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Y Empezó El Cine


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2012  •  2.777 Palabras (12 Páginas)  •  411 Visitas

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Y empezó el cine (1895 a 1918)

Antes de abordar la aparición histórica y concreta del cine –el invento por antonomasia del siglo XX- es preciso enmarcar someramente el fenómeno, siquiera dando cuenta de las coordenadas básicas del mundo en que aparece. Ya se ha indicado que la primera proyección cinematográfica pública tuvo lugar el 28 de diciembre de 1896. Ese día comenzó el cine, pero el mundo que lo acogió –el occidental, el francés, el parisino de fin de siglo- existía desde antes y estaba configurado de una manera precisa: con unos valores éticos y estéticos, una cultura dominante, un orden social, una estructura económica y una organización política… Además el cine no sólo nació en esas circunstancias, también creció y se desarrolló en ellas. El establecimiento de este marco referencial nos ofrecerá pues, algunas pistas sobre la evolución de la propia cinematografía, que permitirán entender mejor su historia.

1. Ambiente y marco histórico

Entre 1870 y 1914, en plena coincidencia con la II revolución industrial, los estados europeos primero, y EEUU y Japón después –desde luego durante la década de los 90-, iniciaron una expansión territorial por todo el mundo de intensidad desconocida hasta entonces. Es cierto que los imperios habían existido siempre; pero en este caso lo específico es la intensidad y la amplitud territorial del proceso. Las causas de esta carrera por la ocupación de espacios geográficos fueron variadas.

Entre ellas suelen señalarse las de carácter político, económico, científico, religioso y estratégico. Este imperialismo de aire contemporáneo concreta algunas de las fuerzas más poderosas del mundo occidental. En efecto, la formación de imperios por parte de las potencias se convierte en una de las necesidades para la preminencia política en la esfera internacional. Y es que la presencia en áreas mundiales confiere protagonismo en el concierto internacional a los estados con colonias, mientras que su ausencia deja sin justificación sus actuaciones, en la medida en que no hay intereses propios en juego. A la vez, una política expansiva amplia y asegura nuevos mercados para los productos nacionales. Por otra parte no hay que olvidar que la potencia económica es básica para intervenir en ámbitos lejanos con eficacia. Política y economía muestran bien a las claras sus relaciones y necesidades de apoyo mutuo en este proceso. Pero no se agota ahí la convergencia de factores. La cultura europea dominante es la del positivismo y la del progresismo, cuyo optimismo radical se funda en la confianza en la ciencia: esta aportará mejores condiciones de vida al hombre –al hombre europeo y a los de otras razas que acepten la integración en lo occidental-; hasta tal punto que lo genéricamente humano se identificará en lo occidental, al menos con la ciencia y la técnica occidentales. Como consecuencia de estos planteamientos, una de las tareas humanitarias fundamentales sería que occidente llevara su cultura a otros ámbitos geográficos. Esta nueva misión asumida por los hombres de ciencia y cultura con muy diverso grado de compromiso se superpone con la acción de las Iglesias, especialmente la católica, en su renovada acción evangelizadora en los nuevos territorios a los que llegan los estados occidentales.

1.1 Un mundo de colonias y metrópolis

La expansión colonial llevó a las metrópolis la presencia de lo colonial –de sus colonias- de modos diversos. Primero, fueron noticias sobre las razas, culturas y costumbres de los pueblos sometidos, luego estudios científicos sobre estas cuestiones, y, mientras tanto, circularon versiones populares cargadas de estereotipos, medias verdades, simplezas, rarezas fuera de contexto, etc., que los editores –de periódicos y de libros- exageraban para aumentar sus ventas. En este ambiente, el nacimiento del cine permitió contar con un instrumento más para divulgar estas curiosidades.

Exagerando, podría hablarse de un colonialismo popular protagonizado por el cine, en la medida en que éste permitía a los espectadores occidentales tomar su trozo de imperio en las proyecciones cinematográficas que lo mostraban. Este efecto nos resulta hoy muy difícil de valorar porque hemos asumido –ya de manera inconsciente- el carácter esencialmente ficcionador de las películas, pero este no era el caso en los inicios de las proyecciones. Es curioso cómo está presente este sentido de conquista del mundo mediante la captura de imágenes con la cámara: el primer establecimiento comercial de la primera empresa de cine –la de los hermanos Lumiere- se planteó en estos términos.

Los delegados de la casa matriz, fueron, a la vez, proyectadores y camarógrafos: enseñaron en cada país tomas y vistas de otros e hicieron en cada uno rodajes para que se exhibieran en los demás. El cine se presenta pues desde su nacimiento ligado a la idea de ampliar las fronteras y los espacios en los que se desenvuelve occidente. Es cierto que el primer capturado fue el mundo occidental: sus pueblos, ciudades, fábricas y gentes; pero muy pronto lo colonial adquiere protagonismo y, con el paso del tiempo se acabará configurando como género. El cine, desde luego, no promovió el imperialismo, pero sí supo aprovechar esa corriente para crecer.

1.2 Panorámica sobre la cultura y la ciencia

También el cine encontró fácilmente lugar en el optimismo cientifista del positivismo: aun no se había producido la gran guerra que conmocionaría las conciencias y abriría paso a la gran crisis de la modernidad con la fractura de las vanguardias estéticas primero y de los diversos no racionalismos posteriores: Freud, vitalismos, existencialismos, Kafka, Spengler, Huxley, André Gide, Thomas Mann, Max Sheler, Nietzsche, por citar algunos de la cascada de autores que percibirán el fin de una civilización. Pero antes de todo esto, el cine apareció como uno de los inventos más sorprendentes, que continuaba las aplicaciones maravillosas de la electricidad y de la química en su carrera por dominar la naturaleza y ponerla al servicio del hombre. Los mismos Lumiere pensaron –ya se ha visto- que su invento tendría una aplicación inmediata en la ciencia y que pasado el primer momento de curiosidad dejaría de tener interés para el público en general y como espectáculo.

Y es cierto que el cine sirvió, y ha continuado, en esa tarea de auxiliar de la investigación científica, aunque no haya sido esta faceta la que ha conformado su éxito.

1.3 El cine comunica, entretiene y… se hace arte

En EEUU el cine irrumpe en núcleos urbanos de diseño y características distintas a las de las viejas y remozadas ciudades europeas. Una de las características de estos nuevos espacios humanos es el carácter industrial de la organización del ocio. En este sentido, la electrificación

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