor de un simple nombre cuando aquí tenemos
algún millar de nombres de encarcelados a su disposición. Yo me
río de las notas conminatorias que parecen declarar nuestra impotencia
revolucionaria. Y me reiré locamente, por no indignarme, si
se repiten las amenazas de algunos de los nuestros en otra campaña
reciente, amenazas de apelación a los gobiernos extranjeros formuladas
por circunspectos internacionalistas. ¿Es que la libertad, el
respeto
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