SIETE DIAS EN EL MUNDOD EL ARTE

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SIETE DIAS EN EL MUNDOD EL ARTE

Ensayo

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Siete días en el mundo del arte

Sarah Thornton

La Biennale

Cuando es escuchado o pronunciada, es casi imposible no identificarla y de inmediato adjudicarla como sinónimo de prestigiosa institución artística.

Nacida casi a finales del siglo XIX sus intenciones siempre fueron las mismas, y ese era dar un espacio para la manifestación de las ideas de la época, pero como en toda las instituciones en sus comienzos no era demasiado significativo, no fue hasta el siglo XX que la Biennale adquirió su importancia, formándose una reputación trascendental que aun hoy en día perdura.

Es más que obvio que la Biennale es relacionada con el arte, al menos como un conocimiento general, pero en verdad ¿De qué tipo de arte? Por supuesto contemporáneo, ella fue creada como sede de exposición global para el arte contemporáneo, arte moderno.

Ya refiriéndome a un discurso propio, cuando empiezo a discernir sobre la Biennale miles de ideas chocantes se difunden en mi cabeza como corrientes de viento topándose entre sí, y es que difícil ponerme auto de acuerdo sobre lo que esta institución representa.

Y al leer el séptimo capítulo de siete días en el mundo del arte me doy cuenta de que tal vez no sea la única con este problema.

Utilizando un lenguaje coloquial me atrevo a preguntar ¿A que realmente se le tira cuando te involucras con la Biennal?

A primera instancia y de forma superficial, como he dicho antes, la definimos como de las instituciones culturales más importantes del mundo, como la exposición internacional de arte de Venecia. Pero dudo mucho que quede hasta ahí.

Como se ha demostrado en el libro, creo que el tema se vuelve un poco más complejo, especialmente cuando te ves entre charlas experimentadas del mundo artístico todas reunidas en un espacio multicultural, en mi opinión una situación así se me antojaría abrumadoramente enriquecedora aunque algo intimidante.

Cuando hondamos con respecto a la Biennale se descubren los entretejidos que forman un cobertor tan envolvente.

Por un lado nos podemos enfocar al apasionamiento puro del artista y los curadores e incluso de la misma audiencia, el deseo de la expresión de una obra, la búsqueda de los múltiples significados de una idea o más aun el deseo de observar algo nuevo.

Bueno al menos yo siento que esa es la expectativa con la que algunos se suelen entrometer en las Biennales.

Fascinados por un nuevo encuentro, el arte contemporáneo ofrece la idea de lo novedoso. Es divertido pensar que la Biennale más que una institución es una zona de fantasía, en las que sus visitantes y lugareños acuden con el deseo secreto de vivir algo extraordinario, algo hermoso o simplemente significativo de recordar.

Pero bien esto solo puede ser uno de los enfoques, quizás su realidad este más inclinada al espectáculo, si me empiezo a sincerar puedo admitir que tiene algo de verdad que “la delgada línea entre arte y entretenimiento se va desvaneciendo lentamente” ¿Sera que ahora más que una sensación lo que se busca es la enajenación? —Vaya pregunta más triste—

Quizás ahora el arte contemporáneo es el nuevo escape de la realidad, ahora la búsqueda de obras divertida de ver y de contemplar se vuelvan en algo esencial.

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