Literatura Y El Mal

El mal dentro de la obra del Marqués de Sade se refleja, principalmente, en su alejamiento de los valores morales de la época en la que vivió, como un método de librarse de la sociedad en la que se encontraba inserto.

El Marqués de Sade incluye el mal en sus obras a través del desencadenamiento de las pasiones más bajas del hombre. El hombre, al alcanzar este punto, adquiere una suerte de libertad oscura: abre las puertas del mal a su alma.

La pérdida de la conciencia y la entrada del mal en los personajes de Sade se declaran cuando éstos son capaces de abandonarse a sus pasiones y convertir al resto de los humanos en mero objetos que estarán al servicio de sus deseos; las víctimas del mal son destruidas espiritual y físicamente, muchas veces sin lugar a retorno. El amor propio de los personajes, un amor que está por encima de los demás, engendra el deseo de hacer sufrir al otro, de modificarle, de corromperlo y destruirle.

El mal es utilizado, por el propio Sade y los personajes de sus obras, para “gozar con el sacrilegio”, liberarse de las convenciones del siglo XVIII y revelarse contra Dios, buscan destruir el bien con la ayuda de la maldad intrínseca en cada ser humano, los cuáles son susceptibles cuando se rigen por las leyes de la naturaleza, que se contraponen a las leyes divinas. La forma perversa del concebir la vida llamaba a desechar la conciencia, que sólo actúa de límite a la libertad de la real naturaleza humana. La descripción de uno de sus personajes de Los 120 días de Sodoma, Curval: “tenía sesenta años aproximadamente y, singularmente desgastado por los excesos, no ofrecía casi más que un esqueleto… […]…Curval estaba hasta tal punto metido en el cenagal del vicio y el libertinaje, que le hubiese resultado imposible hablar de otra manera”; muestra una exteriorización de la corrupción a la que estaba sometido el personaje, de cómo el mal actúa sobre él no sólo internamente, si no que de igual modo se manifiesta en su forma física.

La realización del mal tiene como función satisfacer el deseo y las pasiones humanas, aprovechando el transcurso de la vida, probando y convirtiendo el mal en algo deseable, pues las justificaciones de los personajes los llevan por un camino que les permite alcanzar la satisfacción de los anhelos más retorcidos y ocultos: "Los verdaderos libertinos admiten que las sensaciones comunicadas por el órgano del oído son las más intensas. Por tanto, nuestros cuatro malvados, que querían que la voluptuosidad se impregnara en su corazón tanto y tan profundamente como pudiera penetrar, habían imaginado con ese designio una cosa singular."; Sade explica esto en sus notas de Los 120 días de Sodoma, como justificación a los excesos de sus personajes.

El mal vive dentro de los personajes de Sade, así mismo como habita en el escritor; intenta destruir a sus personajes y así mismo escribiendo sobre temas

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