Mi Planta Naranja Lima
Enviado por pilucha97 • 11 de Agosto de 2013 • 400 Palabras (2 Páginas) • 878 Visitas
Es curioso que habiendo leído este libro dos veces, una a los doce años y otra a los cuarenta, haya tenido de él dos impresiones tan disímiles de él. Mi planta de naranja-lima cuenta la historia de Zezé, hijo de una familia brasileña pobre y sufrida y en la que, tal vez, nadie sea tan sufrido como él. Zezé es uno entre muchos hermanos. De éstos algunos son protectores, como Gloria, y otros más bien hostiles o indiferentes en el mejor de los casos. El mismo, por su parte, se muestra protector con el hermano más pequeño. Pero resulta evidente que para guarecerse de la cruda y desagradable realidad que lo rodea, Zezé cuenta ante todo con su propia fantasía, que hasta a un adulto es capaz de arrebatar de la más gris de las rutinas hacia mundos de ensueño y delirio, no hablemos ya tratándose de un niño. En el entorno de Zezé, por otra parte, no cabe hablar de malos; salta a la vista que nadie quiere serlo. Pero obviamente se trata de un ambiente muy rústico en el que la brutalidad es a menudo la regla. Podemos verlo, por ejemplo, en el caso del padre, que oye a su hijo cantar una canción de tema, cuando menos, moralmente dudoso; y en vez de explicarle que eso está mal y por qué, recurre a las bofetadas represoras. Pero se trata de la misma persona que sufre cuando ese mismo hijo lamenta tener un padre pobre y que sobre el final, hablando con él, le explica cuán difícil trabajo es la paternidad.
Se trata de un libro dolorosísimo pero curiosamente, al leerlo por primera vez a los doce años, no me pareció que lo fuera tanto. Probablemente porque entonces yo mismo no la estaba pasando muy bien aunque por distintos motivos que Zezé, y antes que sufrir junto con éste me deleité en su sensacional imaginación capaz de hacer que una planta de naranja-lima hablara y de convertir a un montón de gallinas en leonas y panteras. No puedo negar, eso sí, que me estremeció un poco el terrible final, aunque tampoco tanto como, quizás, hubiera sido lógico. Tal vez se deba a que este libro tiene al menos una continuación, intitulada Vamos a calentar el sol, que yo leí antes que Mi planta de naranja-lima; con lo que la triste conclusión de este último me pareció menos terminal.
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