Octavio Paz
Enviado por • 28 de Enero de 2013 • 1.778 Palabras (8 Páginas) • 381 Visitas
misma virtud liberadora. Brotan frases inesperadas y dueñas de un poder eléctrico: "lo fulminó con la mirada", "echó rayos y centellas por la boca"... Elelemento fuego preside todas esas expresiones. Los juramentos y malaspalabras estallan como soles atroces. Hay maldiciones y blasfemias quehacen temblar el orden cósmico. Después, el hombre se admira y arrepientede lo que dijo. En realidad no fue él, sino "otro", quien profirió esas frases:estaba "fuera de sí". Los diálogos amorosos muestran el mismo carácter. Losamantes "se quitan las palabras de la boca". Todo coincide: pausas yexclamaciones, risas y silencios. El diálogo es más que un acuerdo: es unacorde. Y los enamorados mismos se sienten como dos rimas felices,pronunciadas por una boca invisible.El lenguaje es el hombre, pero es algo más. Tal podría ser el punto de partidade una inquisición sobre estas turbadoras propiedades de las palabras. Pero elpoeta no se pregunta cómo está hecho el lenguaje y si ese dinamismo es suyoo sólo es reflejo. Con el pragmatismo inocente de todos los creadores, verificaun hecho y lo utiliza: las palabras llegan y se juntan sin que nadie las llame; yestas reuniones y separaciones no son hijas del puro azar: un orden rige lasafinidades y las repulsiones. En el fondo de todo fenómeno verbal hay unritmo. Las palabras se juntan y separan atendiendo a ciertos principiosrítmicos. Si el lenguaje es un continuo vaivén de frases y asociacionesverbales regido por un ritmo secreto, la reproducción de ese ritmo nos darápoder sobre las palabras. El dinamismo del lenguaje lleva al poeta a crear suuniverso verbal utilizando las mismas fuerzas de atracción y repulsión. Elpoeta crea por analogía. Su modelo es el ritmo que mueve a todo el idioma. Elritmo es un imán. Al reproducirlo —por medio de metros, rimas, aliteraciones,paronomasias y otros procedimientos— convoca las palabras. A la esterilidadsucede un estado de abundancia verbal; abiertas las esclusas interiores, lasfrases brotan como chorros o surtidores. Lo difícil, dice Gabriela Mistral, no esencontrar rimas sino evitar su abundancia. La creación poética consiste, enbuena parte, en esta voluntaria utilización del ritmo como agente de seducción.La operación poética no es diversa del conjuro, el hechizo y otrosprocedimientos de la magia. Y la actitud del poeta es muy semejante a la delmago. Los dos utilizan el principio de analogía; los dos proceden con finesutilitarios e inmediatos: no se preguntan qué es el idioma o la naturaleza, sinoque se sirven de ellos para sus propios fines. No es difícil añadir otra nota:magos y poetas, a diferencia de filósofos, técnicos y sabios, extraen suspoderes de sí mismos. Para obrar no les basta poseer una suma deconocimientos, como ocurre con un físico o con un chofer. Toda operaciónmágica requiere de una fuerza interior, lograda a través de un penoso esfuerzode purificación. Las fuentes del poder mágico son dobles: las fórmulas ydemás métodos de encantamiento, y la fuerza psíquica del encantador, suafinación espiritual que le permite acordar su ritmo con el del cosmos. Lomismo ocurre con el poeta. El lenguaje del poema está en él y sólo a él se lerevela. La revelación poética implica una búsqueda interior. Búsqueda que nose parece en nada a la introspección o al análisis; más que una búsqueda,actividad psíquica capaz de provocar la pasividad propicia a la aparición de lasimágenes.Con frecuencia se compara al mago con el rebelde. La seducción que todavíaejerce sobre nosotros su figura procede de haber sido el primero que dijo No alos dioses y Sí a la voluntad humana. Todas las otras rebeliones —esas,precisamente, por las cuales el hombre ha llegado a ser hombre— parten de
esta primera rebelión. En la figura del hechicero hay una tensión trágica,ausente en el hombre de ciencia y en el filósofo. Éstos sirven al conocimientoy en su mundo los dioses y las fuerzas naturales no son sino hipótesis, nitampoco, como para el creyente, realidades que hay que aplacar o amar, sinopoderes que hay que seducir, vencer o burlar. La magia es una empresapeligrosa y sacrílega, una afirmación del poder humano frente a losobrenatural. Separado del rebaño humano, cara a los dioses, el mago estásolo. En esa soledad radica su grandeza y, casi siempre, su final esterilidad.Por otra parte, es un testimonio de su decisión trágica. Por la otra, de suorgullo. En efecto, toda magia que no se trasciende —esto es, que no setrasforma en un don, en filantropía— se devora a sí misma y acaba por devorar a su creador. El mago ve a los hombres como medios, fuerzas,núcleos de energía latente. Una de las formas de la magia consiste en eldominio propio para después dominar a los demás. Príncipes, reyes y jefes serodean de magos y astrólogos, antecesores de los consejeros políticos. Lasrecetas del poder mágico entrañan fatalmente la tiranía y la dominación de loshombres. La rebelión del mago es solitaria, porque la esencia de la actividadmágica es la búsqueda del poder. Con frecuencia se han señalado lassemejanzas entre magia y técnica y algunos piensan que la primera es elorigen remoto de la segunda. Cualquiera que sea la validez de esta hipótesis,es evidente que el rasgo característico de la técnica moderna —como de laantigua magia— es el culto del poder. Frente al mago se levante Prometeo, lafigura más alta que ha creado la imaginación occidental. Ni mago, ni filósofo, nisabio: héroe, robador del fuego, filántropo. La rebelión prometeica encarna lade la especie. En la soledad del héroe encadenado late, implícito,
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