Buena Suerte
Enviado por katherinerozas • 28 de Abril de 2013 • 2.088 Palabras (9 Páginas) • 376 Visitas
Trama: El mago Merlín convoca a todos los caballeros de un reino y les comunica que en el bosque encantado nacerá después de siete días un trébol mágico de cuatro hojas; a quien lo encuentre le sonreirá la fortuna de manera indefinida. De todos los caballeros asistentes, tan sólo dos aceptan el reto. El bosque es enorme y, por tanto, las posibilidades de éxito limitadas. Uno de los caballeros, Sid, con atuendos blancos, representa la “afirmación” y la “actitud positiva”; el otro, que responde al nombre de Nott, es símbolo de la “negación” y la “actitud derrotista”. A lo largo de su periplo por el bosque, los caballeros van encontrándose con una serie de personajes que les van suministrando información que cada uno de ellos interpreta de manera diferente según su paradigma de vida. Mientras Nott hace de cada dato un nuevo problema, Sid utiliza esa información a su favor convirtiéndola en una herramienta de valor. De las aventuras de los dos caballeros se desprenden diez reglas de la “buena suerte”.
Primera Regla. La “suerte” no dura demasiado tiempo, porque no depende de ti. La “buena suerte” la crea uno mismo, por eso dura siempre.
Desde el primer momento hay una clara intención de dejar claro que una cosa es la “suerte” y otra diferente la “buena suerte”. La “suerte” es fruto del azar, no depende de uno, tiene un carácter efímero, y no se puede hacer nada especial por atraerla. Hay personas que hacen depender su vida de la “suerte” esperando que les permita ser lo que quieren ser. Rara vez ésta aparece, y cuando lo hace, habitualmente con la misma rapidez que viene, se va. Según los autores, “la mayor parte de los que resultan agraciados con un premio de lotería pierden casi todo lo recibido en un tiempo que oscila entre los cuatro y los siete años desde el gran acontecimiento. No tiene por qué tratarse de derroche, sino que uno desconoce el dinero que precisará mensualmente en una situación patrimonial a la que no está habituado. Gastos de jardinería, mantenimiento, impuestos, seguridad… muchos conceptos desconocidos o innecesarios hasta el momento, aparecen como por arte de magia en forma de facturas. No es lo mismo ir recibiendo una cantidad cada mes que de golpe”. La “buena suerte”, por el contrario, es el resultado de decisiones inteligentes y valientes donde interviene la creatividad de cada persona para diseñar sus propias circunstancias. Para la “buena suerte” cada persona es el resultado de sus decisiones.
Segunda Regla: Muchos son los que anhelan tener “buena suerte”, pero pocos los que deciden ir a por ella.
Uno puede ir de un lado a otro zarandeándose y quedar a merced del azar o poner los medios y esfuerzos para llegar a ser quién quiere ser. Frente al discurso “victimista” y el determinismo empalagoso propio de personas inseguras, los autores reivindican el optimismo de la acción que empuja hacia la meta añorada. Siguiendo a William Ernest Henley (1849-1903): “Yo soy el dueño de mi destino, el capitán de mi alma”. Toda persona debe saberse responsable de su proyecto de vida. Al final, la vida es como un boomerang, lo que uno siembra, recoge. No hay más. Quien cosecha trabajo, obtiene premios; quien entrega esfuerzos, logra reconocimientos; Quien pone empeño, alcanza objetivos. Con frecuencia, la “suerte” es el recurso del vago para explicar los éxitos de la persona trabajadora. Con gran agudeza Víctor Hugo llamaba “mezquina” a la suerte porque según el escritor “su falso parecido con el verdadero mérito engaña a los hombres”.
Tercera Regla. Si ahora no tienes “buena suerte” tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que la “buena suerte” llegue es conveniente crear nuevas circunstancias.
Ello significa adoptar nuevos paradigmas y patrones de comportamiento frente a los tradicionales y aprendidos. Para los autores el ser humano es más “reproductivo” que “productivo”. La mayor parte de las veces actuamos como autómatas, haciendo uso de la rutina, que es cómodo y no nos obliga a salir de esa zona de confort que nos resulta familiar y por la que deambulamos tranquilamente. Ejecutamos según pautas de actuación aprendidas sin cuestionarnos si son adecuadas o no. Fotocopiamos comportamientos. Nos cuesta saltarnos los esquemas mentales asimilados. En cierto modo, para llegar lejos hay que ser un “loco sensato”, atreverse a probar cosas diferentes sin miedo a tomar riesgos y equivocarse. Ensayo y error.
Cuarta Regla. Preparar las circunstancias para la “buena suerte” no significa buscar sólo el beneficio propio. Crear circunstancias para que otros ganen atrae a la “buena suerte”.
Para Rovira y Trías de Bes, si tuviesen que quedarse con una de las diez reglas, ésta sería la elegida. Quien se instala en un individualismo exacerbado acaba empequeñeciéndose, porque la vida está construida sobre la base de la “complementariedad” y el “beneficio mutuo”. La vida se conjuga siempre en “plural”: donde uno no llega, los demás, sí; donde los demás no alcanzan, uno sí. Con el traje de “llanero solitario” las posibilidades de éxito son siempre limitadas, porque nada interesante se puede lograr sin la unión de otros esfuerzos que nos complementen. Cualquier persona tiene taras que necesitan ser equilibradas con las fortalezas de otros miembros de la organización. Las individualidades tienen un recorrido de escaso alcance. Tal vez produzcan algún rédito en el corto plazo pero no tienen afán de pervivencia. Saber buscar las alianzas estratégicas es la mejor manera de crecer. Se trata de crecer haciendo crecer a los demás. La renuncia en un aspecto puede ser el mejor modo para ganar abundantemente en otros muchos. Visión estratégica de la vida. Sacrificios de beneficios limitados presentes por satisfacciones duraderas futuras. Lo dice un proverbio africano: "Si quieres ir rápido, ve sólo; si quieres llegar lejos, ve con otros". Según los escritores, Bill Gates, el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, tan sólo posee el 10% de las acciones de Microsoft, cuando un día tuvo el 100%: “Nos dimos cuenta de que Bill Gates era el hombre más rico del mundo precisamente porque ya sólo tiene un 10%, es decir, porque ha cedido el 90%. Probablemente, si hubiera querido concentrar ese 100%, ahora sería tan sólo un pequeño empresario de la Costa Este. Compartir es importantísimo. Al final, la buena suerte es como el agua: si la dejas estancada, se pudre, cuando lo que necesita es fluir”.
Quinta Regla. Si dejas para mañana
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