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Métodos de Investigación Cualitativa


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2012  •  Trabajo  •  5.562 Palabras (23 Páginas)  •  492 Visitas

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Pontificia Universidad Católica de Chile

Instituto de Sociología

Métodos de Investigación Cualitativa

La Muerte

desde la Vejez

Integrantes: Sofía Brahm, Florencia Moyano, Fernanda Piña, Paula Serrano.

“El hombre no es sino una caña, la más débil de la naturaleza; pero una caña pensante. Y no es preciso que el Universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo. Pero, aún cuando el Universo lo aplastara, el hombre sería más noble que aquello que lo mata, porque él sabe que muere y sabe la ventaja que el Universo tiene sobre él.”

I. Introducción

La muerte, así como el nacimiento y el envejecimiento, está marcada por importantes cambios biológicos, es la naturaleza y sus leyes quién se impone de forma distinta en cada hombre, sin embargo el hecho de que se imponga es universal, si es que debemos encontrar alguna realidad ontológica del hombre es que todo hombre va a morir. Los avances tecnológicos y el aumento en la calidad de vida han logrado enfrentar la muerte, quizás aplazarla, pero nunca vencerla. Pero a pesar de que la naturaleza se imponga de manera universal, la muerte puede tener diversas perspectivas que no se acaban necesariamente en las ciencias biológicas.

A lo largo de la historia la imagen que tenemos sobre la muerte ha ido variando influida por las transformaciones sociales y culturales que ha sufrido la sociedad. En el mundo de hoy se habla de una “ausencia de la presencia” de la muerte en la vida cotidiana, un rechazo hacia ella muchas veces asociada con la racionalidad del mundo occidental y la planificación y predictibilidad que se busca en la vida para lograr seguridad. La muerte supera al hombre y trasciende su comprensión. La muerte es socialmente rechazada pues atenta con lo más propio nuestro: nuestro mundo material y actual.

Si bien desde los años cincuenta los estudios sobre la muerte desde las ciencias sociales han aumentado aún no ha dejado de ser un tema tabú. Según Marta Allué, la muerte nunca ha sido en sí misma un objeto de estudio o un fin, aún cuando ha sido un medio y vehículo para las investigaciones de prehistoriadores y arqueólogos:

“La literatura sobre la Muerte publicada por los científicos sociales tiene un carácter disperso, descriptivo y poco analítico. Faltan modelos de análisis, obras de síntesis y descripciones puestas al día. Tan sólo algunos especialistas, sociólogos sobre todo, trabajan sobre campos más homogéneos y directrices clarificadas.” (Allué: 1983, 201)

La muerte es temida y negada y continúa siendo desplazada no sólo en los campos de estudios sociales sino, especialmente, en la sociedad. Según Eduardo López, a la muerte la hemos expulsado de nuestra sociedad, no queremos descubrir ningún vestigio que nos recuerde su presencia. “Todos somos cómplices de alguna manera, o nos dejamos seducir a gusto por ese ambiente para que en cualquier caso, pase junto a nosotros lo mas inadvertida posible.” (López: 1999, 169)

Pero así como se la teme, también se la necesita pues fundamenta y explica, aunque sin darnos muchas veces cuenta, el tejido de nuestra sociedad. En el mismo proceso de evolución del hombre, a éste se le comienza a considerar hombre antropológicamente maduro y acabado en el momento en que comienza a enterrar a sus muertos. La pregunta por el hombre acaba muchas veces en la muerte y la vida misma se configura y comprende desde ese acontecer final y definitivo.

Mucho podemos decir acerca de la muerte pues es un concepto complejo que puede ser visto desde diferentes perspectivas. La muerte puede mirarse desde la perspectiva del agonizante así como de quién lo atiende y consuela, desde los religiosos que la ven como un instante y un paso así como desde la perspectiva de quienes la ven como el evento final. También puede verse en los ritos, en los cementerios y en las formas de recordarla y de recordar a aquellos que ya pasaron por ella. Se la asocia al miedo y a la esperanza, al dolor y a la paz. Estos son sólo algunos conceptos que explican la multiplicidad de formas que puede adquirir un concepto tan presente y tan ausente como ella. En este trabajo se la mirará desde un punto de vista particular: desde el punto de vista de los ancianos.

Si bien es cierto que la muerte puede llegar en cualquier momento o etapa de la vida, lo más común es que ésta aparezca al final del ciclo de la vida. Esto ocurre especialmente en las sociedades más avanzadas donde las principales causas de muerte han dejado de ser las enfermedades epidémicas y son especialmente las enfermedades crónicas y tardías, elevando la esperanza de vida de la población y aumentando la proporción de ancianos en ella.

“Algo ha tenido que acontecer para que ya se hable, a las puertas del año 2000, de que vamos a entrar en el siglo de los ancianos. Porque lo más significativo, sin duda, es la enorme rapidez con la que está creciendo este colectivo en los últimos años y el aumento que aún continuará con más fuerza en un futuro inmediato. No se trata de previsiones ingenuas, pues las estadísticas ya están confirmando lo que se anunciaba, y las mismas condiciones existentes no parecen cambiar el rumbo de esta orientación. El hecho de ser hoy viejo no constituye ya ningún privilegio y cada vez son más los que alcancen esta cumbre, patrimonio exclusivo de unas cuantas personas en épocas anteriores. La misma preocupación que se ha despertado en la sociedad y en la Iglesia frente a este fenómeno sociológico indica su trascendencia e importancia.” (Lóepz: 1999, 20)

Es así como la ancianidad y su aumento constituye un factor relevante para la sociedad, y es precisamente en este trabajo donde se quiere adentrar en esta etapa y en una de sus facetas más evadidas de todas: la cercanía con la muerte. Se puede pensar que es en la ancianidad donde se encuentra una mayor resignación respecto a la muerte, al menos eso es esperable cuando la vida ya está casi completa y se vive de recuerdos sin tener casi ansiedades ni expectativas futuras. Sin embargo el anciano no puede ser visto sólo como una etapa final y definitiva, sino que se quiere ver en toda su riqueza y complejidad, riqueza y complejidad que probablemente sea la misma muerte la que la define pues como entendemos la muerte es también cómo entendemos la ancianidad.

“Cuando un anciano muere, es una biblioteca que desaparece. Cuando los medios de comunicación y los testimonios escritos faltan, no existe otra posibilidad, para remontar hacia la historia pasada y el conocimiento de los orígenes, que las historias

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