Segunda parte: “La voluntad de poder”
Enviado por pherzhadow • 3 de Abril de 2013 • 1.614 Palabras (7 Páginas) • 605 Visitas
Segunda parte: “La voluntad de poder”: relata la segunda bajada de Zaratustra y expone una nueva serie de discursos que tienen como tema central la “voluntad de poder”, atacando a quienes se oponen a la voluntad creadora de una moral autónoma. Al final de esta parte aparece la visión del “eterno retorno de las cosas”, que aterroriza a Zaratustra por su radicalidad y es, junto a la “voluntad de poder”, uno de los núcleos de su filosofía. Pero esta segunda parte termina también con un fracaso: Zaratustra regresa a su montaña, incomprendido por los hombres que no entienden cuanto dice y se ríen de él
La segunda parte se centra en el desenmascaramiento de falsas vías de superación. Relata la segunda bajada de Zaratustra y Nietzsche ataca a quienes se oponen a la voluntad creadora de una moral libre. Se abre con el capítulo sobre «El niño del espejo» -donde Zaratustra reconoce que su doctrina está en peligro porque «la mala hierba quiere hacerse llamar trigo»- y lleva casi como cierre el gran discurso «De la redención». Las falsificaciones de la doctrina de Zaratustra, es decir, las falsas vías seguidas hasta ahora para la autosuperación del hombre, se reconocen a la luz de un «criterio» que se indica en el segundo discurso, el titulado «En las islas afortunadas»: aquí Zaratustra anuncia que, de ahora en adelante, en el lugar de Dios habrá que poner al ultrahombre; Dios es, de hecho, una suposición excesiva, que va más allá de las fronteras de lo pensable y de la voluntad creadora del hombre. Suposiciones, símbolos, esto es, sistemas de valor, no deben mirar a lo eterno, sino al tiempo y al devenir. Las falsas vías que el hombre del pasado tomó para elevarse más allá de sí mismo se fundan todas en la oposición de un mundo eterno al mundo del devenir: es esta oposición entre un aquí y un allá, entre ser y deber ser, la que ha generado los hombres desequilibrados y deformes que se le aparecen a Zaratustra al comienzo del discurso «De la redención». La clave de la redención, sin embargo, no parece ser sólo la aceptación fatalista de las cosas tal como son, sino la libre voluntad creadora que llega a ser posible sólo al recomponer la unidad del hombre más allá de la fragmentación creada por una disciplina social. En «De la visión y del enigma» se empieza a dilucidar el paso hacia la tercera parte con el tema del eterno retorno. El «mordisco» que el pastor de la visión y el mismo Zaratustra deben dar a la cabeza de la serpiente muestra que el eterno retorno no es una «canción de organillo», un mero demorarse en el imparable ir y venir de las cosas, sino una conciliación «creativa» con el ser, que implica una decisión y un esfuerzo. Esta segunda parte, termina también con un fracaso: Zaratustra regresa a su montaña, incomprendido por los hombres que no entienden cuanto dice.
DEL NIÑO DE ESPEJO 47
- EN LAS ISLAS AFORTUNADAS 49
Zaratustra comienza comparando la caída de los higos de los árboles con la enseñanza, después nombra al superhombre y a continuación habla de Dios. Dice de éste que es una suposición, que es un pensamiento que vuelve torcido a todo lo derecho y que si hubiera dioses, él no podría soportar el no ser Dios, por lo tanto no existen los dioses. Más tarde aclarará esto diciendo, que pensar lo anterior es una frivolidad.
Finalmente, expone que el crear es una redención del sufrimiento. Él con mucho sufrimiento ha recorrido su camino, pero así lo ha querido su destino, que es lo que su voluntad quiere. Zaratustra enseña la verdadera doctrina acerca de la voluntad y la libertad, que es el querer hacer libres. Lejos de Dios y de los dioses, Zaratustra se ha atraído esa voluntad.
DE LOS COMPASIVOS 51
DE LOS SACERDOTES 53
DE LOS VIRTUOSOS 55
DE LA CHUSMA 57
- DE LAS TARANTULAS 58
Es una parábola, la de la cueva de las tarántulas. Tarántulas, para Zaratustra, son los que causan vértigos a las almas, los predicadores de la igualdad, los que quieren ejercer venganza y burla de todos los que no son iguales a ellos. Sus celos nos conducen también a los senderos de los pensadores, y éste es el signo característico de sus celos, que van siempre demasiado lejos. En cada una de sus quejas resuena la venganza, en cada uno de sus elogios hay un agravio; y ser jueces, les parece la bienaventuranza.
Zaratustra aconseja, que desconfiemos de todos aquellos en quienes es poderosa la tendencia a imponer castigos, de los que hablan mucho de su justicia y de los que se llaman a sí mismos “los buenos y justos”. A él la justicia le dice que los hombres no son iguales ni deben llegar a serlo. Quién en otro tiempo elevó en la caverna de la tarántula sus pensamientos como una torre, ése sabía el misterio de toda la vida tanto como el más sabio. También a él le ha picado la tarántula, con la venganza, y producirá vértigo en su alma. Pero prefiere ser un santo estilita, que remolino de
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