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Carlos Gesualdo - Príncipe, Asesino Y Compositor Del Renacimiento


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2013  •  2.441 Palabras (10 Páginas)  •  577 Visitas

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Había una vez, hace muchos años, un príncipe triste y solitario que vivía en un país lejano. El príncipe era músico y le cantaba al amor. Llegado el momento, como parte de sus deberes, el príncipe se casó con una hermosa princesa con la idea de gobernar su país, tener muchos hijos y vivir muy felices. Sin embargo, el príncipe no era en realidad feliz y la princesa pronto se aburrió de él. Con el tiempo, la princesa aburrida se consiguió otro príncipe con quien buscó la felicidad, lo cual molestó al príncipe músico, quien, en un arrebato de ira, mató a la princesa y al otro príncipe, y luego se sumió aún más en la tristeza. Su música era triste y extraña, y aún resuena así, por siempre jamás.

Esta parodia de un cuento de hadas resume, de alguna manera, el tema de nuestro almuerzo cultural de esta semana, que estará dedicado a un artista cuya historia raya con las fantasías de los cuentos, si bien en una triste dimensión. Nos referimos al compositor y laudista italiano Carlo Gesualdo (1566-1613), quien además de músico, era príncipe de Venosa y conde de Conza.

La vida de Gesualdo está poco documentada y, dadas las circunstancias en las que se desarrolló, ha entrado en el terreno de la leyenda. Tal ha sido la controversia en torno a los hechos de su vida que esto dio lugar a la composición de al menos once óperas a lo largo de los siglos que van desde su muerte hasta nuestro tiempo, incluyendo dos de compositores contemporáneos, como el alemán Franz Hummel (1939-) y el soviético Alfred Schnittke (1934-1998).

Igualmente, su azarosa vida ha sido objeto de interés para algunos novelistas, que se han interesado por el perfil psicológico del compositor. El escritor húngaro Jaszlo Passuth (1900-1979), por ejemplo, escribió Madrigal, basado en la vida de Gesualdo. Por otra parte, el famoso director de cine alemán, Werner Herzog (1942-), ha realizado en años pasados un interesante documental sobre este personaje, que es justamente el que veremos durante nuestro almuerzo cultural.

1. Datos biográficos.

Carlos Gesualdo nació en Nápoles. Era el segundo hijo del príncipe don Fabrizio Gesualdo II (1537-1593) y de Girolama Borromeo di Arona (1542-1587), pertenecientes a familias aristocráticas que estaban estrechamente relacionadas con la Iglesia. En efecto, Gesualdo era sobrino tanto del arzobispo de Nápoles Alfonso Gesualdo (1540-1603), como del futuro santo, Carlo Borromeo (1538-1584), oriundo de Milán. Gesualdo, además, era sobrino nieto del Papa Pío IV (1499-1565), nacido Giovanni Angelo Medici.

Al morir Luigi (1563-1584), su hermano mayor, Carlo heredó inesperadamente los títulos y derechos dinásticos de la familia, lo que cambió su destino para siempre.

En efecto, desde niño Carlos mostró interés por las artes musicales. Su condición de “segundo hijo” y ciertos padecimientos asmáticos que lo afectaban con frecuencia, impulsaron a sus padres a darle una formación más artística que militar, ya que no se suponía que heredara derechos políticos de ningún tipo. Así, comenzó sus estudios musicales en la academia fundada por su padre, que era frecuentada por importantes músicos de la época. Así, recibió a muy temprana edad clases de laúd y composición, probablemente por su maestro, Pomponio Nenna (1556-1608).

En 1586, con veintiséis años, se casó con su hermosa prima María d’Avalos d’Achino d’Aragona (1560-1590), hija de Carlo d’Avalos, duque de Pescara y príncipe de Montesarchio (1539-1612) y de Sveva Severa Gesualdo (1535-1603), tía paterna de Carlo.

El matrimonio con su prima, acordado por los padres de ambos contrayentes, no fue especialmente feliz. Carlo, además, mostraba más interés por la música y las artes, que por su esposa, lo que distanció a la pareja. No es de extrañar que, en 1590, Gesualdo sorprendiera a su esposa in fraganti en adulterio, lo que desató su cólera desmedida, al extremo de que Gesualdo mató a su esposa, y también a su amante, de cuyas actividades ilícitas sospechaba desde hacía unos meses.

Mientras los amantes seguían frecuentándose, Gesualdo, que había detectado las mentiras de su mujer, permaneció en casa, en espera del momento propicio para una venganza que ya había sido ideada y planificada por el príncipe. Ahora bien, el 16 de octubre de 1590 el príncipe le dijo a María que, si acaso fuera a necesitarlo, estaba por partir de caza al bosque de los Astroni y que volvería dos días después. Era éste el broche definitivo y el punto de inicio de un plan que estaba preparado al mínimo detalle.

Esa noche Gesualdo regresó subrepticiamente a Nápoles y encontró a su esposa en plena comisión de adulterio.

El ensañamiento y salvajismo con el que cometió el crimen convulsionó a la sociedad de la época. Este acto hizo que se retirara a su mansión, en el pueblo de Gesualdo, para escapar de la ira de las familias de los asesinados.

La descripción de lo sucedido está documentada en un informe preparado por la comisión de funcionarios napolitanos que inspeccionó la escena del doble crimen al día siguiente. Según el informe, encontraron el cuerpo de don Fabrizio Carafa (1568-1590), 2º duque de Andria, tirado en el piso de la habitación. El duque era un hombre joven y extremadamente atractivo, según el relato de sus contemporáneos.

El informe indica que el duque tenía puesto un camisón de mujer con flecos en la parte inferior y cintas de seda negra. Su cadáver estaba “cubierto de sangre y perforado con muchas heridas”. Sobre la cama estaba el cuerpo de doña María d'Avalos, la hermosa esposa de don Carlo Gesualdo, príncipe de Venosa. Su garganta había sido cortada y su camisón estaba empapado de sangre.

Los testigos entrevistados dejaron pocas dudas sobre la identidad del responsable de estas muertes: el informe indica que se vio a Gesualdo entrar al apartamento donde estaba la pareja, acompañado de tres hombres, mientras gritaba “¡Maten a ese canalla, así como a esta ramera!”

El informe termina con el comentario de que Gesualdo abandonó la ciudad.

El príncipe de Venosa fue exculpado de toda responsabilidad por las autoridades, ya que las circunstancias lo justificaban desde el punto de vista del derecho y las costumbres de la época; tanto es así que el virrey de Nápoles, don Juan de Zúñiga Avellaneda y Bazán (1541-1608), a quien Gesualdo acudió inmediatamente para dar noticia de lo acaecido, le exhortó a irse de Nápoles, no para escapar de la aplicación de la ley, sino para no exacerbar, con su presencia, el resentimiento de los familiares de los muertos. Así, la partida de Carlo desde Nápoles

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