Seda. Alessandro Barico
Enviado por • 12 de Marzo de 2015 • Ensayo • 2.592 Palabras (11 Páginas) • 329 Visitas
Seda. Alessandro Barico
Es un novela enmarcada dentro de las prácticas de la novela corta: ninguno de sus capítulos excede las tres páginas. Se destaca por su ritmo pausado y sus sutiles composiciones. Las descripciones de las prácticas de Japón corresponden a la mirada de occidente que descubre en su elegancia y en su misterio una fuente de asombro.
Resumen de la trama:
La novela narra la trayectoria vital de Hervé Joncour, un comprador y vendedor francés de gusanos de seda que, a mediados del siglo XIX, recorre el mundo en busca de huevos que no estén contaminados por epidemias, viviendo en sus sucesivos viajes al Japón una experiencia amorosa no consumada con una joven –no oriental– que condicionará su vida y la de su entorno (su mujer).
La historia comienza en 1861, con una descripción sucinta de la vida de Hervé Joncour en esa época. Entonces, se dedica a la crianza de gusanos de seda y lleva una existencia holgada económicamente. Jouncour está casado y no tiene hijos. Es “uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla”.
Pero las cosas cambian. Debido a las plagas en Europa, los productores del pueblo, encabezados por su alma mater, Baldabiou (introductor de la cría en el pueblo), deciden que tienen que comprar fuera de sus fronteras. Sus viajes, en un inicio, se limitan a zonas cercanas como Egipto o Siria. Pero, tras sucesivas extensiones de las epidemias, va alejándose en busca de huevos no contaminados (Africa, India) hasta que deciden que la única zona virgen es Japón, país que vive aislado del resto del mundo y donde los extranjeros no pueden entrar. Esa situación cambia en 1853 cuando, bajo presión del almirante Perry, la isla se aviene a firmar un acuerdo que permite entrar a los foráneos en dos puertos japoneses y comenzar relaciones mercantiles.
Su primer viaje lo hace el protagonista con ochenta mil francos de oro y tres contactos que le ha proporcionado Baldabiou (un chino, un holandés y un japonés). En un viaje interminable cruza la frontera cerca de Metz, atraviesa Württemberg y Baviera, entra en Austria, llega en tren a Viena y Budapest para proseguir a Kiev, recorre a caballo dos mil kilómetros de estepa rusa, supera los Urales, entra en Siberia, viaja cuarenta día hasta llegar al lago Baikal, desciende por el rio Amur, bordea la frontera china hasta el océano y se detiene en el puerto Sabirk durante once día hasta que un barco de contrabandistas holandeses le lleva a Cabo Teraya, en la costa japonesa. Todavía sigue su recorrido por Japón hasta que llega a la ciudad de Shirakawa. Allí uno de sus contactos le encamina con la cara cubierta hasta una aldea en las colinas donde un hombre le vende los huevos. Cuando está a apunto de regresar, otro hombre le alcanza y le invita a no partir porque uno de las personas más importantes del país, Hara Kei, quiere verlo.
Es en ese primer encuentro con Hara Kei cuando descubre a una mujer no oriental que, con los ojos cerrados, apoya su cabeza en el regazo del japonés. Aparece entonces un primer magnetismo entre Joncour y la enigmática mujer. Los dos hombres se hablan en francés y Kei le pregunta a Joncour por su vida, que éste relata sin ningún tipo de prevención. Mientras narra su historia, la mujer y el extranjero intercambian un juego de complicidades (la mujer bebe en el mismo cuenco, justo en donde han quedado los labios de éste). Tras la conversación, parece como que se ha ganado la confianza de Hara Kei. De hecho, Kei le indica que le gustaría volver a verlo y que los huevos que se llevó el primer día eran de pescado. Al poco tiempo se embarca de nuevo en sentido contrario y regresa a Francia.
La vida sigue tranquila en su pueblo, Lavilledieu. A su mujer (Hélène) le trae de regalo una túnica de seda, que “por pudor, nunca se la puso”. Con los nuevos huevos, aumentan la producción y se hacen ricos muchos de los habitantes, entre ellos Joncour que se compra 30 acres de tierra al sur de sus propiedades y quiere construir un parque.
En los siguiente viajes, la situación empieza cambiar procediéndose a un proceso de enamoramiento paulatino. En su segundo traslado a Japón, tiene un encuentro cerca de un lago con Kei y la mujer misteriosa (joven y no oriental). En ese encuentro fugaz con ella (intercambian en la distancia miradas la mujer y el extranjero. La mujer desaparece en el agua antes de llegar ante su presencia), Keia y Jouncour hablan sentados en la orilla durante horas. Cuando se van (la mujer todavía no ha regresado), Jouncour deja caer, sin que le vean, un guante junto al vestido de color naranja abandonado por ella en el suelo.
En la aldea es alojado por gentileza de Kei y vive con cinco sirvientes que le siguen a todas partes. Por la noche, tres mujeres ancianas le bañan con un ritual especial. También en esos días Kei le cuenta una tradición del pueblo (la gente sube a un monte y mira cómo vuelan unos pájaros con grandes pájaros azules y en su vuelo ven su futuro). A su vez, Jouncour recuerda una leyenda que dice que en Japón, para honrar la fidelidad de sus amantes, los hombres les regalan pájaros refinados y bellísimos. Kei tiene cantidades de pájaros enjaulados en tributo a la mujer misteriosa.
Joucour desea saber quién es la mujer y se lo pregunta a un inglés vendedor de armas que conoce en la aldea y al propio Kei. Ninguno le contesta. Por la noche, en el baño una manos desconocidas (él tiene la cara tapada) y sensuales le jabonan y le secan el cuerpo, dejándole un papel con unos ideogramas en tinta negra.
Al día siguiente parte con la nota. Regresa a su casa y su mujer le dice con voz de terciopelo: “has vuelto”. A su regreso Joncour desea encontrar a alguien que sepa leer japonés, nada fácil y, por fin, su amigo Baldabiou le manda a Nîmes donde hay una “madame” de origen nipón que regenta un burdel. Tras entrevistarse con la mujer, le traduce las letras: “regresad o moriré”. La madame le aconseja que “lo deje estar”, que no vaya en su socorro porque “no morirá”. El sigue con su vida familiar, viaja a la Riviera, piensan en tener un hijo, pero ese mensaje hace que sufra en silencio.
Joncour regresará una tercera vez. Los pájaros, símbolo de fidelidad, han escapado de las jaulas. El encuentro con la mujer es más evidente. El extranjero le muestra el papel y ella sonríe, apoya su mano en la de él. Pero Kei aparece rompiendo el encantamiento y le dice: “es siempre difícil resistir la tentación de volver ¿no es cierto?”. También afirma que la mujer no conoce el idioma francés. Esa noche la mujer misteriosa le prepara un encuentro amoroso con otra mujer con kimono blanco y les deja haciendo el amor. Al día siguiente Hara Kei y la mujer ya se han marchado para cuando se despierta. Además, los pájaros
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