Prosas Profanas
Enviado por normasaytg • 30 de Abril de 2013 • 954 Palabras (4 Páginas) • 724 Visitas
Después del período chileno (1886-1889) con Azul..., obra fundacional del modernismo, viene el período centroamericano (1889-1993), en donde Darío evidencia un acelerado proceso de perfección y de madurez en el estilo. Publica la segunda edición de Azul... (Guatemala, 1890), y escribe poemas que serán incluidos en una obra --producto del período argentino (1893-1898)-- que representa un momento de cardinal importancia para la literatura y específicamente para el modernismo: Prosas profanas.
• ¿Por qué “Prosas profanas”?:
El término prosa se empleaba en la Edad Media para referirse a un poema en latín en homenaje a los santos. Rubén, con pleno conocimiento de ello, titula su segundo libro Prosas profanas, es decir, “poemas profanos”, porque son poemas (significación medieval) que abordan temas mundanos y no religiosos como en la Edad Media. Este arcaísmo escandalizó a la burguesía que le resultaba difícil digerir para su precaria y banal cultura.
• Las ediciones de “Prosas profanas”:
Dos ediciones importantes circularon en vida del autor. La primera edición de Prosas profanas y otros poemas se publicó en Buenos Aires en 1896, constituido de un prólogo titulado “Palabras liminares” y 33 composiciones distribuidos de la siguientes manera: I. Palabras liminares, II. Prosas profanas (18 poemas), III. Coloquio de los centauros (extenso poema de 212 versos), IV. Varia (9 poemas), V. Verlain (2 poemas), VI. Recreaciones arqueológicas (2 poemas), VII. El reino interior (1 poema).
La segunda edición apareció en París en 1901, agrega 21 poemas. Rubén Darío se refiere en su Autobiografía a algunos de los poemas de Prosas profanas. El poema “Era un aire suave...” fue escrito “en edad de ilusiones y de sueños y evocada en esta ciudad práctica y activa, un bello tiempo pasado, ambiente del siglo XVIII francés”.
“Divagación” la escribió, “en horas de soledad y de aislamiento que fui a pasar en el Tigre Hotel”, y en cuyos versos “hay una gran sed amorosa y en la manifestación de los deseos y en la invitación a la pasión, se hace algo como una especie de geografía erótica”.
De la “Sonatina” Rubén se extraña que no haya tentado a ningún compositor a ponerle música.
“Blasón” fue escrita en Madrid “en el tiempo de las fiestas del Centenario de Colón”.
De su poesía “Alaba a los ojos negros de Julia”, Rubén confiesa ignorar “la bella dama que inspiró las estrofas”, pero admite que aquellos “ojos negros” eran en aquel instante “los preferidos”.
Se solaza Rubén de su “Margarita”, soneto conocido y recitado “en tierra hispana como en nuestra América”. Fue compuesto en el cercano pueblo de San Martín en Buenos Aires, a donde el poeta se había refugiado para “ocultar su idilio, mezclado a veces de tempestad”, después de haber caído “en nuevas redes pasionales”.
“Pórtico” lo “escribí en Madrid para que sirviese de introducción a la colección de poesías que con el título de En tropel, dio a
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