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Sangre En El Divan


Enviado por   •  18 de Junio de 2013  •  2.472 Palabras (10 Páginas)  •  449 Visitas

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Sangre en el diván

Roberto Lovera De-Sola

Sábado, 26 de febrero de 2011

El libro de Ibeyise Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana

Foto: Google

No puede leerse sino con dolor, con estremecimiento, el impecable libro de Ibeyise Pacheco: *Sangre en el diván*(Caracas: Grijalbo, 2010. 253 p.) en el cual muestra la personalidad y homicidio cometido por el psiquiatra Edmundo Chirinos en la persona de una de sus pacientes, la joven estudiante Roxana Vargas Quintero(1989-2008).

Como investigación periodística, un rico sendero de la actividad de los reporteros en nuestro tiempo, este libro solo merece elogios, no hay un solo pasaje que sobre ni nada que falte. Es de hecho un hondo acto de justicia en una sociedad, como la nuestra de estos días, en que esta ha dejado de existir.

Es tan hondo lo que vamos leyendo al seguir a Ibeyise Pacheco en su indagación que lo primero que viene a nuestra mente al cerrar este terrible libro es volver a citar una frase muchas veces repetida por Francisco Herrera Luque(1927-1991) según la cual los venezolanos estábamos obligados a “no silenciar ni los actos dignos de reprobación como aquellos dignos de alabanza”. Aquí estriba una de las bases esenciales de este libro.

Nos hemos sentido obligados a redactar esta reseña porque hechos como el que se narra este libro no deben repetirse, ello porque lo más grave que vimos y que aquí encontramos registrado no es la existencia de un delincuente, todas las sociedades los tienen, sino la red de complicidad por décadas silenció esos hechos que ahora se han hecho públicos.

En el caso de *Sangre en el diván*, el título no puede ser más exacto, fue en el diván, centro litúrgico de la psicoterapia y de la sanación de los pacientes, en donde se cometió aquel bárbaro crimen.

Y aquí el libro de Ibeyice Pacheco nos lleva a una situación más honda: su indagación debe ser tenida a la vez como una inmersión en lo más hondo del malestar venezolano, aquí está expuesta una de las facetas más trágicas de la vida venezolana. En este caso es válida la pregunta el médico Miguel Ángel de Lima, entrevistado por la reportera: “¿Está la sociedad enferma?

Sí. Parece que se premia la mentira, los fraudes, el engaño. La sociedad en pos del éxito”(p.166). No hay que olvidar aquí la forma como en este país se han exaltado a los peores seres y lo mala madre que ha sido Venezuela de sus mejores hijos. Duele decirlo pero es así.

Tal el caso de Edmundo Chirinos(Churugara, Falcón,1933) quien pudo engañar a muchos durante mucho tiempo pero no a todos siempre, según la célebre frase del presidente norteamericano Abraham Lincoln(1809-1865).

El psiquiatra de quien se trata en *Sangre en el diván*, 12 de Julio de 2008, asesinó en Caracas, en su propio consultorio de La Florida, a su paciente Roxana Vargas Quintero, entre las 7:30 y las 10 de la noche. Casi un año antes, en la primera sesión a la que asistió la joven a su consultorio, en el año 2007, la había dopado, violado y fotografiado desnuda, igual que a numerosas de sus pacientes, como lo comprobó la investigación policial. 1200 fotografías de mujeres desnudas aparecieron en su casa de habitación, no todas desde luego gráficas de sus pacientes, pero según la investigación policial, al menos 400 tenían esa procedencia.

Aquel hecho increíble, rápidamente descubierto, puso al descubierto en nuestra sociedad la existencia de un delincuente que se había movido entre nosotros sin que nadie sospechara su verdadera personalidad. Se le tenía solo como un mujeriego. Este había llegado a ser Rector de la UCV, parlamentario y participado en la política. Pero la verdad plena de quien era no había sido sospechada. Hubo personas, para nada amigas del médico que no creyeron en su culpabilidad hasta el día en que fue condenado en los tribunales. Hasta ese momento había parecido que todo aquello era increíble.

Así el suceso puso sobre el tapete, como indica la autora de *Sangre en el diván*, “El problema para Chirinos y su defensa no sólo era su posible responsabilidad en el homicidio contra Roxana Vargas. Al psiquiatra le había llegado el momento de confrontar denuncias numerosas que comenzaron a circular, en especial vía Internet, sobre abusos sexuales cometidos por el médico en ejercicio de funciones. El juicio moral comenzó a cobrar una fuerza impresionante”(p.75).

Habían explotado la acumulación de vicios y de corrupción personal, esta se había hecho pública, ya, por su último hecho, era imposible seguir ocultando la verdad. Está había estallado. La historia universal está llena de casos como este de Edmundo Chirinos, ¡no hay nada oculto bajo el sol!.

EL PSIQUIATRA

Todo lo que nos expone Ibeyice Pacheco es claramente coincidente con una personalidad enferma. Basta leer con atención el capítulo autobiográfico, lúcidamente titulado por ella “El delirio”, para darse cuenta que su personaje vivió en medio de sus mil fantasías. No sabemos al leer *Sangre en el diván* el origen de estas páginas: ¿le fueron dictadas por el propio Chirinos?¿o proceden de unas memorias que él redactó y no publicó, pero sobre la cual corrió la noticia de su existencia en nuestra comunidad intelectual? Sea cual sea su origen son en casi todos sus pasajes falaces, incluyen además afirmaciones, sobre todas las históricas, que pueden ser refutadas con un libro de historia de Venezuela en la mano. Y su idea de que toda idea novedosa procedía de él no puede ser más errónea. Es lastimoso leerlas. Al igual que la entrevista que le hizo Miyó Vestrini(1938-1991), que se recoge en el apéndice del volumen. Es impecable como todo lo que Miyó hizo en vida pero a la luz de lo que hoy conocemos del entrevistado no pueden ser tomadas en cuenta ninguna de sus respuestas.

EL DELINCUENTE

¿Cómo un delincuente de esa catadura anduvo entre nosotros, en el país, en la universidad, en el parlamento, sin que nos diéramos cuenta de quién era es la gran interrogante que subyace en el libro de Ibeyice Pacheco. Y ello porque se hace presente la sociedad de cómplices que lo encubrieron, los psiquiatras que atendieron a las pacientes violadas por él y guardaron silencio como si formaran parte de una sociedad

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