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LA TUMBA DE LAS LUCIERNAGAS


Enviado por   •  15 de Agosto de 2019  •  Ensayo  •  17.533 Palabras (71 Páginas)  •  298 Visitas

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La tumba de las luciérnagas’, niños en la guerra

“¿Por qué las luciérnagas mueren tan rápido?”

Isao Takahata. Probablemente ese nombre no le diga nada a casi nadie, pero si digo que fue director de series tan recordadas como ‘Heidi’ o ‘Marco’ la cosa cambia. Es innegable que estas dos obras marcaron y aún hoy lo hace, aunque en menor medida- a varias generaciones, inculcando valores capitales en la educación de un niño, y dotándolas en algunos momentos de cierto dramatismo, necesario también en mínimas dosisY más de diez años después, Takahata volvía a crear una obra inolvidable, pero muy alejada de los entrañables momentos que nos dejó en el pasado.

Porque su ‘Tumba de las luciérnagas’ es una composición capaz de arrasarnos emocionalmente con su visionado. Es una película que deja al espectador sin palabras, casi sin lágrimas. Es un relato del sufrimiento humano, que adquiere trazas gigatescas cuando se trata de niños. Sí, una pareja de hermanos, huérfanos, en el horror de los bombardeos de la II Grerra Mundial sobre Japón, desamparados, solos. La sensación de tristeza, de horror, intuyendo el final que se avecina como un tsunami implacable, hacen de esta película una de las más desgarradoras de cuantas pueden verse.

Su primera frase, absolutamente impactante, ya nos deja claro que no lo vamos a pasar nada bien. Pero esta explosión de duras emociones no lo consigue Takahata con simples artificios sentimentaloides. Lo consigue creando una narración sin pretensiones, sin buscar la lágrima fácil, respetuosa y sencilla.

Todo un canto a la paz, eso es esta joya. Poniendo de manifiesto los horrores más crueles de la guerra, esto es, el sufrimiento de los inocentes y especialmente de los niños, esos horrores que nunca vemos, la vida diaria de las víctimas inocentes que son colacadas en medio de los conflictos creados por los poderosos. Nunca vemos eso en periódicos o televisión, no nos enseñan cómo sobreviven a la guerra las familias, los pequeños cuyos padres son asesinados, en definitiva, los auténticos mártires.

Tras golpearnos una y otra vez en el corazón, llegamos a un final que casi roza lo insoportable, y la sensación de desazón se instala en el espectador ante el emotivo y durísimo relato al que ha asistido. Difícil de olvidar.

¿El problema? Que para el espectador común, de consumo fácil que se traga cualquier mediocridad filmada por ejemplo por Michael Bay, una película de animación es una película para niños, y si es japonesa, para niños frikis. Pero afortunadamente esta es una obra inteligente que este tipo de público jamás podría admirar. Sólo decir que lleva el sello de esa fábrica de sueños que son los estudios Ghibli, creadores de joyas como ‘La princesa Mononoke’, ‘El viaje de Chihiro’ o ‘Mi vecino Totoro’, claro que estas tienen como director a Hayao Miyazaki, nada más y nada menos.

Una película imprescindible, pero sobre todo necesaria. Necesaria para ver esa realidad que pasó, está pasando y pasará. Para ver el dolor -verdadero- al que son sometidos los más inocentes, que se torna grotesco cuando hablamos de niños abandonados a su suerte…

LA TUMBA DE LAS LUCIERNAGAS

Enmarcada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, esta película tipo animé, representa un bello mensaje antibelicista. El protagonista, quien narra su historia después de muerto, sufre muchas pérdidas en su vida, como producto de un conflicto que él no provocó. Más aún, soporta a lo largo del relato pérdidas que a cualquier ser humano, le destruirían, a saber:

La de su padre ausente, que en el transcurso de la película aparece en fotografías, pero que luego se descubre, ha muerto cuando su barco fue hundido por las fuerzas aliadas.

La de su madre, amorosa y abnegada, que muere víctima de las bombas incendiarias, cuando no logra llegar al refugio antiaéreo a tiempo.

La de su hermana, Cetzko, que representa la inocencia de la niñez, a través de sus gestos de niña, la vulnerabilidad y los sueños truncados por una guerra injusta que se lleva vidas inocentes.

Debido a que los líderes japoneses se habían involucrado en el conflicto con el ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941, los Estados Unidos encontraron el pretexto perfecto psin embargo, costaron más vidas a través del tiempo, por las consecuencias de la radiación.

Dentro del contexto de la película, pueden verse de un solo tajo las diferentes expresiones emocionales del ser humano. El amor inmenso y abnegado de la madre que muere quemada, el patriotismo incondicional del padre que va a una guerra fútil y que no tiene ningún resultado positivo. Ell egoísmo de la tía lejana cuyo amor duró mientras el pobre Seita tuvo “bienes” para intercambiar por arroz, frutas y otros alimentos para su sustento diario. No obstante, cuando sus exiguos recursos se acaban, la tía cambia su actitud, y se convierte en una especie de villana, una “Cruella de Ville” de los campos japoneses, que en cierto modo, con su actitud, lleva a Seita y a su hermana Cetzko, al cruel desenlace que tiene el relato.

Por supuesto, merece mención especial, la caja métálica de dulces, que al comienzo representa alegría, pues guarda caramelos de frutas, que los dos niños disfrutan, en un momento de tranquilidad, al lado de su madre, y que en algún momento es usada por Seita para recolectar el agua que calme su sed, y que luego, como se puede ver al comienzo, en la escena de su muerte, solo es una caja oxidada, desechada por un militar sin corazón, y es un réquiem de la tristeza y el dolor: incluso cuando Seita sepulta a Cetzko, guarda la cajita en su bolsillo, recuerdo triste y permanente de mejores tiempos.

Caja que representa los momentos buenos y los momentos malos. Y en su mensaje, aquello que encarna la guerra: como los seres humanos, pasan del bienestar a la desgracia, de la alegría a la tristeza, de la prosperidad a la miseria, de la vida a la muerte, por cuenta de aquellos cuyos intereses están por encima (lamentablemente), de los del resto.

Llegado a este punto nuestro análisis, vale la pena resaltar la abnegación de Seita por su hermana. El amor limpio y sacrificado, expresado gráficamente en que la lleva a sus espaldas, como una carga que lleva con amor. El refugio, que parece una mina abandonada, es su casa, su hogar de supervivencia, y como dos nómadas de la era moderna, intentan sobrevivir, con lo poco que tienen y logran conseguir.

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