Los Procesos de Moscú
Enviado por Rebecca John • 8 de Septiembre de 2021 • Apuntes • 87.296 Palabras (350 Páginas) • 122 Visitas
Los Procesos de Moscú
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Por PIERRE BROUÉ
El golpe de teatro |
Moscú, 1º de enero de 1936. Grandes carteles reproducen las declaraciones de Stalin: "La vida es mejor, la vida es más hermosa." Los observadores occidentales no piensan desmentirlo: los almacenes de Moscú ofrecen al consumidor una extensa gama de productos industriales y agrícolas, las calles son hervidero, la circulación automovilística es intensa... El decimonoveno año de la revolución podría muy bien ser el inicio de una nueva era, marcar el fin de una prolongada guerra civil.
De 1930 a 1934, la U.R.S.S. ha vivido cuatro años terribles. Pero ha logrado sobrevivir, y al fin parece salir de la pesadilla. Se afloja la presión sobre los campesinos; se pone fin al racionamiento, a partir de enero de 1935. Se consolidan los progresos de la industria pesada, y la ambición comunista de "transformación del mundo" parece encontrar su justificación en el inicio de un cambio decisivo de este inmenso espacio atrasado en país industrial. A partir de 1935, el plan quinquenal ya no tiene como principal objetivo la construcción de altos hornos, fundiciones y presas, sino que prevé también la producción de bienes de consumo, el desarrollo de la industria ligera. La grandiosa realización del metro de Moscú, con sus mármoles y esculturas ofrecidos a los usuarios, parece ser el símbolo de este cambio: el encarnizado trabajo realizado durante los años negros encuentra hoy su recompensa y los comunicados de victoria se traducen tanto en la mejora de las condiciones de vida como en las estadísticas de producción industrial. Occidente empieza a tomarse en serio a este país donde millones de jóvenes dominan la naturaleza, crean, construyen, edifican, donde el progreso de la sanidad, de la enseñanza, del empleo, no son los únicos signos espectaculares de una transformación sin equivalente desde la gran expansión del capitalismo industrial del siglo XIX.
A estos índices de empuje material hay que añadir ciertas muestras de distensión. Algunas iglesias vuelven a abrir sus puertas, las campanas suenan de nuevo. Son abolidas algunas medidas de excepción promulgadas contra personas de origen burgués o noble, adoptadas durante los años de guerra civil. Los campesinos ricos, los kulaks deportados durante la época de la colectivización, son amnistiados después de años de trabajo "correctivo". El optimismo de los observadores occidentales se ve reforzado con el anuncio, hecho por Molotov el 6 de febrero, de la próxima adopción de una nueva Constitución que pondrá fin a las medidas de discriminación en materia electoral, al instaurar el sufragio universal, indiscriminado, directo y secreto. Esta Constitución, "la más democrática del mundo", "monumento de la sabiduría stalinista", es adoptada por el Ejecutivo de los Soviets el 5 de mayo y publicada el 12 de junio: su texto, traducido a todos los idiomas, será difundido en el extranjero con el título Un pueblo feliz. Periodistas y comentaristas occidentales ponen de relieve el papel dirigente del partido comunista afirmado por el artículo 126 de la misma, pero al mismo tiempo se complacen en subrayar el carácter democrático-parlamentario de sus instituciones y de su funcionamiento, la afirmación del principio de libertad de conciencia, de expresión, de prensa, de reunión, de asociación, de inviolabilidad de domicilio y de la correspondencia, la supresión de las sanciones y de la represión administrativas. En efecto, los aspectos "revolucionarios" desaparecen de la constitución de la U.R.S.S., que ya no tiene nada de propiamente "soviética", aunque conserve la palabra "soviet" para designar las asambleas de tipo parlamentario. Precisamente este rasgo contribuye a que numerosos especialistas y una parte de la opinión pública mundial crean en una distensión real de la lucha postrevolucionaria, en el inicio de una fase de desarrollo armonioso. La U.R.S.S. ha pasado por una especie de locura de juventud revolucionaria: se dispone a sumarse al concierto de potencias cuyo respeto intenta obtener, a partir de este momento, a través de una serie de relaciones diplomáticas, en las que se presta a "hacer el juego".
Sin embargo, pronto se impondrá una imagen muy distinta: el 14 de agosto, un comunicado oficial anuncia el comienzo de lo que será la era de los "procesos de Moscú". En agosto de 1936, en enero de 1937, en marzo de 1938, van a tener lugar en público idénticas escenas ante el colegio militar de la Corte suprema de la U.R.S.S.; acusados que habían sido compañeros y colaboradores de Lenin, fundador del Estado y del Partido, dirigentes revolucionarios mundialmente conocidos, cuyos simples nombres evocan aún, para ciertas personas, la epopeya revolucionarla de 1917, se acusan de los peores crímenes, se proclaman asesinos, saboteadores, traidores y espías, todos afirman su odio hacia Trotsky, vencido en la lucha abierta en el partido a raíz de la muerte de Lenin, todos cantan alabanzas a su vencedor, Stalin, el "jefe genial", que "guía al país con mano firme".
Poco después de la ejecución de los condenados del primer proceso, el socialista austríaco Otto Bauer escribe: "Es una enorme desgracia para el movimiento obrero internacional." Otros, el contrario, se alegran. Charles Maurras, en L'Action Française, proclama que el gobierno francés ya no puede ignorar que los trotskistas están "a sueldo de Alemania". El fascista italiano Messaggero afirma: "Stalin tenía razón. Lo que sus adversarios consideraban como traiciones no eran más que concesiones, tan inevitables como necesarias, a la lógica." Le alaba el haber restaurado "una economía que tiene en cuenta al individuo, una escala de valores, una tradición nacional". La prensa de los emigrados rusos blancos se muestra satisfecha, y el fascista belga Léon Degrelle ataca al "judío Trotsky" en los siguientes términos: "No vería ningún inconveniente en que se le clavara entre los omóplatos un puñal de treinta centímetros a este hebreo con las patas manchadas de sangre de miles de obreros rusos." Todos los partidos comunistas del mundo, todas las secciones de la Internacional Comunista, siguen el ejemplo del fiscal y de la prensa rusa. En la prensa comunista y simpatizante, los intelectuales compañeros de viaje toman también posición a favor de una verdadera campaña de terrorismo intelectual contra los que dudan, a los que acusan de convertirse en "abogados de Hitler y de la Gestapo", al defender a Trotsky y a sus cómplices.
La causa abierta ante el tribunal de Moscú trasciende rápidamente al movimiento obrero y socialista. Las voces de los defensores de los acusados, militantes socialistas o sindicalistas, escritores independientes, las de Trotsky, Modigliani, Víctor Serge, Carlo Tresca, Rosmer, Dewey, pronto serán ahogadas. De un proceso a otro, la gente parece acostumbrarse a lo inverosímil e incluso a lo sórdido, renuncia a hacerse preguntas y a veces a comprender. Los procesos no provocan ninguna crisis de conciencia en el movimiento obrero que, pocos años antes, se levantaba en defensa de Sacco y Vanzetti. los dirigentes comunistas se dedican a evitarlo, y los socialistas que no siguen el ejemplo se sirven de los procesos para intentar justificar lo que sin duda su propia política tiene de más criticable. Trotsky, refugiado en Méjico después de haber errado de un país a otro, envía a la prensa preguntas, declaraciones, testimonios, una auténtica suma, de la que sólo se publicará una pequeña parte. Pero el mundo tiene puesta su atención en otros lugares. Desde hace años, los obreros europeos están pendientes de Alemania, donde el triunfo del movimiento nazi de Adolf Hitler conduce a la destrucción del movimiento socialista y sindical, al reinado de una barbarie que algunas ilusiones reformistas habían creído desterrada para siempre de los "países civilizados" Mientras se desarrollan los dos primeros procesos, las miradas están fijas, desde hace semanas y meses, en el cerco de Madrid.
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