Suya En Cuerpo Y Alma
Enviado por miguelcoria • 30 de Noviembre de 2014 • 9.007 Palabras (37 Páginas) • 207 Visitas
stá el parque y la avenida que llevan el mismo nombre, ah, ya estoy. Pulso el botón de la portería y la portera contesta al momento.
—Soy Emma Maugham, he quedado con… —No me deja terminar la frase. La monumental puerta se abre con una vibración siniestra y me la encuentro en la entrada de mármol. Viste con un impecable traje de chaqueta, se parece a un ama de llaves inglesa. Digo yo, ¿todo el mundo va de punta en blanco en este barrio? Me acompaña hasta el ascensor.
—Es en el quinto. Lo habitual es que el inquilino de la habitación suba por la escalera de servicio pero está en obras y no se puede pasar. Así que el señor Delmonte le autoriza a utilizar el ascensor. —¡Qué majo este Delmonte!
Hace años que no he visto a mi prima, me pregunto cómo estará. Me espera delante de la escalera y también va vestida como si fuera a una garden-party fúnebre. Me invita a entrar en la habitación, donde nos recibe un té humeante. Es pequeña pero bien amueblada y decorada con gusto. Hay una cama minúscula, un escritorio delante de la ventana y una pequeña cocina. Tras una puerta, se encuentra un aseo diminuto con su wc, ducha y lavabo. Es como una casita de muñecas pero mi prima me explica que es todo un lujo. Las «chambres de bonne», así llaman a las habitaciones del servicio, no suelen estar tan equipadas. Normalmente, el aseo suele estar en el rellano. Y, respecto a la ducha... Tengo la impresión de que me lo voy a pasar bien aquí. De todas formas, tampoco necesito mucho más. Una cama y un escritorio serán suficientes para la existencia monástica que me espera este año. Pero, si hay algo que no ha cambiado en Lexie, ¡es su verborrea! Ya me sé toda su vida: cómo llegó sin un duro, cómo fue encadenando trabajos hasta que encontró este de empleada del hogar en casa del señor Delmonte. Pronuncia «señor Delmonte» con veneración, no sabía que mi prima era tan formal. Y, por supuesto, ha seguido contándome cómo conoció a Jules, su próximo matrimonio, su mudanza a una casita del extrarradio... Estoy haciendo unos esfuerzos sobrehumanos para no explotar. ¿Cómo ha podido dejar de trabajar para irse a vivir con un hombre?
No es que tuviera el trabajo más emocionante del mundo pero, ¡estamos en 2012! Su actitud no me fastidia, ¡me exaspera! Recuerdo las últimas palabras de mi padre en el aeropuerto de Lansing: «Sobre todo, cuando veas a Lexie, ¡cierra esa boquita de feminista implacable! Da igual lo que pienses, ¡no digas nada!» Después, mientras me cuenta con pelos y detalles su magnífica historia de amor, yo sonrío como una estúpida. Da igual, en realidad, esta historia de mi prima sido mi salvación en esta vuelta precipitada. Bueno, eso y la generosidad del famoso Delmonte, que me ha permitido quedarme en la habitación de mi prima hasta que me establezca en París. Señor Delmonte. Llevo dos horas oyendo hablar de él y este personaje ya me cae mal. Está forrado. Tiene un edificio y solo vive aquí de vez en cuando. Me lo imagino como una especie de tirano en pijama de seda. Será un sesentón. Lexie no sabe a qué se dedica. Pero, ¿tiene un trabajo? ¿Está jubilado? Lexie dice que es soltero, seguro que para no llamarle solterón. Perfecto, así seguro que no me distraerá de mis estudios...
Lexie se calla. Deduzco que ya sé todo lo que tengo que saber. Decido irme a explorar el barrio mientras ella termina de embalar sus cosas. Me reservo el parque para el fin de semana. Por ahora, querría encontrar algo para cenar esta noche. Andar: eso es lo que llevo esperando con impaciencia desde que supe que venía a Francia. No volver a coger el coche para todo. Ir a comprar una baguette paseando por mi barrio… Pero, me da la impresión, de que eso no se lleva en Monceau.
Llevo un cuarto de hora pateándome las calles y no he visto ni una tienda, solo una floristería, un anticuario y un montón de consultas de médicos, psicólogos y clínicas privadas. Parece que al único sitio al que puedes ir cerca de mi casa es a ponerte botox. ¿Esta gente no come? Cuando vuelvo a casa, me asombro al ver un caniche apricot y pensar que me gustaría tener uno.
Menos mal que Lexie ha previsto todo, me deja sus provisiones y un plano con todas las tiendas cercanas. En algunas, ha dibujado un dólar y una calavera. Entiendo el mensaje.
—Y, sobre todo, no dudes en llamarme.
—No te preocupes…
—Y no olvides de ir a presentarte al señor Delmonte. Y haz el favor de darle bien las gracias…
—Sí, claro… De todos modos, ¿por qué no me lo presentas tú? Así sería más fácil, ¿no? —Ahora está de viaje. Y, para cuando vuelva, seguro que estaré en la luna de miel. Qué no se te olvide, ¡eh! No quiero que piense que mi prima es una maleducada…
—¡Por Dios! Nunca dejaría que pasara algo así.
—¡Emma! —me regaña sonriendo. Una cosita más. Tendrás que prestar más atención a tu ropa…
Y me echa un repaso de arriba a abajo, como la portera hace un rato. No lo entiendo porque voy vestida de lo más normal. Claro, teniendo en cuenta que soy una estudiante en mudanzas. Unos vaqueros, unas Converse, la sudadera de mi uni… ¡Ni que los estudiantes franceses hicieran las mudanzas vestidos de Chanel! Aunque, vete tú a saber... Me da que esto es solo el principio de mis sorpresas.
2. La vuelta a clase
Tengo cita a las diez, en la oficina 322. La señora Granchamps me está esperando. Es justo como la había imaginado. Emana seriedad e inteligencia. Es tranquila, pausada, se nota que todas sus palabras tienen su porqué, que han sido muy pensadas y merecen la pena ser escuchadas. Cuando termine esta reunión, sabré si ha aceptado dirigir mi tesina. Llevo dos meses preparándome para la entrevista y, sin embargo, tengo miedo de que mis respuestas no le convenzan. Creo que es mejor ser sincera, franca...
¿Por qué el feminismo? Seguramente porque me di cuenta de que la gente no me trataba como lo hacía mi padre. Con él nunca había tenido la impresión de ser una chica... ni un chico. Mi madre murió en el parto. Es raro, dramático y novelesco, pero sigue pasando. Personalmente, ni me va ni me viene, es lo que hay. Siempre hemos sido mi padre y yo. No se ha vuelto a casar, ni ha tenido novia... Mi padre es una especie de friki. Su pasión: los dinosaurios. Les dedica la mayor parte del tiempo que está despierto y no me extrañaría que también soñara con dinosaurios. Sin duda, encontró al único ser humano tan apasionado como él por los dinosaurios. Se casaron, tuvieron un niño... Tras el accidente, mi padre se convirtió en el único paleontólogo de la universidad de Lansing Michigan. He tenido una infancia feliz. Pasaba mucho tiempo en la facultad, en el laboratorio de papá o en el jardín de mis abuelos.
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