EL MERCADER MEDIEVAL

Planteamiento: En el tiempo del capitalismo comercial se va consolidando la figura del mercader, deslastrándose del estigma que tuvo durante buena parte de la Edad Media. Ello se constata con la estrecha relación de dicha figura con los nuevos Estados nacionales que se expresa en algunas doctrinas económicas.

En su obra Historia de las doctrinas económicas, Roll (1.938) expone de forma concatenada el papel que jugó la figura del mercader desde de la época medieval hasta los inicios de la economía moderna.

Uno de los aspectos resaltantes es el paso de la concepción religiosa de la economía -que se evidencio en un conjunto de preceptos de carácter moral dirigidos a mantener una economía que “subordinaba el mejoramiento material del individuo al derecho de sus semejantes” y que consideraba el hecho de ganar dinero como contrario a la naturaleza de la actividad- a una concepción más materialista del comercio.

Al respecto, me permito citar: “San Agustín temía que el comercio apartase a los hombres de la búsqueda de Dios…nullus christianus debet ese mercator” Roll (1.938). Santo Tomas y Aristóteles coincidían en que el comercio debía practicarse por razones de sostenimiento del hogar y por el beneficio del país, de lo contrario no es bueno ni natural.

Otros autores hicieron énfasis acerca de la usura y sus consecuencias negativas, debido a ello, los préstamos con intereses inicialmente fueron prohibidos, aunque posteriormente se flexibilizó su aplicación llegando a establecer montos máximos de tasas.

Por fin, la caída del sistema feudal y la necesidad de promover mejores condiciones del desarrollo del comercio, entre otros factores, dejaron de lado la ideología canónica, separando el tema religioso del comercial.

Aunque en le edad media, la figura del mercader fue poco aprobada y sus actividades muy reguladas, posteriormente, las necesidades propias del comercio y la convergencia de los intereses del mercader y del estado-nación, generaron como fenómeno que las políticas estatales respondieran a los problemas particulares de ciertos mercaderes, que se complementaban con el poder de estado para el logro de sus objetivos de cautivar y mantener nuevas regiones para el comercio y sobresalir por encima de quienes consideraban sus rivales.

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