Mariana Gómez nos da la visión de su infancia
Enviado por LillyMaclovich • 7 de Abril de 2012 • Reseña • 716 Palabras (3 Páginas) • 602 Visitas
"La mayoría de las veces me he sentido rara. Los niños y los animales me dan una soltura especial; siempre he tenido esa sensación de que las personas no comprenden lo que me sucede, aunque yo a veces las pueda ver y sepa hasta en qué lugar les duele la espalda.
A menudo siento náuseas y dolores que son de otro. Me cuesta mucho entrar a un hospital, o a un lugar donde la gente se está peleando. Siento la agresión como puntaditas y luego un dolor en el pecho y al fin lloro; he aprendido a rezar más seguido y a poner las cosas en las manos de Dios, que de veras se encarga en serio de todo esto.
Tal vez esto suene extraño. Hoy tengo una vida de la que estoy muy agradecida, pero cuando era una adolescente, la existencia me pesaba en extremo. Creo que siempre busqué un lugar en el cual descansar, en la barba de Dios.
Lo digo así por un sueño que tuve de chica. En uno de los momentos más difíciles de mi vida soñé que Dios me llevaba a un sitio muy luminoso y allí me cuidaba. Desde siempre he sentido su presencia, pero no sabía dónde volcar mi amor; necesitaba un modo, un lugar, una referencia y al fin una almohada que estuviera en la Tierra y en el Cielo para tocar su barba cuantas veces quisiera.
Cuando tenía 17 años pinte un cuadro en el que debajo de una cabeza caían pedazos de cuerpos, como barrotes, y por encima de la cabeza un arco iris. El tiempo y el espacio a los costados, amigos de los cambios de este cuerpo, y la sensación de que el cuerpo era la cárcel del alma.
Uno de mis psicólogos de la adolescencia decía que yo tenía síntomas de psicosis, por mi manía de interpretar la realidad como los sueños y dejarme llevar por la intuición. Por ejemplo, percibir la muerte del papá de un amigo mío un rato antes de que ocurriera.
Necesitaba comprender qué era lo que me pasaba y por qué causa me veían como psicótica. Por ejemplo, si soñaba y resolvía en sueños un examen, o si soñaba el diseño de escenografías que vendía en una época. Incluso, los problemas que tenía con latín en la escuela se arreglaron soñando y hablando latín en sueños...
Pero al fin vino el camino del arte que ha sido y es para mi una herramienta clave para subsistir. En él encontré la forma de trasladar esas imágenes a la realidad, y no sentirme loca.
Cada uno deberá descubrir cuál es el modo que le resulta más propicio para tocar la Tierra. Yo por cierto investigué la danza afro, la gimnasia griega, Milderman, danza teatro, técnicas de la voz y el cuerpo de Suzuki, liberación de la voz, manejo de energía y precisión con marionetas, entrenamiento del Odin teatre, de Jill Greengals para la presencia escénica, reiki, aikido, pa tuan chin y un poco de flauta.
Pero debo confesar que después de todo esto he llegado a la conclusión de que todo es para volver a jugar, nada más. Para mí el arte es un camino, una búsqueda de la totalidad, una excusa
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